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María das Herbas: "La mitad de los principios activos que hay en las farmacias vienen de productos naturales"
Una investigación académica llevó a María Moure de Oteyza a internarse en uno de los lugares privilegiados del diálogo entre naturaleza y ser humano en la geografía gallega: la sierra de O Courel.
Luzes-Público
Galicia-Actualizado a
La sierra de O Courel es un lugar encajado por las manos de la Tierra para ser espacio de contrastes. Desconocemos, todavía hoy, si paseamos por ellas como tierras liberadas –deseaba el poeta Uxío Novoneyra hablando al paso del viento– pero sí sabemos que son tierras donde las manos, y nos lo dice nuestra entrevistada, modificaron el paisaje hasta tal punto que la falta humana se nota. Un paisaje modificado en el poder blando de la recolección, el aprovechamiento y la adaptación del terreno a los pies y dimensiones del hombre y la mujer.
Aquí, en la sierra de O Courel, conviven dos tendencias climáticas, sin que ninguna de las dos se ponga de acuerdo para llevar la batuta: una tendencia atlántica y otra mediterránea. Personalmente, creemos que en este caso tira más la atlántica. En el suelo hay dos composiciones principales, que tampoco se ponen de acuerdo en brotar del suelo a ojos del caminante: losa y calcárea. Por si fuera poco, aquel o aquella que penetre en este territorio tiene que acercar la cabeza ai la terra y escuchar el susurro lento, húmedo, suave, casi erótico de las más de mil especies de plantas, de flora rica en color y variedad, que cubre la sierra de O Courel. Pero hay una observadora.
María, la farmacéutica de tradición
Si estuviésemos mirando hacia alguna de las laderas próximas al río Lor, que divide este paraíso, podríamos enfocar nuestra cámara aun más, haciendo un zoom prolongado veríamos, en este vergel, la María. "Soy la tercera generación de una familia de farmacéuticos. Mi padre y mi abuelo ya lo eran, y tuvieron una farmacia en Carballo (A Coruña). Hubo dos farmacias Moure. Estaba destinada por tradición a seguir esa línea. Soy farmacéutica de tradición, y de letras de vocación", se presenta María Moure de Oteyza. Sabemos que es farmacéutica, sabemos que también es de letras, pero nosotros, en esta ladera con los pies casi tocando las aguas del Lor, mirando hacia las cumbres de Pía Paxaro (aquí, recuerden, si habla la flora también habla la fauna), Montouto o Formigueiros, la vemos agacharse y mirar hacia el suelo. María, nos dice, no es animal de laboratorio. "Después de licenciarme en farmacia en Santiago defendí la tesis en el departamento de Biología de la USC. Cuando iba a llegar el momento de la tesis rechacé estar en el laboratorio para hacerla. No soportaba el trabajo de laboratorio, ya tenía suficiente en la facultad. Decidí que la tesis sería en el campo y en el lugar que yo había elegido".
María Moure de Oteyza: "No soportaba el trabajo de laboratorio, ya tenía suficiente en la facultad"
El lenguaje de María, en el silencio del valle, se convierte en el lenguaje de las manos cerca del suelo, los dedos seleccionan aquello que destaca y que le dio a Moure de Oteyza su sobrenombre: "María das Herbas –María de las Hierbas–" que habla ya, en 2021, con un libro en la mano –María das Herbas e as Herbaxeiras do Caurel, Crónica da Cultura Popular dunha terra extraordinaria– y una experiencia antropológica que es inevitable comparar con las salidas que la gente de la Xeración Nós realizaba por todo el territorio, o el viaje que Castelao hizo para ver y dibujar los cruceiros en la Bretaña o, desde fuera, las visitas de la estadounidense Ruth Matilda Anderson y su documentación del paisaje y sus habitantes.
En el mapa, María se inclinó por aquel Courel que ya había visitado en excursiones previas. Como precedentes en esta aventura podríamos ver, también cerca del Lor, a un ensotanado, al cura Baltasar Merino, que entre 1903 y 1909 visitó la zona y localizó hasta 50 tipos distintos de hierbas. Los ojos, las caras o la mirada desde la misma posición, sin asomos de visita urbanita o ida y vuelta rápida, fueron las intenciones de María. "Justo cuando iba a empezar mi primer trabajo de campo, me hablaron de un libro que había existido, El Caurel, las plantas y sus habitantes, escrito por Emilio Blanco Castro, biólogo salmantino, que ya en los 80 y 90 había estudiado la flora de la sierra, había hecho varias estadías de semanas y allí fue que en ese libro, que es la mitad de su tesis de doctorado, habló de la etnobotánica en general, cestería, lino, telares, las prácticas que tienen que ver con la madera. Aquello a lo que las personas que viven en el rural le sacan partido".
