Entrevista a Majid Majidi"Si todos los niños accedieran a la educación, no los veríamos en la calle siendo abusados o explotados"
Madrid-
El veterano cineasta exige desde su nueva película, Hijos del sol, el derecho a la Educación para todos los niños. Rodada con niños de la calle y trabajadores infantiles de Teherán, la película es un precioso relato que se mueve entre el cine social y el de aventuras, con toques de thriller y de documental.
En el mundo hay 250 millones de niños que viven en la calle. De ellos, 152 millones trabajan en condiciones muy peligrosas. A todos ellos se les ha robado la infancia. A todos se les han arrebatado sus Derechos Fundamentales: la igualdad, la protección especial, la alimentación, vivienda y atención médica... y, por supuesto, la educación. En Irán hay algunas escuelas dedicadas a los niños de la calle que subsisten con aportaciones voluntarias. De una de ellas, Sobhe Rooyesh, en el Sur de Teherán, salieron algunos de los magníficos actores de Hijos del sol, la nueva película del veterano cineasta Majid Majidi.
Hijos de familias muy pobres, de padres divorciados, que están en prisión o son adictos a las drogas, estos niños se han revelado como un precioso tesoro interpretativo. "El más valioso tesoro del planeta", en palabras de este director, un creador comprometido con la infancia desde sus inicios en el cine, que juega, precisamente, con la búsqueda del 'tesoro' en su película.
Es la historia de Ali (Roohollah Zamani), un niño de doce años, y sus tres amigos, uno de ellos refugiado afgano. Todos trabajan para mantener a sus familias, hacen apaños y encargos y cometen pequeños delitos para conseguir dinero rápido. A Ali, el jefe de una mafia del barrio le encarga que encuentre un tesoro escondido en la ciudad, en el sótano de la escuela Hijos del Sol. Para acceder al túnel por donde deben entrar, tienen que inscribirse como alumnos. A partir de ahí, la película –con un deliberado aspecto de cine documental– se mueve ligera y cómodamente por el territorio del thriller, del cine de aventuras y el cine social.
¿Cuál es la situación de la infancia en Irán?
Hay muchos niños de la calle y muchos niños trabajando. Me consta porque he trabajado con niños vulnerables y niños trabajadores. Sé que es un fenómeno mundial, hoy hay 152 millones de trabajadores infantiles en el planeta, pero en Irán hay un problema añadido que es el de los 7 millones de afganos en el país.
Y la realidad de los niños afganos, ¿puede ser incluso peor?
Sí. Los refugiados siguen existiendo y están cada vez en peor situación y todo a causa de las guerras por encargo. En Afganistán, por la presencia de EE.UU., la población lo tiene cada vez más difícil. Pero en Irán también hay refugiados de Irak y de Pakistán. Hay algunos que son, como ellos dicen, legales, pero la mayoría son ilegales, y todos vienen por culpa de guerras promovidas por los países occidentales.
Las guerras son un gravísimo problema, pero no es el único en Irán para los niños ¿no?
Todas las guerras dañan a los países, a la región, a las familias y sobre todo a los niños, que son los que más sufren. Pero es verdad, en Irán, además, llevamos más de cuatro décadas soportando sanciones económicas, y aho ra con el Covid la necesidad de medicamentos es urgente y por culpa de EE.UU. no podemos importar medicinas. Otra vez, los que más sufren esta situación son los niños.
Usted hace un retrato muy triste de esa realidad, pero al mismo tiempo convierte la película en cine de aventuras...
Todo lo que se ve en la película tiene sus raíces en la vida real de esos niños trabajadores. Su vida está llena de aventuras, cada día viven una aventura nueva y yo quería llevar precisamente eso a la pantalla. Además de la denuncia, quería transmitir lo atractivo que tiene esta historia.
Pero ¿lo más importante de 'Hijos del sol' es la reivindicación del derecho la educación de todos los niños?
El futuro de cada nación depende de los niños, hay que comprender la importancia que tienen, son un tesoro mucho más valioso que el más valioso recurso natural. Los niños tienen derecho a la vida y a la educación. Hay una secuencia emblemática en la película que en realidad es un sueño, mi sueño, un sueño sin resolver y difícil de materializar. La infancia se enfrenta a graves problemas, pero por lo menos demos a los niños su derecho a la educación.
¿Cómo cambiaría el mundo?
Si los niños vieran cumplido ese derecho, en una década en vez de verlos en la calle, donde serán abusados, explotados o delincuentes, los veremos en las universidades. Y allí podrán modificar su vida, la de su familia y la de la sociedad y podremos llegar a tener una generación progresista. Lo vemos en la propia película. Ali, el niño protagonista, es un tesoro, hemos descubierto verdaderos talentos de cine. Nosotros hemos encontrado el tesoro. Los niños pueden revolucionar el mundo entero. La película invita a la participación popular y de los gobiernos a conseguir ese sueño.
Los padres de los niños de la película o están en la cárcel o son adictos a la droga, ¿eso son causas o consecuencias?
Ambas, pero sobre todo es una realidad. Los niños se ven obligados a trabajar por la mala situación económica de sus padres o porque están en la cárcel o divorciados o son adictos a las drogas. Es la gran vulnerabilidad de los niños. Hay que decir que la drogadicción es un problema social en Irán que va aumentando cada vez más en la clase social pobre. Tenemos una frontera muy larga con Afganistán que es uno de los mayores centros de drogas del mundo. Las drogas llevan a estos hombres a la pobreza económica y después a la cultural, y, como siempre, los que más reciben el impacto de esta situación son los niños.
En Irán ¿tiene usted completa libertad como cineasta?
Es una pregunta que me hacen permanentemente desde Occidente. En Irán hay censura en la medida en que la hay en todo el mundo, solo que cada país tiene sus especificaciones. Una película como ésta demuestra que la libertad existe. Por supuesto, a los gobiernos les interesa decir que en sus países todo va bien, pero la misión de un cineasta es la de criticar y denunciar si hay cosas que fallan. Con el presidente anterior, Mahmud Ahmadineyad, la censura era mayor, pero después se suavizó y hay muchas menos dificultades. La presencia activa de los intelectuales, pensadores, cineastas... en la vida pública ayudó a que se suavizara.
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