Entrevista a Roger Torrent"Somos escépticos, pero la mesa de diálogo es una oportunidad que hay que aprovechar"
Barcelona--Actualizado a
Roger Torrent (Sarrià de Ter, 1979) ha sido uno de los principales protagonistas de una compleja legislatura como president del Parlament posterior a la aplicación del artículo 155 de la Constitución. Escogido presidente de la cámara catalana hace apenas dos años, ha vivido desde dentro el día a día de un Parlament que ha vivido momentos de enfrentamiento entre unionistas e independentistas, pero también entre los socios de la propia mayoría independentista. Torrent defiende la estrategia de Esquerra Republicana para alcanzar la independencia e insta al resto de fuerzas independentistas a presentar alternativas a las elecciones, mientras critica que se le haya utilizado como diana para desgastar a ERC. Analiza polémicas como la retirada del acta de diputado del President Torra y critica que la actuación de Ciudadanos en el Parlament se haya centrado en la bronca constante, actitud que según Torrent ha supuesto "una degradación para el sistema político del país".
¿Cómo valora la primera reunión de la mesa de diálogo celebrada durante tres horas el miércoles en la Moncloa?
Estamos satisfechos de que se haya puesto en funcionamiento. Ahora hay que avanzar hacia una solución democrática del conflicto que permita a la ciudadanía de Catalunya decidir su futuro político y poner fin a la represión.
¿Pero qué espera de la mesa de diálogo?
Somos escépticos, no engañamos a nadie. Sabemos que la mejor manera de resolver el conflicto político es a través del diálogo. Lo hemos defendido siempre. Es el sit and talk. La voluntad del independentismo y el republicanismo de Catalunya de sentarnos y atarnos a la mesa para negociar. Pero quien hasta ahora no ha comparecido es el Gobierno español. Ahora se ha abierto una oportunidad política. Los precedentes de los anteriores gobiernos españoles nos hacen ser extremadamente prudentes con la mesa de negociación. Sin embargo, hay que aprovechar la oportunidad para saber si están dispuestos a resolver el conflicto de forma dialogada y negociada, y también para conocer si el Gobierno español tiene alguna propuesta para Catalunya.
¿Eso quiere decir que no se fían de Pedro Sánchez?
Eso significa que, vistos los antecedentes, hay que ir con cautela.
¿Las polémicas generadas por JxCat sobre el calendario o el mediador restan fuerza negociadora de la delegación catalana?
Creo que felizmente se han superado. Ha sido ruido más que nada. Nosotros siempre hemos defendido que no se deben poner sobre la mesa cuestiones que puedan servir de excusa al PSOE para no afrontar la mesa de negociación. Si nos lo creemos –y nosotros nos lo creemos–, debemos tener claro que es una oportunidad política que no nos podemos permitir que fracase. Al final, lo que es importante es lo que ocurrió el miércoles, el comienzo del trabajo, que es lo que hemos pedido y esperado durante años. A partir de aquí, veremos cómo evoluciona. Obviamente, tendremos que ir siguiendo y fiscalizando los acuerdos que puedan establecerse desde las delegaciones, pero también por parte de la ciudadanía. Y, para poder llegar a este punto, primero hay que empezar a trabajar.
¿Las próximas elecciones estarán marcadas por la mesa de diálogo? ¿Se elegirá entre sus partidarios y sus detractores?
La mesa de diálogo no es patrimonio de nadie. Tampoco de Esquerra Republicana. Es un instrumento al servicio del país y del conjunto de la ciudadanía de Catalunya a través de su Govern. Ningún partido político la puede poner en su haber. Después de las elecciones seguirá existiendo y será una plataforma para la negociación política.
Pero Esquerra es quien la ha negociado. ¿No es regalar un poco esta bandera?