María llegó en abril del año 2003 a O Courel y ya relacionó la bajada de la fiebre con el curamil (Dianthus hyssopifolius), un tipo de clavel silvestre, como una explosión de suave color malva y blanco roto; los problemas de caspa con la ortiga, abundante en la sierra de O Courel y que se recomienda hacer con ella una infusión para emplear después de lavar el cabello, echándola por encima de este para reforzarlo y protegerlo, pero también esa infusión, nos dice la farmacéutica, sirve para recuperar vitaminas y minerales, mejorar la circulación sanguínea, la presión arterial o la diabetes.
"El orégano y el tomillo son dos hierbas muy útiles. Se toma orégano para cualquier proceso respiratorio y el tomillo como quien toma una manzanilla, después de comer. La xanzá es la planta de O Courel por antonomasia". Si el lector o lectora tiene tiempo, es recomendación de este periodista que procure en la red o en la enciclopedia, si tiene imágenes, alguna fotografía o dibujo de la gentiana (Gentiana lutea). Esta variedad, que María describe como presente en cada esquina de O Courel, trepa en varias floraciones amarillentas, como si una flor hubiese sostenido a otra, en una réplica maravillosa que las hace trepar y mantener el equilibrio.
María Moure de Oteyza: "La xanzá es la planta de O Courel por antonomasia"
Su escalera de beneficios, se explaya la "das Herbas", se eleva hasta las dolencias de hígado, de estómago, como antiséptico e, incluso como elemento refrigerante. Es necesario que la persona lectora conozca, también, si es adepta a los combinados efervescentes y con buena graduación, que esta flor trepadora en el aire también se emplea para dar amargor en tónicas y derivados.
La estadía, con los gastos pagados por la Diputación de Lugo, se prolongó hasta abril del 2004. "Hubo muchas cosas de por medio en 2004, hubo años en la farmacia familiar, de 2008 a 2010 fui a vivir a Lisboa, ganándome la vida como profesora de español. La idea inicial era contrastar en la Universidad de Lisboa los datos encontrados en O Courel. En Galicia no existe departamento de etnobotánica como tal, hay en el resto del Estado, pero en Galicia no existe. Ya que soy de letras por vocación, adoro las lenguas, escribo… Y como tenía que ganarme la vida me contrataron como profesora de español, el banco Espírito Santo, me especialicé en español para los negocios". María descubrió en Lisboa una nueva ocupación y una vocación, pero O Courel, como había ocurrido la primera vez, la llevó de vuelta a la tierra de Novoneyra y al lenguaje en el viento. "Después de tres años extraordinarios en Lisboa decidí volver, quería a mis alumnos, fue un descubrimiento increíble. Nos divertíamos mucho. Tengo varias amigas que fueron alumnas y continuamos la amistad".
De regreso en O Courel, a María, que no tenía coche, la ayudaba el vecindario para ir y volver de las aldeas de la zona, de las cuales conoce bien Seoane, el núcleo donde se asentó el primer año. María das Herbas, aquel apodo, para aquella misteriosa mujer que iba preguntando por plantas, sin la cámara de Matilda Anderson o la estilográfica de Castelao, pero sí con la misma vocación de contar y narrar no ya solo en lo académico, sino en lo popular. O Courel y sus vecinos, que convierten la "cireixa da corriola –nueza negra–" en remedio contra los dolores de espalda, nervios o pulmonares, se acabaron enamorando y "haciendo de esta tierra algo indivisible" no solo en la vida de la farmacéutica y escritora, sino también, en lo íntimo: María se casó con un courelao. "A mediados de 2010 falleció mi padre. Fue algo muy repentino. Ya habían pasado tres años y noté que llegaba el momento de volver… Tenía aquel trabajo inacabado en O Courel. Luego conocí a un courelao y nos casamos. Nuestra boda (ríe) fue en el santuario do Cebreiro". Entre el amor, el trabajo académico y aflorando de él, las vecinas y vecinos en los que las hierbas brotaban de las manos de un modo orgánico, como los versos del Novoneyra, tomillo, orégano, otra vez a pasar por las páginas de su libro.
