Este artículo se publicó hace 15 años.
Teodoro Gómez lleva casi cien años amasando pan en Valladolid
Una larga vida de casi cien años dedicada a fabricar pan en Valladolid cada día y una visión del mundo de los negocios que se resume en el principio de "trabajar duro y guardar para mañana" es lo que ha hecho que Teodoro Gómez haya superado varias crisis y mantenido su actividad hasta hoy.
Este hombre de 99 años, vallisoletano del barrio de Las Delicias y curtido en episodios de escasez, afirma haber nacido prácticamente debajo de la artesa, pues desde que a los 11 años dejase de ir a la escuela ha trabajado en el negocio panadero.
De abuelo, padre, hijos y nietos dedicados a esta práctica, Gómez declara a EFE que hasta que llegaron los avances tecnológicos pasaron años levantándose a la 1 ó las 2 de la mañana para tener listos los pedidos que su padre le encargaba para el día siguiente.
"He trabajado como un perro para salir adelante y he pasado calamidades, pero como me ha gustado, lo he hecho con satisfacción y sacrificándome", confiesa el panadero, quien explica porqué rehusó jubilarse con un dicho castellano: "Hacienda, que tu amo te atienda (y sino que te venda)".
Y es que Gómez reconoce que todos los días tiene que estar a las 10 de la mañana en su fábrica de pan, situada en un polígono vallisoletano, pues de lo contrario siente que le falta algo. "Dicen que las costumbres hacen las leyes, y yo creo que eso es verdad", compara el panadero.
Heredero de una fábrica que fundó su abuelo en 1891, este vallisoletano sostiene no entender muchos de los mecanismos que rigen la vida moderna, sin embargo, afirma que las máquinas que ha introducido en su negocio lo han modernizado y han hecho que los trabajadores "vivan mejor y trabajen menos".
"Hace años nos pasábamos trabajando toda la noche y nos dábamos la paliza en el horno cociendo el pan, hoy en día eso se ha corregido un poco con los nuevos aparatos", concreta.
En la segunda fábrica de pan que esta familia adquirió en la carretera Segovia, también en Valladolid, Gómez explica que había una transmisión "grandísima" sobre un árbol de diez metros en el que se ponían poleas y correas para poder mover todas las máquinas necesarias para hacer el pan", un vetusto método que con los años se ha perfeccionado.
No obstante, el panadero pone un pero a la bonanza que ha traído el avance, pues la mecanización del proceso de fabricación del pan ha provocado que en el mercado laboral no existan los "especialistas" que antes sabían al dedillo todos los pasos del trabajo.
Todos estos años de experiencia en el mundo de la empresa y el haber superado varias épocas de depresión económica, han hecho que Gómez mire desde un punto de vista privilegiado la crisis actual y ofrezca un diagnóstico peculiar sobre por qué se ha llegado a ella.
"Antes mirábamos al futuro más que ahora", señala. "La vida está evolucionando constantemente, como la Tierra, y hoy estás de pie y mañana patas arriba", añade. "Dicen que el que guarda halla y hay que mirar para el día de mañana antes de que no nos podamos valer", concluye.
Desde que comenzara a amasar pan hace varias décadas, este vallisoletano sólo cesó su actividad en la Guerra Civil, donde vivió la vida de las trincheras y se dedicó a la atención sanitaria de los heridos jugándose la vida entre ataques.
Estos duros episodios con los años se han transformado en anécdota y ahora Gómez asegura que "el mejor paciente es uno mismo", por lo que no ofrece una receta para llegar a los cien años "con el corazón de un chico joven", como uno de sus hijos explica que el médico le dijo hace pocas fechas.
Aún así, sostiene que "la vida es como el dinero y si no la administras en condiciones, no llegas a últimos de mes".
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