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Margarita SalasÉstas son las otras 'Margarita Salas' que luchan por la igualdad en la ciencia en España
El 7 de noviembre fallecía a los 80 años de edad Margarita Salas, una de las grandes pioneras en el mundo de la ciencia. La estela que deja la bióloga y que siguen muchas mujeres no sólo es la científica, también la de la lucha por la igualdad.
Málaga--Actualizado a
Margarita Salas (1938-2019) fue la descubridora de una de las patentes más rentables del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC): la AND polimerasa del virus bacteriófago phi29, que tiene una aplicación crucial en biotecnología. Sin embargo, además de su papel relevante en la parcela científica, Salas se ha convertido en un auténtico referente de la lucha por la igualdad en este terreno, en el que para una mujer todavía resulta complicado abrirse camino.
Junto a Salas, la reciente historia nos deja a otras veteranas abanderadas de la igualdad, como es el caso de Gabriela Morreale (1930-2017) que, a pesar de ser italiana, desarrolló buena parte de su labor investigadora en nuestro país. Fallecida hace dos años, fue la precursora de la endocrinología moderna y la creadora de la prueba del talón en los recién nacidos, consiguiendo ser jefa de la sección de Estudios Tiroideos del Instituto Gregorio Marañón (1963-1975) en plena dictadura franquista.
Otra veterana destacada es Josefina Castellví (Barcelona, 1935), pionera de la investigación de la Antártida y primera mujer que dirigió la Base Antártica Española Juan Carlos I, entre 1989 y 1993. Con setenta trabajos científicos y 36 campañas oceanográficas a sus espaldas, esta octogenaria recordaba hace unos meses, durante el homenaje que recibía por parte del Instituto de Ciencias del Mar de Barcelona, la anécdota vivida cuando fue recibida por el director de otra base, que le dijo: "Siéntese y espere, que tengo que recibir al director de la base Juan Carlos I", a lo que ella respondió: “Es que la directora de la base española soy yo".
La propia presidenta del CSIC Rosa María Menéndez (Asturias, 1956), experta química en el estudio del grafeno, pasará a la historia como la primera mujer en presidir este organismo. Por su parte, María Ángeles Durán (Madrid, 1942) es Doctora en Ciencias Políticas y licenciada en Ciencias Políticas y Económicas; Premio Nacional de Investigación para las Ciencias Sociales, Económicas y Jurídicas Pascual Madoz y Doctora Honoris Causa por las Universidades de Valencia, Autónoma de Madrid y Granada. Conmocionada por el fallecimiento de su colega, Durán lamenta que “nadie propugna hoy abiertamente el techo de cristal para las mujeres; los obstáculos son indirectos y, por tanto, más difíciles de cambiar”.
La economista recuerda que “la investigación no es un empleo a horario fijo, sino una carrera vocacional”, por lo que lanza un mensaje muy claro a las mujeres de la Ciencia: “Si de verdad quieren entrar en ella a fondo, que hagan acopio de resistencia, de imaginación, de disciplina y de generosidad. Necesitarán apoyo afectivo para sobrevivir: la batalla no se libra sólo en el laboratorio o el despacho, sino en casa”.
Relevo generacional
La buena noticia es que poco a poco las mujeres se abren paso en la ciencia y, cuando lo hacen, su lucha por la igualdad se amplifica. Son muchas las referencias, como Elena García Armada (Valladolid, 1971), doctora en Robótica, investigadora del Centro de Automática y Robótica (CAR) del CSIC y cofundadora de la empresa Marsi Bionics, desarrolladora del primer exoesqueleto pediátrico del mundo. O como Alicia Calderón, doctora en Ciencias Físicas que trabaja en la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN), formando parte del equipo que descubrió el bosón de Higgs.
Parte de esta sangre nueva también es María Blasco (Alicante, 1965) que, además, pasa por ser una de las alumnas aventajadas de Margarita Salas, bajo cuya dirección trabajó en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa. Licenciada en Ciencias Biológicas y doctora en Bioquímica y Biología Molecular por la Universidad Autónoma de Madrid, Blasco es una experta en el proceso de replicación del ADN, trabajó durante años en EEUU y desde 2011 dirige el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), sustituyendo a Mariano Barbacid. Su mensaje en favor de las mujeres científicas es contundente, al afirmar: “[Los hombres] saben muy bien que es injusto que mujeres altamente preparadas no tengan las mismas oportunidades que han tenido ellos, como saben que ellos, por el hecho de ser hombres, han tenido más facilidades y más privilegios”.
Ante esta situación, Blasco deja dos recados: por un lado, a los hombres, indicándoles que “es éticamente reprobable no hacer nada ante la injusticia”, por lo que les conmina a “que no se queden indiferentes ante las injusticias de género, que reaccionen y que luchen por un mundo más justo, del que se beneficiarán sus hijas o sus hermanas”. Por otro, a las jóvenes científicas, aconsejándoles que “elijan bien a sus parejas, para que les apoyen en su desarrollo personal y profesional". "Que pidan ayuda a hombres y mujeres sensibilizados con los temas de género porque todos necesitamos apoyos para llegar a romper ese techo de cristal”, añade.
