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Victoria con autorretrato

El Madrid vence pese a exhibir sus males

LADISLAO J. MOÑINO

Rostros tensos en los jugadores, recibidos con abucheos. Algunas pancartas contra la Caja Mágica y la directiva. Uno de los fondos más ruidosos cuyos hinchas deciden abandonar las gradas en señal de disconformidad. Y un inicio de partido horroroso (2-11). El primer cuarto fue un autorretrato de los males que siete horas antes había argumentado Messina para justificar su dimisión. División en la cancha y fuera de ella.

La defensa ordenada por Molin se quedaba en los bloqueos y las ayudas no aparecían en la pintura. Ni piernas, ni cabeza, condiciones ideales para que McDonald reinara en el inicio con su culeo y sus tiritos cortos. Sólo Tomic le respondía en el otro aro. Pero el serbio también contribuía a ese autorretrato madridista desde la línea de tiros libres, sólo convirtió uno de sus primeros seis intentos.

Tardó 16 minutos el Madrid en ponerse por delante en el marcador (25-24). Los centímetros de Tomic y de Begic, con dos tapones revitalizadores, y el poderío físico de Fisher fueron decisivos para mantener a su equipo en el partido.

Pepu intentó hurgar en la herida del Madrid con un par de defensas zonales que duraron poco. Era una apuesta que buscaba una desestabilización definitiva del Madrid, un derrumbe por agarrotamiento de muñeca. No fue así. Tucker, Llull y Carlos Suárez empezaron a ver aro en el inicio del tercer cuarto en el que el Madrid le devolvió a la Penya el parcial del inicio del encuentro (11-2). El partido parecía resuelto, pero Jelinek se empeñó desde la línea de tres puntos en probar el equilibrio anímico del Madrid. El checo puso el 63-57 a falta de cuatro minutos. Entonces, fue el momento del estirón definitivo (15-3) liderado desde el perímetro por Llull y Suárez.

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