Este artículo se publicó hace 15 años.
Las lágrimas no provocan cáncer
La muerte del dirigente vasco Gorka Agirre vuelve a despertar el debate sobre una relación entre cáncer y sufrimiento
La imputación de Gorka Agirre, el histórico dirigente vasco, en la investigación judicial de la red de extorsión de ETA a empresarios navarros aceleró la evolución del cáncer que padecía y provocó su muerte el pasado 21 de marzo. Esta tesis, carente de base científica, es esgrimida con convicción por los allegados del político y fue incluso recogida en el obituario publicado en un diario de tirada nacional.
No se trata de un caso aislado. El pasado 24 de marzo, el ex banquero Mario Conde acusaba veladamente al recién dimitido ministro de Justicia, Mariano Bermejo, de provocarle a su mujer el tumor cerebral que acabó con su vida. "Aquello provocó un campo emocional muy fuerte en Lourdes. Bermejo fue el impulsor de esa brutal desazón de mi mujer. (...) Hoy me pregunto qué importancia tienen los choques emocionales en la aparición de tumores cerebrales. Supongo que alguna. Lourdes murió de un tumor cerebral", se puede leer en el blog de Conde.
"Hoy me pregunto qué importancia tienen los choques emocionales", ha dicho Mario CondeAunque no hay datos estadísticos al respecto, los allegados de Agirre y Mario Conde comparten opinión con una parte considerable de la población española, que considera que los acontecimientos traumáticos pueden provocar dos fenómenos relacionados con el cáncer: causar la enfermedad y empeorar su pronóstico si ya se padece.
La creencia es tan generalizada que ha provocado, incluso, literatura judicial, como demuestra un auto de la Audiencia Provincial de Sevilla de 2005. En él se establecía una cuantiosa indemnización -1,4 millones de euros- para la demandante, Carmen Fernández. La Junta de Andalucía había retirado la custodia de sus hijos a Fernández y no se la había devuelto a pesar de acumular 10 sentencias favorables en este sentido. Los jueces consideraron que "el sufrimiento de la solicitante se ha traducido en el actual padecimiento de dos graves enfermedades, como lo acreditan los informes médicos [...], una de naturaleza física u orgánica a resultas de la cual se halla en tratamiento oncológico".
Los autores del auto vuelven a mencionar "la enfermedad padecida por la solicitante a causa del sufrimiento" y estiman que la Junta de Andalucía debe pagar 200.000 euros por este concepto, "dado que los padecimientos son irreversibles e incurables". El abogado de Fernández, Gabriel Velamazán, puntualiza a Público que dicha indemnización "hubiera sido la misma sin el cáncer", que supuso "una especie de añadido" a la depresión crónica reactiva que sí estaba avalada y "multiacreditada" por informes médicos.
Una mujer con cáncer fue indemnizada por el "sufrimiento" que provocó su dolenciaA juicio de Velamazán, es más que probable que Carmen Fernández estuviera viva en la actualidad si no hubiera sido víctima de los reiterados errores que impidieron que disfrutara de sus hijos. "No digo que hubiera sobrevivido al cáncer, pero sí que quizá no hubiera ido tan rápido", concluye.
La oncóloga Yolanda Escobar, miembro de la sección de Cuidados Paliativos de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), no sólo considera que esta creencia está muy extendida sino que se atrevería a decir que no todos los médicos comparten la idea de que los disgustos ni provocan el cáncer ni hacen que evolucione peor.
Escobar habla desde su experiencia personal pero, sobre todo, desde la evidencia científica. "La mayoría de las opiniones favorables a esta tesis la explican por qué la depresión y el estrés disparan los niveles de determinadas hormonas que, consideran, influyen en una bajada de la capacidad de inmunosupresión", apunta. Sin embargo, si bien es cierto que las hormonas varían ante los disgustos, su relación con una bajada de las defensas y un posterior desarrollo de un tumor no ha sido nunca demostrada en un ensayo clínico. "En el ámbito en el que yo me muevo, tendemos a considerar ciertas las verdades que se pueden demostrar", apunta la oncóloga.