Otra de las científicas más activistas en materia de igualdad es Marta Macho (Bilbao 1962), doctora en Matemáticas por la Université Claude Bernard Lyon I (Francia), profesora de Topología y Geometría en la UPV/EHU y madre de uno de los proyectos de divulgación del papel de la mujer en la ciencia más populares: Mujeres con ciencia.
Macho, que ganó la medalla de la Real Sociedad Española de Matemáticas en 2015, comparte su hartazgo de que los hombres sigan “pensando en las mujeres como colaboradoras de segunda" y a todos aquellos que propician el techo de cristal de la mujer en ciencia les indica: “Nosotras trabajamos con pasión, somos inteligentes, nuestra mirada puede aportar puntos de vista reveladores”.
De cara a las jóvenes investigadoras que también pugnan día a día por hacerse un hueco en la ciencia, Macho aconseja que “nunca piensen que son menos capaces que sus compañeros varones y que luchen por sus intereses, por sus ilusiones, por conseguir ese puesto de trabajo con el que sueñan, pero no a costa de cualquier cosa” y, en suma que se hagan oír “inspirándose en otras mujeres (pioneras o actuales) para convencerse de que la investigación de calidad siempre ha tenido mujeres cerca” y, qué duda cabe, Margarita Salas es uno de esos referentes.
Red profesional de apoyo
La presencia sobresaliente de la mujer se extiende hacia los nuevos campos científicos, como es el caso del procesamiento masivo de datos –conocido como big data- y la Inteligencia Artificial (IA). Nuria Oliver (Alicante, 1970), doctora por el MIT Media Lab y miembro de la Real Academia Española de la Ingeniería, es un buen ejemplo de ello. Esta alicantina acaba de ser nombrada Data Scientist (Científica de Datos) del Año por la Big Data Value Association (BDVA) y no es el primer reconocimiento internacional que recibe, puesto que fue la primera mujer española distinguida como fellow por la Association for Computing Machinery (ACM).
En la actualidad no sólo es Scientific Advisor en el Instituto Vodafone, sino que también es lChief Data Scientist en DataPop Alliance, una organización internacional creada bajo el auspicio de la Iniciativa Humanitaria de Harvard, MIT Media Lab y Overseas Development Institute que persigue el uso del big data para mejorar el mundo.
Oliver lo tiene claro: “La diversidad enriquece, tanto metafórica como literalmente. Por ello, es de vital importancia tener diversidad –incluyendo diversidad de género- en las posiciones de liderazgo de todos los ámbitos, incluyendo el científico”. Por este motivo llama a dar un golpe de timón y atajar amenazas como de las que advierte la Comisión Europea, al indicar que la falta de diversidad de género en el sector tecnológico le cuesta nada menos que 16.200 millones de euros anuales al PIB europeo. En este sentido, advierte de la necesidad de “establecer una sólida red profesional, tanto nacional como internacional, que apoye a las mujeres científicas en su trabajo y en su crecimiento profesional”, con un claro enfoque mentor.
Asimismo, reclama más referentes femeninos en la investigación, sobre todo la tecnológica, para inspirar a las nuevas generaciones de niñas a que sigan carreras investigadoras, al tiempo que recuerda: “No podemos olvidar que el 97% de los Premios Nobel en disciplinas STEM (Física, Química y Medicina) han sido para hombres”.
Camino por recorrer
Paloma Domingo es una de las mujeres que ocupa puestos de alta dirección, concretamente, liderando la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT). Esta licenciada en Ciencias Físicas (especialidad de Astrofísica) por la Universidad Complutense de Madrid y doctora en Informática por la Universidad Politécnica de Madrid ya dirigió previamente el Parque Científico de la Universidad Carlos III de Madrid.
Su propia experiencia en el ámbito científico le lleva a reconocer que “en la ciencia, al igual que en muchos otros ámbitos, hay una manera de trabajar y relacionarse que es muy masculina y que impide la promoción de las mujeres, a veces sin que los propios hombres sean conscientes”, algo negativo, como precisa: “Las mujeres representan un capital humano del que no podemos prescindir”.
Aunque indica que la igualdad de género y la integración de la perspectiva de género en la investigación es una de las prioridades de la Comisión Europea en su cartera de I+D+i, así como del Ministerio de Ciencia, Investigación y Universidades y de la FECYT, aún queda mucho camino por recorrer. Prueba de ello es la recientemente creada Academia Joven de España (AJE), compuesta por seis hombres y una mujer. Ente los objetivos de la AJE, presidida por el catedrático de Química Inorgánica de la Universidad de Alicante Javier García Martínez, destaca visibilizar y representar a los científicos y científicas jóvenes, así como tomar parte activa en el desarrollo de políticas científicas.
La única mujer de la AJE, actuando como vocal, es la joven bióloga Maite Martínez Aldaya (Pamplona, 1978), experta en regulación ambiental e investigadora en el Instituto de Innovación y Sostenibilidad en la Cadena Agroalimentaria (IS-FOOD) de la Universidad Pública de Navarra (UPNA). Un hecho que hace todavía más relevante la afirmación de Domingo al indicar: “Necesitamos que haya masa crítica de investigadoras que equilibren la balanza”.
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