Este artículo se publicó hace 16 años.
Irak vive con frustración ante un futuro incierto el aniversario de la caída de Sadam
La frustración ante un futuro incierto y la decepción cunden entre los iraquíes, que hoy conmemoran el quinto aniversario de la caída del régimen del difunto dictador Sadam Husein tras un repunte de la violencia en las últimas semanas.
Muchos aún conservan en sus retinas la imagen que se convirtió en el símbolo del derrocamiento del dictador, el derribo de su imponente estatua en la plaza de Firdaus, en pleno centro Bagdad, por soldados estadounidenses, que dio paso a cinco años de violencia sectaria.
"El ambiente de fiesta que trajo consigo la caída de la estatua de Sadam Husein se convirtió más tarde en una pesadilla continua", se quejó a Efe el analista suní Abdelqader Obeidi.
Para Obeidi, "cualquiera que diga que el 9 de abril de 2003 es un día extraordinario está equivocado, porque ese día el Estado se derrumbó junto con el régimen de Sadam".
La brutalidad durante los tiempos de la dictadura fue sustituida por la era de los funerales, la aparición de los llamados escuadrones de la muerte, responsables de la matanza de miles de civiles, y el desmantelamiento de todos los servicios básicos.
"La aparición de cadáveres no identificados en las ciudades, así como la violencia sectaria, son fenómenos terroríficos que amenazan a todo el país", dijo a Efe Um Laiz, una iraquí de 50 años, que no quiere dar su nombre verdadero por temor a ataques.
"Los días en los que vivíamos en calma a pesar de las restricciones impuestas por el régimen de Sadam se han ido y han sido reemplazados por la era de la inseguridad y la desintegración de la vida social", se queja esta vecina del barrio de Mansur, en el oeste de la capital.
Um Laiz todavía recuerda con lágrimas en los ojos a su sobrina, que fue asesinada el año pasado por los llamados "escuadrones de la muerte".
"En los últimos cinco años hemos vivido en estado de terror- se queja Um Laiz-. Mientras, seguimos las noticias de los secuestros y asesinatos de personas por la violencia diaria".
La violencia sectaria en Irak se agudizó tras el bombardeo de un santuario chií en Samarra, 120 kilómetros al norte del país, en febrero de 2006, que aniquiló la convivencia pacífica entre suníes y chiíes y originó grandes interrogantes sobre la posibilidad de que los fieles de ambas ramas del islam pudieran coexistir en Irak.
Para el analista político chií Ashraf Mahdi no hay problemas graves entre los suníes y chiíes, sino que el origen de la violencia son los grupos armados que dicen combatir contra la ocupación.
Mahdi se refería a la violenta campaña que los militantes de la red terrorista suní Al Qaeda están llevando a cabo en Irak y que se ha cobrado las vidas de miles de chiíes mediante la colocación de coches bomba en sus barrios.
La tensión sectaria ha hecho que las tropas extranjeras, lideradas por EEUU, hayan construido muros de hormigón en torno a los barrio suníes de Bagdad para evitar las represalias contra civiles.
El área de Azamiya, en el norte de la capital, fue una de las primeras zonas suníes de Bagdad en ser cercadas.
"Al comienzo de la ocupación escuché a Bush (presidente de EEUU) decir que nos proporcionaría a los iraquíes alimentos, medicinas y libertad" -señala a Efe el comerciante Sami Naieem-. Cinco años después de la ocupación de nuestra capital, no hemos visto nada".
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