Este artículo se publicó hace 16 años.
La música de Tchaikovsky traspasa los muros de la cárcel de Soto del Real
Decir que la música "traspasa muros" y ayuda a "sentirse un poco más libres" puede sonar a tópico cuando de una cárcel se trata, pero así lo creían hoy algunos de los presos de Soto del Real, que asistieron al concierto en el que Tchaikovsky y su Quinta Sinfonía les trasladó "a otro lugar".
No es frecuente que un preso se declare "fan de Giuseppe Verdi" y se sienta "fascinado por Tchaikovsky", ni tampoco lo es que una orquesta de 80 entusiastas jóvenes interprete una de las obras más famosas del compositor ruso dentro de una prisión, pero esta tarde a nadie parecía extrañarle ni lo uno ni lo otro.
"Con la música desaparecen los barrotes", aseguraba convencido el recluso Paul Denis, poco antes de presentar, junto con Valentín de Cuñado, el concierto que 60 músicos de la Joven Orquesta Nacional de España y 20 de Iberoamérica y Estados Unidos ofrecieron en la prisión.
Este concierto forma parte de la gira homenaje al maestro Abreu, reciente Premio Príncipe de Asturias de las Artes, y ha sido impulsado por el Teatro Real dentro del programa que desarrolla en los centros penitenciarios durante la temporada 2008-2009.
La elección de Tchaikovsky no es casual. Además de que su música "siempre ayuda a traspasar fronteras", como decía Paul, la sinfonía número 5 "es una de las obras predilectas del maestro Abreu", según le indicaba a EFE Pablo Mielgo, director de la orquesta. Y hoy se trataba de rendir homenaje a quien lleva años rescatando a niños y jóvenes de la marginación, a través de la música.
Unos 200 internos abarrotaban el confortable salón de actos de la la prisión y seguían, en completo silencio, los diferentes movimientos de la sinfonía que, según habían dicho Paul y Valentino en su emocionante presentación, Tchaikovsky compuso en una etapa de su vida en la que decidió reconocer su homosexualidad, ese "secreto a voces" que había mantenido oculto durante años, porque en aquella época "podía haberle costado la prisión".
El silencio que guardaron los reclusos durante la sinfonía, se rompió con los aplausos finales, los "bravo", "bravo" y los gritos de "otra", "otra". "Total, si tenemos todo el tiempo del mundo", decía un interno.
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