Este artículo se publicó hace 17 años.

Madrid, al auxilio de padres en apuros

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 Rosana Durán pidió ayuda para encauzar la agresividad de su hijo
«La situación me desbordó y decidí acudir a una psicóloga»
Hace cuatro meses que Christian empezó a renquear. Rosana Durán, su madre, explica que el mal comportamiento de su hijo surgió cuando se cambiaron de casa y él se vio obligado a ir a otro colegio y buscar nuevos amigos.

“A partir de ese momento, no quería estudiar, aunque tuviera un examen. No le importaba. Tampoco quería ir al colegio y me daba malas contestaciones cuando le pedía que estudiara”, recuerda Rosana.
En un principio pensó que se trataba de algo normal en un chico de doce años en plena preadolescencia, pero una profesora le recomendó que pidiera ayuda. Había observado que en ocasiones Christian se quedaba solo en el patio del colegio mientras que otras veces ejercía una autoridad desmedida sobre sus compañeros de clase.

“Al ver que la situación me desbordó decidí acudir a una psicóloga”. Aquella fue “la mejor decisión” que podía haber tomado, entre otras cosas porque desde entonces las cosas están volviendo poco a poco a su cauce en casa.

“Se porta diferente”

Rosana acude periódicamente a la consulta de la psicóloga. Christian no es muy partidario de ir todavía, pero los cambios ya le están afectando. Ahora su madre se dirige a él con un tono de voz diferente y le pide las mismas cosas, pero sin gritarle.

“Ya no me desespero y él se comporta de forma totalmente diferente: está más tranquilo, más seguro y está mejorando sus notas en clase”, relata esta madrileña.

Rosana se ha dado cuenta de que estaba educando a Christian de la misma manera en la que su padre la educó a ella: “A gritos”. “Lo estaba repitiendo inconscientemente y la psicóloga me enseñó que hay otras maneras de decir las cosas con las que consigo mucho más”. 

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