Este artículo se publicó hace 17 años.
"Nadie me protegerá si mi ex marido me pega dos tiros", relata una víctima de acoso
"No había nadie cuando mi ex marido me intentó atropellar y nadie me va poder ayudar si un día, al salir de casa, me espera para pegarme dos tiros", lamenta angustiada María, una mujer vizcaína que lleva año y medio viviendo "con pánico" mientras reclama una protección que los tribunales le han negado.
María, nombre que utiliza para ocultar su identidad por miedo a que su ex pareja la "borre del mapa", relata a Efe el calvario sufrido desde que hace año y medio decidiera abandonar a quien le sometía a constantes humillaciones y amenazas, "tan difíciles de demostrar" que aún continúa luchando por una orden de alejamiento que le permita "dormir sin ésta angustia".
La abogada de María confirma que en varias ocasiones se le han negado las medidas de protección que ha reclamado ante los tribunales para su cliente, a pesar de que agentes de la Ertzaintza hallaran en el coche de su ex marido una navaja, un cuchillo de monte, un aerosol de defensa y un bate, y de los cargos que pesan contra él por acoso, amenazas y coacciones.
La mujer ha pasado 13 años de convivencia matrimonial, pero asegura que es ahora cuando siente realmente "miedo", después de que tomara la decisión de dejar a su marido.
"En el día a día de nuestra relación yo no me dada cuenta de lo que me estaba haciendo; de cómo iba poco a poco elevando el nivel de los insultos, hasta que comenzó a hacerlo en público, riéndose de mí ante la familia, amigos y vecinos".
Recuerda especialmente el momento en que llegó a su casa tras haber dado a luz en el hospital: "Me acusó de tener la casa helada para un niño tan pequeño, de que estaba todo sucio y me atacó todo lo que pudo" hasta conseguir hacer de ese momento tan especial para cualquier madre "uno de los peores de mi matrimonio".
A partir de entonces, las discusiones "eran atroces y aguanté que me dijera de todo y me quedaba callada sobre todo si estaba el niño delante", a sabiendas de que, en la mayoría de los momentos tan violentos, él "había tomado alguna copa y que, cuando se le pasara el efecto del alcohol, me iba a prometer que sería la última vez".
"Yo, que era muy habladora, dejé de hablar; me sentía avergonzada y temía además que, si se lo contaba a mi familia, él arremetiera contra ellos y les hiciera la vida imposible, como a mí, porque es un hombre inteligente y raramente me ha pegado, pero sabe hacer que te creas que te va a matar", explica sobre su maltratador.
Así, año tras año, hasta que en agosto de 2006 "me pegó ante mis padres y mi hijo, y le abandoné. Me fui tratando de arropar al niño angustiado mientras él gritaba: 'Vete con esa zorra que se ha tirado a todo el pueblo'".
Aquella tarde "comenzó para mí un infierno" puesto que "se ha obsesionado con destruirme, me acosa con decenas de mensajes en el contestador en los que asegura que me va a matar, me espera a la salida del trabajo, envía a gente para que me sigan y me vigilen...".
Cuando "se me acerca y está fuera de sí, veo en su mirada que me odia y es una mirada que me hace temblar porque creo que es capaz de cualquier cosa".
María siente "pavor" a salir de casa desde que un día la intentó atropellar y otra vez cuando le intentó pegar con un bate, por lo que ha interpuesto varias denuncias ante la Ertzaintza, "que siempre me han escuchando con mucha amabilidad, pero sé que no pueden protegerme de él", se lamenta.
"Ellos me dicen que son como mis ángeles de la guarda, pero no había nadie cuando vino con su coche para atropellarme y sé que si cualquier día de estos viene a pegarme dos tiros, volveré a estar sola y nadie me protegerá", explica con voz temblorosa.
Explica que "ha tenido que aguantar en los juzgados comentarios como que se le ve tan bien peinada y con las ideas tan claras, que no encaja en el perfil de mujer maltratada".
Así, María teme quedarse sola, aunque intuye que entre su familia y sus amigos "se las arreglan para no dejarme ni a sol ni a sombra".
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