Este artículo se publicó hace 8 años.
Un estudio científico eleva el balance de daños del meteorito que acabó con los dinosaurios
Dos investigadores zaragozanos hallan en Túnez indicios de que la hecatombe, que se llevó por delante al 70% de las especies animales terrestres, fue más severa de lo que se pensaba, tal y como atestigua la desaparición de un grupo de organismos microscópicos del plancton
ZARAGOZA .- Los efectos del impacto del meteorito que hace 66 millones de años exterminó a los dinosaurios fueron mayores de lo que hasta ahora se estimaba. Así lo apunta una investigación que los micropaleontólogos de la universidad de Zaragoza, Ignacio Arenillas y José Antonio Arz han desarrollado en Túnez, donde han hallado indicios de que la hecatombe, que se llevó por delante al 70% de las especies animales terrestres, prácticamente erradicó un grupo completo de microorganismos del plancton, claves para la vida marina.
Los investigadores, especializados en el estudio de unos fósiles microscópicos llamados foraminíferos planctónicos, centran su trabajo en el “evento de extinción” que provocó un meteorito en el llamado “límite KT”, en el tránsito de la era cretácica a la terciaria. Este tipo de protozoos, que llevan formando parte del plancton marino desde el Jurásico, hace 160 millones de años, resultan clave en la paleontología para estudiar los cambios climáticos y la evolución de los océanos en el pasado o los eventos de extinción.
De hecho, resultaron claves para determinar la edad exacta del impacto de un gran asteroide a finales del Cretácico. Las dataciones de Arenillas y Arz, miembros del Departamento de Ciencias de la Tierra y del Instituto de Investigación en Ciencias Ambientales de Aragón, publicados en 2010 en la revista Science, permitieron establecer la coincidencia temporal de la extinción del límite KT con el impacto del meteorito Chicxulub, una roca de diez kilómetros de diámetro, en la península mejicana de Yucatán.
El hallazgo de una nueva especie –fosilizada- de estos protozoos echa por tierra las teorías que hasta ahora apuntaban a que las especies actuales de foraminíferos planctónicos procedían de unas pocas que hace 66 millones de años habrían sobrevivido a la extinción. Y, por el contrario, aporta indicios de que su extinción fue prácticamente total. El plancton, que agrupa a algas, protozoos y otros organismos que flotan en la superficie de las masas de agua oceánicas, resulta clave para mantener el equilibrio ecológico y las cadenas alimentarias de los mares, por lo que su desaparición afectó a toda la biota.
“Hasta ahora se pensaba que algunos foraminíferos planctónicos habían sobrevivido a la extinción y habían dado lugar a las especies actuales tras 66 millones de años de evolución. Vendrían a ser como las aves y mamíferos cretácicos que sobrevivieron y que, con el paso del tiempo, dieron lugar a las actuales especies”, explica Arenillas. Sin embargo, la especie que y Arz han hallado en Túnez “no tiene ninguna relación con los cretácicos”.
Según adelanta la revista Historical Biology, en realidad, el ancestro de los actuales foraminíferos de superficie no fue un superviviente planctónico del límite KT, sino una especie bentónica llamada Caucasina que durante el Cretácico habitaba el fondo de mares poco profundos y la morfología de cuya concha “indica que probablemente era capaz de sobrevivir y de reproducirse ocasionalmente formando parte del plancton”. Los investigadores zaragozanos han hallado en Túnez el “eslabón perdido” entre esta y las primeras especies planctónicas del Terciario, a la que han bautizado como Pseudocaucasina antecessor.
“Esto hace innecesario presuponer la supervivencia de las especies de los foraminíferos planctónicos cretácicos”, explica Arenillas, quien anota que el descubrimiento “avalaría la hipótesis de una extinción casi total de las especies de estos protozoos, prácticamente como les ocurrió a los dinosaurios y a otros grandes reptiles voladores y marinos”, al tiempo que apunta a que los efectos del meteorito en los mares –aumento de la contaminación, de la acidez y de la temperatura del agua – serían “mucho más severos de lo que se pensaba hasta ahora”.
Según el micropaleontólogo, la extinción “afectó a toda la biota, incluido el plancton marino, que es prácticamente la base de la vida en la Tierra al suministrar nutrientes a los océanos y los peces. Eso afectó a la supervivencia de la mayoría de los animales marinos que existían”. La comunidad científica da por hecho que la extinción erradicó en torno al 70% de las especies que poblaban el planeta a finales del Cretácico.
“La extinción no fue total. Sí para los dinosaurios y casi para los foraminíferos planctónicos, que tuvieron que resurgir de nuevo y volver a colonizar las aguas superficiales de los océanos”, añade. El nuevo protozoo superficial apareció unos 3.000 años después del límite KT a partir de otro que habitaba los fondos marinos, de manera similar a lo que había ocurrido casi cien millones de años antes, en el Jurásico.
Los investigadores zaragozanos tienen previsto continuar con sus trabajos en esta materia. “Tenemos que demostrar si hubo realmente alguna especie que lograra sobrevivir a la crisis, hemos de acabar de concretar si nuestra tesis es realmente cierta”, anota.
“Aunque son necesarios más estudios, este descubrimiento sugiere que los efectos medioambientales del impacto de Chicxulub en las capas superficiales de los océanos fueron mucho más severos de lo que se pensaba”, informó la Universidad de Zaragoza.
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