Este artículo se publicó hace 15 años.
Wen Jiabao presenta un plan de estímulo para la estabilidad social durante la crisis
El primer ministro chino, Wen Jiabao, reconoció hoy en su discurso sobre el estado de la nación que la presión sobre el empleo es "grave" y presentó el paquete de estímulo de 4 billones de yuanes (586.000 millones de dólares, 464.000 millones de euros) en dos años, anunciado en noviembre.
Aunque prometió un "significativo aumento" de la inversión estatal en 2009, no respondió a las expectativas de los analistas que esperaban hoy un paquete adicional de estímulo, sin el que creen será difícil lograr la meta del 8 por ciento anual del PIB.
La necesidad de "armonía" y estabilidad social durante la crisis económica y financiera centró el discurso del jefe del Ejecutivo chino, quien también abrió la puerta a un tratado de paz con Taiwán.
El gasto público aumentará un 54 por ciento en 2009 hasta los 132.716 millones de dólares, la mitad para infraestructuras agrícolas, ferrocarriles y programas rurales, y el resto a vivienda económica, educación, sanidad, ahorro energético, medioambiente y cultura.
El déficit público alcanzará la cifra récord, para China, de 139.000 millones de dólares, incluyendo los presupuestos locales, en total, un 3% del PIB.
Ante los 2.985 miembros del plenario de la Asamblea Nacional Popular (ANP), el órgano que desde su creación en 1954 da carta de legalidad a las propuestas del Gobierno, Wen destacó que "la crisis sigue expandiéndose y aún no ha tocado fondo".
Entre aplausos y el rumor del pasar de páginas de los delegados en el primer día de plenario, Wen intentó convencer de que el crecimiento del 8 por ciento del PIB en 2009 es factible.
"Siempre que nos apoyemos firmemente en la dirección del Partido y el pueblo, no tendremos, sin duda, dificultad insuperable, y podremos reducir al mínimo el impacto negativo de la crisis".
La tercera economía mundial sufre de lleno la crisis desde el último trimestre de 2008, que arrastró el PIB anual al 9 por ciento, frente al récord del 13 por ciento de 2007.
El cierre masivo de factorías exportadoras se tradujo en 20 millones de nuevos desempleados, a los que hay que añadir los 7,1 millones de mayor cualificación, con aumento del riesgo de revueltas sociales en un año de aniversarios peligrosos: Tíbet, Tiananmen, el Muro de la Democracia y Falun Gong.
Pekín calcula que el 8 por ciento es el mínimo crecimiento anual para garantizar la creación de 9 millones de puestos de trabajo, aunque el Fondo Monetario Internacional (FMI) no cree que China supere este año el 6,7, el índice más bajo en dos décadas.
El desglose del plan de estímulo para la crisis se solapa con partidas anteriores y nuevas, pero responde al objetivo medular del XI Plan Quinquenal 2006-2010, cuya aplicación casi al fin del período y a la luz del discurso de hoy, todavía es deficitaria.
Wen insistió en que la meta es asentar el crecimiento en la demanda interna con una reducción tributaria, aumento crediticio y masivo gasto en infraestructuras, además de la recuperación de beneficios sociales gratuitos sobre todo en el campo.
La reforma de la asistencia médica y sanitaria para los próximos tres años le costará al Gobierno 124.000 millones de dólares, destinados a "solucionar de forma efectiva el problema del acceso costoso y difícil" a este derecho básico, señaló Wen.
La reestructuración modernizará "sectores prioritarios": automoción, siderurgia, naviera, petroquímica, industria ligera, textil, metales no ferrosos, equipos industriales, electrónica e informática y logística, y se abandonará el acento en las manufacturas baratas que hicieron crecer a China.
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