ERC tiene una estrategia política para llevar a este país a la independencia, que es consecuencia de 90 años de historia como objetivo histórico e irrenunciable, pero que se actualiza, evidentemente, según la realidad de cada momento. Y la pone sobre la mesa. Al servicio de hacer del referéndum que hoy parece imposible un referéndum inevitable. Gustará más o menos, se podrá estar de acuerdo o no, pero es una estrategia rigurosa, que a nosotros nos parece que es la que nos debe permitir ganar. Las próximas elecciones, más allá de las coyunturas políticas, deben servir para poner las diferentes estrategias sobre la mesa. La nuestra es clara. El resto de actores políticos del independentismo deben poner la suya sobre la mesa, si es que la tienen. Para poder confrontarlas. Porque yo, más allá de diferencias retóricas, no veo otras estrategias claras. Es legítimo como movimiento y como país preguntarse qué otra vía se propone. El proceso de reflexión de ERC no ha sido fácil, porque ha requerido unas dosis de pedagogía política muy importantes. Y en este momento esto no es sencillo, porque los discursos más simplistas y superficiales tienen más recorrido que aquellos que tienen mayor complejidad. Este es un coste que ha tenido que asumir ERC casi contraculturalmente.
¿En qué se basa esta estrategia?
La principal lección de octubre de 2017, creo que compartida por todo el espectro independentista, es que necesitamos ser más y tener más fuerza.
¿Cómo se concreta la estrategia de ERC?
Básicamente en tres ejes o pilares fundamentales. Primero, aprovechar todos los mecanismos de presión política a nuestro alcance para forzar al Estado a sentarse a negociar. Es lo que hemos hecho con la mesa de negociación y tendremos que seguir haciéndolo. Esto significa aprovechar nuestra influencia en la gobernabilidad del Estado, como hemos hecho con la investidura de Sánchez. Todo ello para determinar cómo ha de ir una legislatura que no es normal, porque debe afrontar de raíz el conflicto político entre Catalunya y el Estado. Pero también significa retornar a la movilización social como elemento de presión.
¿Cuál es el segundo eje de la estrategia?
El segundo pilar es demostrar la utilidad republicana. Hay que ser capaces de retomar el liderazgo y la iniciativa política. No ser reactivos e ir a remolque de quien marca la agenda, que en muchos casos es el Estado, sino tener una propia. Una agenda política republicana que pasa por gobernar bien, con políticas sociales que vayan al núcleo de las necesidades de la gente, demostrando que somos útiles a la ciudadanía de este país en su día a día. Y, por otra parte, explicar mucho más y mucho mejor cuál es la república que queremos construir. Porque me da la sensación de que muchas veces hemos hablado de república folklorizando el concepto y no hemos explicado suficientemente que tiene que ver con los hospitales, las escuelas, las infraestructuras y muchas otras cosas. Desde un discurso no nacionalista.
¿No son nacionalistas, ustedes, en ERC?
No. Somos independentistas. Queremos una república para tener herramientas para ayudar a la gente.
¿Y el tercer pilar cuál es?
El internacional. Que tiene que ver con seguir luchando y batallando judicialmente por la situación de Oriol Junqueras, Carles Puigdemont y el resto de eurodiputados, entre otras cosas.
¿Piensan que Junqueras puede recuperar la inmunidad de europarlamentario?
Tenemos esperanza en la justicia europea. Estamos en la fase de la demanda presentada ante el Tribunal General de la Unión Europea y seguiremos batallando. Es una cuestión que liga con los principios fundacionales de la UE, no sólo con el hecho personal de Junqueras como eurodiputado.
La legislatura se encuentra en la recta final. ¿Cómo la definiría?
Como la legislatura de la recuperación de las instituciones del país después del 155 y de la cara más dura de la represión institucional del Estado. Primero del Parlament y después del Govern de la Generalitat. Ha sido una legislatura corta y muy dura, pero, a pesar de ello, hemos podido trabajar. Se han aprobado 27 decretos legislativos y 15 leyes, aunque hay algunas más en cartera que se podrían aprobar antes de cerrar la legislatura. Por ejemplo, la de presupuestos, que es primordial que la podamos aprobar y así tener una herramienta fundamental para hacer políticas sociales.
