Este artículo se publicó hace 16 años.
El precio del crudo y la dependencia de los combustibles fósiles marcan el Foro Internacional de la Energía
El precio del petróleo, que sigue batiendo récords, y cómo hacer frente a la dependencia de los combustibles fósiles son los principales asuntos tratados hoy en el Foro Internacional de la Energía (IEF) en Roma.
Según las declaraciones de ministros y expertos que participan en el Foro, cuyas sesiones son a puerta cerrada, ambas cuestiones tienen difícil solución, a pesar de que hay diversas propuestas.
El debate se abrió cuando el director ejecutivo de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), Nobuo Tanaka, preguntó al medio millar de participantes de 74 países, 30 compañías petroleras y 14 organizaciones internacionales presentes cuántos pensaban que los precios del petróleo son elevados.
"Se hizo el silencio", dijo Tanaka después, en rueda de prensa, para añadir que también la respuesta fue el silencio cuando les preguntó: "¿entonces cuántos piensan que no lo son?".
Esa ausencia de respuesta refleja la tensión existente entre países productores y países consumidores, con los primeros reacios a aumentar su producción y los segundos a pagar más.
Una tensión que es negada en público, como expresó el ministro británico de energía, Malcom Wicks, cuando dijo que este no es "un partido de unos contra otros"; opinión que compartió Tanaka al afirmar: "todos estamos en el mismo barco".
Tanaka, para quien sí está caro el barril de petróleo, que hoy llegó a los 117 dólares, resumió los factores que elevan su precio: el aumento de la demanda, la especulación, las cuestiones climáticas y la escasez parcial en los suministros.
"No se puede identificar un único elemento", dijo el japonés.
Luego explicó que la demanda aumenta porque, aunque la crisis económica en EEUU y los altos precios del crudo la están desacelerando en las naciones industrializadas, "China, India y Oriente Medio siguen creciendo".
Tanaka, no obstante, vio una luz al señalar que si las naciones productoras mantienen el nivel actual de su oferta de crudo, las reservas almacenadas crecerán, lo que permitirá a muchos países cubrirse las espaldas.
A su juicio, salvo imprevistos, con las reservas repuestas, el mercado debería "reequilibrarse", lo cual a su vez debería moderar los precios.
Pero ese panorama es a corto plazo, porque al largo, viendo el año 2030, se calcula que la energía dependerá en un 84 por ciento de los combustibles fósiles, a pesar de la diversificación hacia otras fuentes de energía.
Por ese motivo, la AIE pidió que los países productores hagan un esfuerzo inversor, que calculó en 5,4 billones de dólares en los próximos 22 años.
Pero si para unos el precio es caro, para otros no tanto, como dejó claro el ministro venezolano de Petróleo y Energía, Rafael Ramírez, quien situó en 90 dólares el precio mínimo del barril, pero no dio una cifra para el máximo, y recordó que el debilitamiento del dólar y la subida de los costes de producción justifican este valor.
En un intento por escapar a un panorama que no parece muy claro, los países consumidores de energía intentan disminuir la dependencia del petróleo, mediante fuentes alternativas como "la eólica, la solar y la nuclear", a pesar de los riesgos que está última entraña, según el ministro británico.
Pero al mismo tiempo, algunas soluciones, como los biocarburantes, generan polémica.
Así, el primer ministro italiano en funciones, Romano Prodi, advirtió de la necesidad de evitar el peligro de crear tensión entre energía y alimentos, mientras el ministro venezolano llegó a calificar incluso de "criminal" el uso de los alimentos para elaborar combustible.
A la compleja situación energética se añade otra más, el cambio climático, explicó Wicks al anunciar un proyecto para la creación de una planta de captura y almacenamiento de carbono: "ojalá los científicos estuvieran quince años por delante con esta tecnología, porque no tenemos mucho tiempo".
Todos esos factores han hecho que el asunto se haya convertido en una cuestión que necesita una solución acuciante para "conjurar" el riesgo de que "la energía se convierta en una fuente de tensión e, incluso, de enfrentamiento entre regiones", como advirtió Prodi. EFE
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