Este artículo se publicó hace 13 años.
Un tribunal de rabinos condena a muerte a un perro por tener el alma de un abogado maldito
Los rabinos ordenaron a un grupo de niños que apedreasen al animal. El can salió corriendo y salvó la vida
Un tribunal rabínico de Jerusalén condenó a un perro a la pena de muerte por lapidación al considerar que el alma de un abogado secular al que habían maldecido veinte años antes se había apoderado del canino.
El caso, del que da cuenta el diario Yediot Aharonot , ocurrió el pasado miércoles en el tribunal de una de las comunidades ultraortodoxas del barrio Mea Shearim, al que el perro había entrado y que se negó a abandonar después de los repetidos intentos para ahuyentarlo por parte de los guardianes.
Según el diario, uno de los jueces rabínicos recordó entonces que veinte años antes, en el mismo lugar, sus predecesores habían maldecido a un abogado secular famoso cuya alma, al fallecer, debía quedar encerrada en ese animal que la ley religiosa judía considera impuro.
El perro entró en la sede de un tribunal rabínico y no quiso salir pese a los intentos por ahuyentarlo; lo mismo que ocurrió con un abogado 20 años atrás
El juez rabínico, cuyo nombre no se da a conocer, dijo haber identificado al abogado en el perro, que, indignado a su vez por la maldición, había acudido de nuevo al tribunal para ser liberado.
Los rabinos ordenaron apedrear al animal hasta que "el alma saliera", es decir, hasta que el can muriera.
El presidente del tribunal, el rabino Levin, desmintió que existiera un fallo judicial al respecto, pero uno de los guardianes confirmó los hechos y aseguró que "había salido una orden verbal a un grupo de niños para que lo apedreasen, no como castigo al animal, sino para liberar el alma del abogado que amedrentaba" al canino.
Afortunadamente, antes de ver aplicada la condena el perro huyó del recinto y salvó su vida, lo que no ha disuadido a dos organizaciones de defensa de los animales de presentar una denuncia contra el presidente del tribunal rabínico.
En Israel estos tribunales tienen la misma autoridad que los civiles, aunque a ellos sólo suelen acudir personas de fuertes convicciones religiosas que prefieren la legislación rabínica a la de los magistrados del estado.
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