"Las protagonistas de la obra son las personas, allí marco una diferencia con el resto de la bibliografía. Descubrí en ella que los informantes eran la base del trabajo, pero esos trabajos resultaban muy técnicos, eran ilegibles para los propios informantes. Decidí narrar de un modo muy próximo, para que esas personas se sientan identificadas y el público general, también. Hago recensiones de los informantes clave, unos 30, contando con detalle cada una de las personas, con sus nombres y apellidos, lo que más me llamó la atención de su carácter, la exclusividad de su información, testigos personales, anécdotas, historias, donde se pone de manifiesto que los protagonistas son ellos, pero no las plantas. Hay tres veces más mujeres que hombres, pero los hombres aportaron una información más exclusiva. Es curioso, pienso que es porque no son tan comunicativos como las mujeres. Yo conviví con ellos, los adoro, ellos devuelven ese cariño y se estableció un grado de confianza altísimo, por lo que me cuentan cosas a mí que no le cuentan a nadie más". María destaca a una de ellas, Virginia González Gancedo, habitante de O Courel y escritora, trabajadora de prosa poética y plantas. "Esta mujer escribe prosa poética desde que era niña, llevaba las ovejas y escribía lo que se le ocurría, tiene un baúl lleno de poemas que ilustran sus reflexiones de cómo era y es la vida en O Courel. Uno es El telar de mi abuela, otro El peregrino y la nieve".
En esa segunda etapa fue cuando la farmacéutica comenzó a perfilar lo que acabaría siendo el libro. "Cuando regresé, ya a mediados de 2010, retomé el trabajo en O Courel. Fue un trabajo por etapas, de dos meses, tres semanas, tiempos espaciados. Se dilató muchísimo en el tiempo, de 2011 a 2014 fue el segundo año de trabajo de campo. En ese tiempo yo iba contrastando las investigaciones de comienzos del siglo hasta esa década". El tesoro hablaba en nombre de una variedad, detalla Moure de Oteyza, presente también en el porcentaje. "En ese 5% del territorio que supone la sierra de O Courel, el 40 y el 50% de la flora total gallega está representada en ese pequeño espacio". 800 especies en 82 familias, un censo considerable de población no humana, en 400 géneros distintos. Un 80% de aquellas plantas florece entre mayo y agosto, sobre todo en la zona mediterránea de la sierra, que se adelanta un mes respecto de la parte atlántica. Lo de una hora menos –o un mes menos, en este caso– siempre fue algo atlántico, en esa transformación biológica del tiempo, que hasta la vegetación enuncia el mensaje. Pero el espectáculo, afirma María, entra en otoño, cuando cambian los sotos a un lado del río Pequeno, la devesa de A Rogueira o los cerezos de la zona de Vilamor.
Pero falta gente. María cambia de tono cuando le preguntamos por la despoblación que afecta tanto a O Courel, en este caso, como en general al campo gallego, en un medio rural que, como se recoge en el trabajo "El despoblamiento en Galicia: la visualización de la ‘catástrofe’", publicado en la Revista de Estudios sobre Despoblación y Desarrollo Rural y elaborado por Alberto José Pazo y María del Pilar Moragón, de la Universidad de Vigo, la dimensión de la tragedia marca en rojo, en las provincias de Lugo y Ourense, numerosos núcleos de población cuyos pobladores tienen más de 85 años, como un cáncer de tierra yerma de personas, sin visos de gente joven, de momento, que ocupe lugares donde, entre las Amanita rubescens, Boletus edulis, Boletus prophyroporus, Fistulina hepática o la Cantharellus friessi, se asienten nuevas personas para proteger y no solo habitar un ecosistema que ya nota la falta de gente. "La despoblación está afectando mucho a O Courel, es un arma de doble filo, a pesar de que la zona está recibiendo un turismo bastante respetuoso con el medio. El hecho de la despoblación afecta a las plantas, ya que están avasalladas por las xestas –retamas negras–". Ya no hay animales domésticos como cabras, ovejas para "ramonear todo aquello", detalla Moure de Oteyza. Los animales de las personas de aquella tierra formaban parte del ecosistema. "La maleza crece, por lo que ya no es tan fácil encontrar plantas medicinales".
Sin pueblo presente, aquel trabajo del poder blando de la relación con la naturaleza degenera en la pérdida de riqueza, de fauna, aumenta el vacío en un vergel maravilloso. "No conocemos lo suficiente de lo que hay a nuestro alrededor, llamamos malas hierbas a las que no lo son, son plantas tan comunes como la ortiga, la malva, el hipérico, que está por toda Galicia... Es el desconocimiento que hay", denuncia la farmacéutica y divulgadora. "En estos tres años ya he trabajado en tres farmacias. El 50% de los principios activos que se venden en una farmacia proceden de métodos naturales".
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