Este artículo se publicó hace 13 años.
La UE suavizará los rescates pero no acuerda la ayuda de la banca a Grecia
Pese a la grave situación, se mantienen las fuertes discrepancias sobre la aportación de las entidades privadas
La máxima presión de los mercados sobre la deuda italiana y española no consiguió que la zona del euro cerrase ayer el segundo rescate de Grecia. Los ministros de Economía de la moneda única lograron un consenso de mínimos sobre tres medidas para aliviar la presión sobre Grecia, pero descartaron un compromiso antes de septiembre sobre la parte fundamental: la participación del sector privado en el nuevo programa de financiación.
El presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, describió un acuerdo para "flexibilizar" los usos del actual fondo de rescate (de 750.000 millones de euros), lo que podría incluir la compra de deuda griega para que Atenas no tenga que someterse en los próximos tres años a la misión imposible de refinanciarla.
El acuerdo incluye también la rebaja del tipo de interés que paga Grecia por los préstamos de la eurozona y también la participación del sector privado a través del "alargamiento de plazos" de los contratos de deuda ya en vigor, algo que "sin duda ayudará mucho a Grecia", según Juncker. La vicepresidenta económica, Elena Salgado, confió en que el acuerdo alivie la presión sobre España, pero recordó que el Tesoro no afronta emisiones de deuda esta semana, por lo que dispone de margen.
Sin embargo, el volumen de la participación del sector privado y si será obligatoria sigue siendo motivo de discordia. Según fuentes comunitarias, la propuesta de la banca francesa, que pretendía que las entidades privadas reinvirtieran hasta el 70% de ese dinero para facilitar la refinanciación de Atenas, ha pasado de ser la primera opción a sólo una de varias. La fórmula perdió su utilidad al ser denostada por la agencia Standard & Poor's (S&P), que amenazó con interpretarla como una coacción al sector privado que ocultaría la insuficiencia del euro para ayudar a sus socios.
Podría reducir los tipos de interés de sus préstamos y alargar los plazos
Según S&P, la medida equivaldría a un impago parcial, que ahuyentaría a los inversores de Grecia y, por precaución, de otros países, como España, Italia y Bélgica. La nueva opción, defendida por Holanda, Austria, Finlandia y discretamente por Alemania, pasa por obviar esa reacción del mercado y simplemente dejar que Grecia no devuelva parte de lo prestado. Sería el único modo de alcanzar los 30.000 millones que reclaman a los grandes bancos dentro de un programa de ayudas que ascendería a los 85.000, una vez sumados los fondos públicos. "La participación sustancial del sector privado es una precondición para Países Bajos y Alemania", advirtió antes de la reunión Jan Kees de Jager, el ministro holandés. "Todavía queremos que sea voluntaria, pero algunas agencias de rating verán cualquier participación sustancial como no del todo voluntaria", apuntó.
Frente a esta tesis se ha plantado Jean-Claude Trichet. Para el Banco Central Europeo (BCE), la reacción de los mercados financieros es imprevisible y puede agravar más la situación con una estampida de los países más acorralados, donde la demanda de deuda pública es fundamental para la refinanciación de la economía. Su sucesor en el cargo desde noviembre, Mario Draghi, advirtió el mes pasado de que eso supondría una versión moderna de la caída de Lehman Brothers, pero en la piel de todo un Estado.
Para Reynders, es imprescindible "no tropezar dos veces con la misma piedra", en alusión a la caída del banco norteamericano, que en 2008 marcó el inicio del desplome de decenas de entidades en todo el mundo. Para España, Italia o Bélgica, en el punto de mira de la especulación, y Francia, las exigencias del grupo de países que lidera Alemania podrían ser un remedio peor que la enfermedad griega. Según Salgado, que admitió su "temor" a que cree "inestabilidad", toda aportación de la banca privada debe ser "voluntaria".
Holanda y Alemania piden una quita que rechazan España, Italia y Francia
Trichet se reunió ayer con los principales responsables de las instituciones comunitarias, incluidos el presidente del Consejo, Herman Van Rompuy; de la Comisión, José Manuel Durão Barroso, y del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker. El cónclave levantó grandes expectativas pero acabó sin resultados. En el mismo día, Grecia volvió a dar un disgusto al anunciar una desviación al alza del 23% en su objetivo de reducción del déficit.
Para el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, el acuerdo no urge. "Negociaremos rápido, pero sin precipitación, un nuevo programa para Grecia. Estamos en la dirección correcta", aseguró, recordando que Grecia tiene las necesidades de financiación a más corto plazo cubiertas. Según él, la culpa del contagio a Italia se debe a la situación presupuestaria del país, "que no es fácil", aunque el Gobierno de Silvio Berlusconi ha presentado un plan "muy convincente" para cerrar el agujero de las cuentas públicas. Angela Merkel se lo reclamó desde Berlín. "Debe enviar una señal importante con un acuerdo en el presupuesto que cumpla las necesidades de austeridad y consolidación", dijo presionando a Berlusconi a ahorrar los 48.000 millones en tres años que ha prometido.
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