Este artículo se publicó hace 2 años.
Arsenal de precisión contra el cáncer de pulmón
Los fármacos dirigidos a mutaciones genéticas específicas y la inmunoterapia que refuerza nuestro propio sistema inmune le plantan cara a este cáncer que cerrará 2022 con 31.000 nuevos diagnósticos en España.
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El cáncer de pulmón es el más letal que existe, con una supervivencia global del 20%. Los últimos avances en tratamiento y diagnóstico, sin embargo, están dando un buen revolcón a las cifras. Para bien. Si "hace cinco años solo un 5% de los pacientes sobrevivía a los primeros cinco años tras el diagnóstico, hoy la tasa ha subido a un 20-30%", cuenta a Público el doctor Bartolomeu Massuti, jefe del servicio de Oncología en el Hospital General de Alicante y Secretario general del Grupo Español de Cáncer de Pulmón (GECP).
El mérito es de la medicina de precisión, que ha entrado por la puerta grande y lo ha hecho para quedarse. "Ahora, los tratamientos se seleccionan en base a las características de las células tumorales de cada paciente", apunta este experto. Porque no todos los cánceres de pulmón son iguales, sino que pueden exhibir distintas mutaciones. Por eso, no todos los pacientes responden igual a los mismos fármacos. Tenemos la suerte de que algunas de estas alteraciones genéticas o mutaciones han sido etiquetadas y se han encontrado los medicamentos que pueden actuar sobre ellas, destruyéndolas. Son lo que se conoce como dianas genómicas.
Retrato molecular del tumor
Así, lo primero que debe hacerse cuando se diagnostica la enfermedad, es un estudio genético de las células malignas, mediante secuenciación de próxima generación (NGS). "En el 20% de los casos, se detectan estas dianas genómicas y la quimioterapia es el tratamiento de elección", nos dice Massuti. Es decir, se administran al paciente compuestos químicos específicos que ya sabemos que son eficaces para combatir las mutaciones concretas que tiene. ¿Pero qué pasa con el 80% restante?
Aquí entra en escena otro de los grandes logros de la oncología moderna, la inmunoterapia. Mientras que la quimioterapia destruye las células que crecen y se duplican, ya sean enfermas o sanas, la inmunoterapia no actúa directamente sobre los tumores, sino que restablece la respuesta inmunitaria. Como nos explica este investigador, "se estimula a los linfocitos T –fábricas de anticuerpos de nuestro sistema natural de defensas– del organismo para que puedan identificar y destruir a las células cancerosas". Es una especie de contraataque ante la estrategia defensiva del tumor, que es capaz de inhibir el funcionamiento normal de los linfocitos, para no ser detectado por su sistema de reconocimiento. La inmunoterapia lo que hace es desbloquear esa artimaña tumoral, liberando a las células T de su "hechizo".
Echar un cable a nuestro sistema inmune
Tan buena noticia es esta nueva técnica que "está abriendo las puertas a la curación en un grupo minoritario de pacientes. Es posible que, en algunos casos, al restablecer la respuesta inmunitaria del cuerpo, esta llegue a controlar el tumor", asegura Massuti con prudencia y esperanza. "Empezamos a tener los primeros casos en que está sucediendo".
También relacionado con la interacción entre el cáncer y nuestras defensas, otro estudio diagnóstico de precisión se enfoca en la expresión de las proteínas relacionadas con la inmunidad. "Nos permite saber qué medicamentos utilizar, según el grado en que el tumor afecta al sistema inmune", señala el oncólogo.
Estos avances tan prometedores que ya se están aplicando en el sistema público de salud español se ven empañados, sin embargo, por una mala noticia. No solo ha aumentado un 21% la incidencia en adultos de mediana edad, entre 50 y 60 años, sino que "los casos en mujeres han subido un 134% en los últimos diez años. Hoy representan la cuarta parte de los pacientes", alerta Massuti.
El tabaco, a la basura
La explicación está en que, en la década de los 80 y los 90, hubo un aumento de mujeres jóvenes que se iniciaron en el hábito de fumar, antes mayoritariamente masculino. Y los varones empezaron a hacerlo a edad más temprana. Las consecuencias llegan unas dos o tres décadas después, que es lo que estamos viendo ahora. Por eso, en la actualidad, "es un dato preocupante lo extendido que está el tabaquismo entre la preocupación adolescente", señala este especialista. Hoy, además, las tornas han cambiado y "fuman más las chicas que los chicos".
Y es que no hay mejor tratamiento que la prevención, es decir, evitar las causas de la enfermedad, de las que se lleva la palma el tabaco. El 87,8% de los pacientes en España son o han sido fumadores, según los últimos datos del Registro de Tumores Torácicos GECP. "El segundo factor de riesgo es el tabaquismo pasivo, es decir, convivir con personas que fuman. El tercero es el radón, un gas inerte que se desprende de suelos graníticos, y el cuarto, la contaminación ambiental, cada vez más preocupante", añade Massuti.
Letal y escurridizo
Pero, cuando ya es tarde para prevenir, llega la hora de curar. El problema del cáncer de pulmón es que es difícil de operar: la mayoría de las veces, cuando se detecta, ya ha hecho metástasis, porque el 30% de los casos no tiene síntomas y, si los hay, se pueden confundir con los de otras muchas dolencias respiratorias. "Solo una cuarta parte de los pacientes están dentro de las posibilidades quirúrgicas. De este grupo, el 80% llega a curarse", nos dice Massuti.
¿Qué mensaje podemos dar a los otros dos tercios de afectados? "Que hay posibilidades de tratamiento y de cronificar la enfermedad y que esto pasa por el diagnóstico molecular. Hay que ponerse en manos de un equipo multidisciplinar y buscar cuál es el mejor tratamiento para cada paciente y cada momento de su evolución, como se hace con cualquier dolencia crónica que pasa por distintas etapas".
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