La depresión puede hacer que el paciente luche menos y no siga igual los tratamientosSin evidencia científicaEl presidente de la Asociación Española de Psiquiatría, Jerónimo Saiz, insiste en que ningún estudio ha demostrado lo que mucha gente da por hecho: "A veces es una cuestión indirecta. Por un disgusto o por estrés se puede fumar más y el tabaco es un factor de riesgo conocido para el cáncer de pulmón".
Eso sí, este experto tiene muy claro por qué las personas se empeñan en creer en este mito: "Nos quedamos más tranquilos al comprobar que hay una explicación". Escobar comparte esta opinión y añade que, en la actualidad, "todavía muchas veces no tenemos una explicación que dar al paciente que viene a la consulta preguntando por qué tiene cáncer". "Es mejor pensar que ha sido por un disgusto que porque te ha tocado la china", subraya.
A los enfermos les genera ansiedad no saber por qué les ha tocado sufrir un cáncerEsta falta de evidencia científica no quita que sea recomendable evitar los disgustos cuando se padece un cáncer, pero por razones muy distintas. "Los que tienen un buen estado de ánimo y no superan la enfermedad viven mejor hasta el final y hacen sufrir menos a los suyos", puntualiza el psiquiatra.
Para la presidenta de la Sociedad Española de Psicooncología (SEPO), Maria Die Trill, una de las claves de esta creencia es que la medicina "suele proporcionar modelos teóricos" que expliquen los fenómenos fisiológicos, pero "existen lagunas", y el cáncer es una de ellas. "Conocemos factores de riesgo y alteraciones genéticas que explican un pequeño porcentaje de los casos, pero no sabemos la causa", afirma.
Esta psicooncóloga subraya que es "muy frecuente" que acudan a su consulta personas que creen que tienen tumores malignos porque han hecho algo malo o porque están siendo castigados. Die Trill explica entonces cómo la ciencia no sustenta esa sensación. "Les explico que desarrollamos esas ideas para reducir nuestro nivel de ansiedad, y les digo que entiendo que debe de ser desconcertante padecer esta enfermedad sin causa aparente", explica.
Otra razón que podría explicar lo extendido de la creencia puede ser, según Die Trill, algunos experimentos con ratones que demostraron que cuando se somete a estrés a roedores con tumores, el cáncer crece más rápido. Pero la experta es clara al señalar que dichos resultados "no se pueden extrapolar a los seres humanos".
La falta de evidencia científica sobre la relación del sufrimiento y el cáncer no se debe, en todo caso, a que sea un campo poco estudiado. En 2004, la revista Clinical Psychology Review publicaba el estudio Factores psicológicos y el desarrollo de cáncer: evidencia después de 30 años de investigación. Los autores revisaron 48 estudios y concluyeron que no hay ningún factor psicológico que demuestre influencia en el desarrollo del cáncer de forma convincente.
El psicoterapeuta del Helen Dowling Institute (en Holanda) Bert Garssen, investigador principal de este análisis, afirma que lo que sí se han identificado son factores psicológicos "de los que no se puede descartar completamente una influencia". Así, no se ha desechado que la necesidad de ayuda no correspondida y sentirse reprimido estén relacionados con un peor pronóstico de la enfermedad. Tampoco se puede descartar del todo que minimizar el problema e incluso negarlo influya en un mejor pronóstico del cáncer.
Un trabajo publicado en 2002 en British Medical Journal demostraba que tampoco hay evidencia científica de que afrontar el cáncer con una u otra actitud influya en la supervivencia. "No hay que presionar a los pacientes para que asuman su cáncer de una determinada forma, al menos para sobrevivir", concluyen los autores. Eso sí, tal y como recuerda Die Trill, la depresión en los pacientes de cáncer "puede hacer que no luchen tanto y que no sigan rigurosamente los tratamientos".
"No sólo compartimos ciencia"Aunque la evidencia científica ha fallado reiteradamente en demostrar la relación entre traumas psicológicos y cáncer, algunos oncólogos tienen sentimientos contradictorios al respecto. El jefe del Departamento de Oncología del Hospital General Universitario Gregorio Marañón, Felipe Calvo, señala que es "muy evidente" que coinciden muchas veces situaciones traumáticas y el desarrollo de un cáncer. "Los enfermos identifican un trastorno emocional", apunta para, a continuación, resaltar que esto se sitúa "en la parte no científica". "Los médicos no sólo compartimos ciencia con nuestros pacientes".
