Este artículo se publicó hace 15 años.
Los sueños revolucionarios y de libertad inundan la Mostra de Venecia
Dos sueños muy diferentes se han dado cita hoy en la competición oficial de la Mostra de Venecia: el revolucionario de 1968 en su versión italiana, con "Il grande sogno", y el de libertad en la Teherán de la época del Sha de Irán, en "Zanna bedoone mardan (Women without men)".
Mientras el actor y director Michele Placido hace una recreación benevolente de las protestas estudiantiles en Italia con un filme entretenido y realista pero sin mucho que aportar, la iraní Shirin Neshat utiliza una vía mucho más poética, de una extrema belleza formal y con una buena carga crítica para contar la falta de libertad de las mujeres a finales de los años cincuenta en Irán.
"Zanna bedoone mardan" está ambientada en 1953 en un convulso momento para la sociedad iraní, cuando se produjo el derrocamiento del entonces primer ministro iraní Mohammad Mossadegh, en un golpe de estado orquestado por la CIA.
A través de la vida de cuatro mujeres de diferentes estamentos sociales, Neshat juega con la sutileza y los silencios para mostrar las dificultades a las se enfrentaban, en términos de falta de libertad, violencia y escasez de oportunidades.
Un contenido extremo para un ejercicio formal igual de extremo, en el que la belleza de las imágenes contrasta con la dureza de la realidad de la historia.
"El punto central de la película es la cuestión de la libertad y la democracia", la "lucha de las mujeres y del pueblo de Irán", y, sobre todo, cómo las cosas no han cambiado desde el momento en el que se desarrolla la película, explicó Neshat, que debuta con este filme como directora tras haberse dedicado a las artes visuales.
Al respecto, agregó: "la gente ha cambiado, los dictadores han cambiado pero todo sigue igual" y resaltó la tremenda similitud entre lo que cuenta la película y "lo que está pasando este verano en Irán".
Y aseguró con rotundidad: "Continuaremos luchando por las ideas democráticas y no nos rendiremos".
Con música de Sakamoto, que ha mezclado con habilidad la tradicional persa con la suya, una fotografía muy limpia y cercana a la pintura y unos primeros planos que dicen todo sin necesidad de palabras, el filme es lo suficientemente elocuente para servir de "mensaje para la gente de Irán", que es el objetivo de Neshat.
Frente a esa realidad social iraní, Michele Placido (conocido internacionalmente como protagonista de la serie de televisión "La Piovra") ha querido ofrecer su visión de cómo se vivió el revolucionario 1968 en Italia.
El director ha construido el filme a partir de sus recuerdos personales, ya que llegó a Roma en 1967 y durante dos años trabajó como policía, precisamente en la época de las revueltas estudiantiles.
"He contado mi historia, la historia de Michele Placido", explicó el director en una rueda de prensa en la que se mostró bastante alterado por las preguntas sobre el contenido político de la historia.
"No hay conclusiones políticas en mi película. Es una especie de diario íntimo", dijo Placido, que zanjó el tema diciendo: "Quien quiera que lo entienda y, si no, me da igual".
Una película cuyo eje central es la toma de conciencia de las desigualdades sociales por parte de dos hermanos -Laura y Andrea- de una familia acomodada, que estudian en la universidad y se introducen poco a poco en el movimiento estudiantil.
Laura (Jasmine Trinca) es la que más rápidamente se compromete con sus compañeros revolucionarios y se convierte en uno de los vértices de una relación a tres bandas con un policía infiltrado, Nicola (Ricardo Scamarcio) y uno de los líderes del movimiento, Libero (Luca Argentero).
Una historia que mezcla la revolución con el amor y la familia y que es en su parte de acción donde encuentra su mejor ritmo.
Con un estilo muy similar a uno de los éxitos de los últimos años del cine italiano -"La meglio gioventù" (2003)-, Placido ha buscado un retrato fiel de la juventud italiana de finales de los sesenta.
Una época, explicó el realizador, en la que "había fantasía, energía" y no violencia. "Los jóvenes lanzaban huevos y tomates a los policías, que reaccionaron de forma tan violenta que llevaron a los estudiantes a cambiar su forma de actuar".
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