¿Los presupuestos serán el gran hito de la legislatura parlamentaria?
Hemos aprobado muchas cuestiones importantes sobre fiscalidad verde, temas de emergencia climática, ahora vamos a aprobar un decreto para facilitar el acceso a la vivienda a la ciudadanía... Y, efectivamente, es importante aprobar los presupuestos, porque llevamos en prórroga presupuestaria desde 2017. Las nuevas cuentas nos permitirán incrementar en 3.000 millones las dotaciones para hacer políticas sociales. Estamos satisfechos de la gran labor realizada por el vicepresidente Aragonès, confeccionando los presupuestos y tejiendo las alianzas parlamentarias necesarias para aprobarlos. También de que el presidente Torra haya asumido que primero hay que aprobarlos antes de ir a elecciones.
¿La alianza parlamentaria por los presupuestos de ERC y JxCat con los comunes tiene recorrido de futuro?
Lo debería tener, tanto en cuanto a temas de políticas sociales, como por la resolución democrática del conflicto político. En Catalunya hay tres grandes mayorías: la independentista –aproximadamente del 50%–; la mayoría soberanista –que integra a los comunes– y una aún mayor –alrededor del 80%–, que rechaza la represión y demanda una solución democrática para el conflicto. Debemos saber trabajar con estas tres mayorías.
El final de la legislatura llega de forma abrupta y con un anuncio inesperado y lleno de críticas hacia usted y ERC del president Torra. ¿Cómo lo recibió?
Aquel anuncio fue la continuación o la culminación de la dinámica establecida durante toda la legislatura.
¿Qué dinámica?
La de fijarnos más en quien comparte trinchera que mirar hacia el adversario. Intentar desgastar al compañero, más que combatir la vía represiva del Estado español. Creo que ha sido un error estratégico por parte del independentismo. Demasiadas veces nos ha llevado a un esquema basado en o imposición o desgaste. Y esta no es la forma de construir las confianzas y las afinidades políticas necesarias para salir adelante.
Se está refiriendo a sus socios de mayoría parlamentaria de Govern de JxCat, ¿no?
Efectivamente. Socios del Govern y compañeros independentistas. Lo que hay que hacer es mirar hacia adelante, avanzar y no tratar de pisar a quien está a tu lado.
En el ámbito parlamentario, ¿cómo ha afectado la estrategia de confrontación?
Donde se ha manifestado más esta cuestión y de forma más concreta es en la mesa del Parlament. Con diferentes episodios durante toda la legislatura. Y esto ha visualizado la incapacidad del independentismo de trabajar los acuerdos y las complicidades necesarias.
Los problemas en la mesa, ¿han tensado la relación entre usted, en tanto que presidente del Parlament, y el vicepresidente Josep Costa?
Reducirlo a una cuestión personal sería banalizar el problema de fondo. Es evidente que hay unas diferencias políticas que deben resolverse más allá de las personas que ocupen los cargos. Nuestro mandato es representar a la ciudadanía, nos caigamos mejor o peor.
¿La mayoría independentista también se ha roto por el distanciamiento de la CUP? ¿Ha sido irreal la mayoría independentista en el Parlament esta legislatura?
No. La mayoría parlamentaria independentista existe. Otra cosa es si la hemos sabido preservar tal como la ciudadanía nos reclamaba. Es cierto que esta mayoría no ha tenido una base suficientemente sólida. Pero ahora, en vez de poner el retrovisor, tenemos la oportunidad de ir a unas elecciones para confrontar estrategias, debatir, plantear programas y elegir a través del voto de la ciudadanía cuál es el mejor proyecto para encarar el futuro y construir con nuevas bases un nuevo acuerdo político.
¿Habla de otro acuerdo entre los partidos independentistas? ¿Lo cree posible?
Será fruto de la aritmética que salga de las elecciones. Pero estoy convencido de que el futuro pasará por un nuevo acuerdo del independentismo. Habrá que entenderse sí o sí y tenemos que aprovechar para hacerlo sobre unas bases nuevas y mejores.
