Este artículo se publicó hace 12 años.
Huevos jurásicos para celebrar la Pascua
La creatividad gastronómica tan presente en los últimos tiempos alcanza ahora a los tradicionales huevos de Pascua, que de la mano de los grandes pasteleros se convierten en huevos de dinosaurio, en payasos y en pequeñas joyas recubiertas de fino oro.
Los maestros Paco Torreblanca, Oriol Balaguer y Alejandro Montes han mostrado hoy en directo en Madrid sus propuestas para actualizar la típica mona de Pascua, un pastel coronado por una figura (antaño un huevo cocido, hoy de chocolate) que los padrinos católicos regalan a sus ahijados y que se suele ofrecer el Lunes de Pascua.
A partir de esta tradición, los reposteros han dado rienda suelta a la imaginación, como en el caso de Montes, quien ha creado una auténtica escena digna de futuros paleontólogos: un muy realista nido de dinosaurio lleno de huevos.
Con esta creación, Alejandro Montes ha querido hacer un guiño a la portentosa imaginación de los más pequeños a la vez que un homenaje a productos que se han empleado "toda la vida" en las meriendas infantiles, como las galletas, la fruta o las natillas.
Sobre una base de piedra de pizarra, un desmigado de galletas y frutos secos imita la tierra, y sobre ella reposan unos muy realistas huevos moteados rellenos de natillas, uno de ellos ya abierto, lo que da a entender a los niños que un pequeño dinosaurio puede andar cerca...
Para aumentar la emoción, el repostero ha dibujado con aceite de oliva las huellas del dinosaurio sobre el plato, en el que también hay un pedacito de chocolate mordisqueado por cierta hambrienta criatura a la fuga, y gominolas de mandarina y zumo de melocotón.
Mientras, el maestro chocolatero Oriol Balaguer ha permanecido fiel a las líneas puras y arquitectónicas que caracterizan su trabajo, y ha optado por modernizar la mona de Pascua tradicional, sustituyendo el pastel por un bizcocho "gâteau" con mermelada de fresas coronado por un huevo blanco de pascua que representa una cara de payaso.
Balaguer ha explicado que el huevo de chocolate no debe ser ni muy gordo, porque sería imposible de comer, ni muy fino, porque no llegaría entero ni a la vuelta de la esquina, y ha demostrado cómo se unen las dos mitades empleando chocolate caliente a modo de pegamento.
La tercera propuesta, de Paco Torreblanca, está inspirada en una espectacular pieza que el repostero alicantino diseñó hace algunos años en homenaje a la película "Huevos de oro", de Bigas Luna, al que le une una gran amistad.
Torreblanca ha recreado hoy aquel diseño pero lo ha transformado en pasteles con aspecto de bombón y decorados con láminas de oro.
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