Este artículo se publicó hace 12 años.
Maraini combate el horror nazi con la memoria en "El tren de la última noche"
El horror en toda su plenitud, aquel del nazismo, el fascismo y el estalinismo, impregna "El tren de la última noche" (Galaxia Gutemberg), porque su autora, Dacia Maraini, está convencida de que el resurgimiento en Europa de movimientos de extrema derecha se debe a una "contaminación de la memoria".
Elegante, serena y combativa, Maraini (Florencia, 1936) ha presentado en la Feria del Libro de Madrid esta rotunda y amarga obra, a camino entre la novela histórica y la ficción, que nos conduce por la Europa dividida del Telón de Acero, la de la posguerra, para luego sumergirnos en la crueldad del régimen nazi.
Y aunque sobre el nazismo se ha escrito y filmado en abundancia, si Europa es ahora testigo de movimientos filonazis es porque no se ha sabido "enseñar la historia". "Hemos dejado que la memoria se contamine y creo que es grave. Esos movimientos son señales gravísimas de la pérdida de una memoria que nos afecta a todos", advierte la autora en una entrevista con Efe.
Aunque también recuerda esperanzada que para contrarrestar el "peligro" de las "tentaciones de autoritarismo" que acompañan a las crisis, hay una "reacción de organizaciones ciudadanas que aportan propuestas muy interesantes", tal como ha ocurrido en una Italia "que parecía dormida y ha despertado".
En "El tren de la última noche" ejerce de guía la periodista debutante Amara Sironi, en pos de sus primeros reportajes pero, sobre todo, de su amor adolescente, , Emanuele Orenstein, atrapado desde 1939 en la Austria anexionada por el Tercer Reich.
Gracias a sus cartas Amara sabe que su joven amigo judío ha pasado de la inocencia -"mamá me ha cosido una estrella amarilla muy bonita en la chaqueta"- a despertar a la brutalidad en un gueto, donde le pierde el rastro.
Las indagaciones de la protagonista, que mantiene la esperanza de que su amor sea uno de los escasísimos supervivientes de los campos de exterminio, nos lleva a testimonios escalofriantes de víctimas, verdugos y gentes que miraron hacia otro lado para no darse de bruces con el horror.
"¡El horror! ¡El horror!" que descubre el capitán Marlow en "El corazón de las tinieblas", de Joseph Conrad, en forma de tráfico de seres humanos inspiró a Maraini, explica ésta en una entrevista con Efe: "El mal del siglo XIX fue la esclavitud; el del XX el exterminio de un pueblo a manos del nazismo".
Los viajes al terror de Marlow y Amara "les cambian porque han conocido el mal". Y aún así queda un resquicio para la esperanza porque eso les aporta "sabiduría" y les inculca el deber de divulgar la monstruosidad para evitar que se reproduzca.
La autora, que huyendo del fascismo sufrió personalmente "el hambre extrema, los bombardeos y las continuas amenazas de muerte" en un campo de concentración en Japón, ha plasmado ese "sufrimiento" junto a una ardua tarea de documentación en "El tren de la última noche".
Fotografías, diarios y dibujos "muy conmovedores" de los prisioneros de los campos forman parte de la información con la que ha reconstruido la barbarie en un relato descarnado, sin concesiones.
Maraini no olvida que a Hitler se sumaron otros monstruos como Mussolini o Estalin. Por ello sitúa a su periodista en la sublevación de Budapest de 1956 contra la opresión soviética, que tuvo como himno la nada revolucionaria canción "Que será, será" interpretada por Doris Day.
"Leyendo diarios me enteré de eso y me sorprendió, lo encontré extraño. Pero la película cuya banda sonora integra -"El hombre que sabía demasiado"- narra el robo de un niño, que se convirtió en un símbolo del pueblo húngaro, raptado por la policía y el Ejército de la URSS", comenta divertida por la anécdota.
Con varias obras traducidas al español y alguna otra pendiente, lamenta que la literatura italiana sea "poco conocida en España, pese a que ahora "está más viva que nunca, con jóvenes escritores que han redescubierto el compromiso y hacen crítica social".
Pilar Salas
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