Usted llegó a la presidencia del Parlament de forma inesperada debido a la situación convulsa de 2017. ¿Se arrepiente de haber aceptado la petición que le hizo Marta Rovira en nombre de ERC para que asumiera el cargo?
No me lo esperaba. Tuve un día y medio para pensármelo y decidir. Ya sabía que sería duro y que sería una situación muy compleja desde todos los puntos de vista. Así ha sido, pero en ningún caso me arrepiento de haber aceptado.
¿Tenía presente que lo podían encarcelar o inhabilitar?
Evidentemente, la represión la tenemos muy presente siempre. Pero las consecuencias personales de la represión nunca han sido una variable que haya determinado ninguna de mis decisiones.
¿Cuál ha sido el momento más difícil de la legislatura para usted?
A nivel emocional, el peor momento fue el pleno de investidura de Jordi Turull. Fue muy duro desde un punto de vista personal, porque tengo una amistad personal con él.
¿Y desde el punto de vista político?
No lo concretaría en una cuestión específica. Más bien en el hecho de tener que tomar por responsabilidad decisiones que sabía que una parte del independentismo me reprocharía, pero eran decisiones para avanzar y lograr mejores escenarios y había que tomarlas aunque en Twitter no gustara.
¿Cuántos diputados tiene en este momento el Parlament de Catalunya?
Tiene 135 escaños.
Pero le han retirado el escaño al president Torra y no ha sido sustituido.
Nosotros siempre hemos dicho que trabajamos para que la situación del president Torra sea reversible. Ahora mismo tiene el acta de diputado secuestrada por la Junta Electoral Central, en una situación absolutamente injusta e injustificable desde un punto de vista democrático, ya que la JEC es un órgano administrativo. Hemos denunciado esta situación y hemos aprobado presentar un recurso para revertirla. Y, por otra parte, hemos preservado las atribuciones presidenciales del president Torra, que participa como tal en el Parlament en las actividades propias del cargo.
Pero se le acusa desde JxCat de haber recortado la soberanía del Parlament.
Al contrario. Siempre la hemos defendido. Hasta el punto de que estoy amenazado de querellas de la Fiscalía por haber permitido debates en el Parlament. Es decir, por defender la esencia del parlamentarismo, que es que en la cámara se pueda hablar de todo.
¿Usted ha sido la diana para atacar a ERC? ¿Ha tenido esa sensación?
Sí. He tenido la sensación de que se intentaba desgastar a ERC a través de mi persona. No lo digo desde el resentimiento, sino como constatación de que todo esto no lo hemos hecho suficientemente bien.
¿Ha sido difícil dirigir un hemiciclo con un grupo como Ciudadanos, que se dedica a promover la bronca parlamentaria?
Han introducido una cierta dinámica de degradación institucional que no nos podemos permitir nadie. Pensemos como pensemos, hay que preservar las instituciones por encima de las personas y ponerlas al servicio de la ciudadanía y no al servicio de los intereses partidistas y aún menos de una lógica de degradación del sistema político del país por un beneficio partidista. Ya viví esta actitud durante la legislatura pasada con la presidenta Forcadell. Y hay que hacer una reflexión sobre que determinadas jergas y maneras de hacer de determinados platós televisivos no deberían haber entrado nunca en el Parlament.
¿Se lo esperaba, pues, tras la legislatura de la presidenta Forcadell?
Creo que en el caso de la presidenta Forcadell hubo un añadido de componente machista. Algunas de las actitudes e increpaciones que sufrió la presidenta pasaron por el hecho de ser mujer. No se habrían atrevido con un hombre en la presidencia.
¿El sábado estará en Perpiñán en el acto del Consell per la República?
Me sentiré representado por la delegación de ERC.
¿Pugnará para ser el candidato de ERC a las próximas elecciones?
No concurriré a las primarias de mi partido. Estaré donde me pida ERC y particularmente Oriol Junqueras, pero no encabezaré la lista.
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