Aunque este oncólogo reconoce que dichos casos no suponen "una presencia abrumadora" cree también que la relación entre acontecimientos traumáticos y cáncer no es algo que se busque en la historia clínica y que, de hecho, "se evita". "Pero si se busca, aparece bastante", añade.
Entonces, ¿por qué ningún estudio ha logrado demostrar el nexo sufrimiento-cáncer? Para Calvo, que en ningún momento cuestiona la evidencia científica al respecto, la clave está en el propio método científico "extremadamente exigente". El médico señala que para evidenciar con un ensayo clínico válido que la tristeza podría estar asociada al cáncer habría que "buscar un solo modelo de enfermedad y un solo modelo de sufrimiento". El oncólogo recuerda que esta enfermedad es, en realidad, un conjunto de "más de 60" patologías y que el sufrimiento oncológico "tiene todos los matices del mundo". "Es un tema muy complejo donde hacer ciencia", resume.
Aun reconociendo que no se trata más que de especulaciones, Calvo se apoya en una hipótesis respecto al origen del cáncer que afirma que en los tejidos "se van creando fallos". Esta teoría apunta a que el organismo podría desarrollar "alrededor de 150 tumores" en la vida pero que él mismo "es capaz de regular los eventos moleculares que los producen". A su juicio, la clave para lograrlo es "la inmunidad fuerte". "Lo que sí se sabe es que la depresión tiene impacto en la inmunidad; esa sería, según mi criterio, la relación", comenta. "No creo que sufrir pueda producir cáncer, sino que puede deteriorar el sistema inmunológico".
El sufrimiento que sí causa enfermedadesAunque la ciencia no ha logrado demostrar que exista una relación entre el estrés y el sufrimiento con la aparición y el peor pronóstico de un cáncer, ambos sentimientos sí son causa –directa o indirecta– de otro tipo de patologías. De menor a mayor gravedad, la primera patología que se puede achacar a un evento psicológico es el resfriado común. Diversos estudios han demostrado que un acontecimiento adverso puede no sólo causar una depresión psiquiátrica sino, también, afectar al sistema inmunológico y hacer que el cuerpo sea menos hábil a la hora de luchar contra virus y bacterias. Así, es aceptado por la comunidad científica que las personas tristes o deprimidas sufren más resfriados.
La medicina psicosomática es la disciplina que trata la relación entre las emociones y las patologías orgánicas. El término psicosomático fue acuñado en 1918 y ha gozado de una reputación desigual hasta hace relativamente poco tiempo. Según la médico y psicoanalista Alejandra Menassa –especialista en este campo–, a las personas les cuesta creer que los procesos psíquicos “en su insistencia, pueden producir crisis somáticas”. Sin embargo, la experta recurre a algo tan común como el rubor para explicar la evidencia. “El proceso se ve muy claro cuando nuestro rostro se ruboriza al escuchar una determinada frase”, apunta.
Para Menassa, no se puede decir que los acontecimientos traumáticos provoquen en sí enfermedades, pero sí que lo hace “la manera que tiene cada uno de reaccionar ante tal suceso”. Define las patologías psicosomáticas como aquellas desencadenadas “más por la angustia que por la depresión” y, entre ellas, destaca la hipertensión.
El vicepresidente de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), Francisco Chorro, señala por su parte que hay estudios que demuestran que una situación de depresión por un acontecimiento grave facilita diversos mecanismos que pueden predisponer a sufrir una afección cardíaca. Estos van desde variaciones en el sistema nervioso vegetativo hasta cambios en la inmunidad o en la inflamación. Sin embargo, la prudencia vuelve a imperar a la hora de establecer un nexo directo entre sufrimiento y enfermedad. Por eso, para Chorro, dichas conexiones no son “claras y rotundas”. “Lo más prudente es decir que en algunos estudios se han observado y en otros no”.
Respecto a si la depresión empeora el pronóstico de quien ya ha sufrido un evento cardiovascular, el vicepresidente de la SEC cree que “predominan los trabajos que no logran demostrarlo”.
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