Este artículo se publicó hace 16 años.
El Gobierno centrará en el nuncio su relación con la Iglesia
Zapatero quiere utilizar el encuentro del martes como un gesto a la cúpula eclesiástica. Quiere anteponer la relación de Estado a Estado a la de los obispos. Considera que la Conferencia Episcopal ha terminado por ocupar ese espaci
El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, acudirá el martes a la Nunciatura con la idea de que las relaciones con la Iglesia católica sean equiparables a las que mantiene España con cualquier otro Estado, en este caso, el Vaticano, según fuentes diplomáticas.
El encuentro con el nuncio en España, Manuel Monteiro de Castro, será algo más que un episodio anecdótico, porque el Gobierno quiere convertirlo en un gesto hacia la Conferencia Episcopal.El planteamiento del Ejecutivo será algo así como reconocer al nuncio el papel de embajador del Vaticano, por encima de las relaciones con la Conferencia Episcopal. Este papel pocas veces se admite, porque en la práctica la Conferencia Episcopal ha suplantado la función de intermediación entre dos estados.
Labor de mediación
Las citadas fuentes explican que el equivalente al embajador de España, como Estado soberano, en el Vaticano no es la Conferencia Episcopal, sino el nuncio y raramente se tiene en cuenta esta circunstancia.
De hecho, cuando el Gobierno ha negociado los acuerdos con la Iglesia se ha dirigido siempre a la Conferencia Episcopal y nunca al nuncio. Incluso, las visitas de la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, al Vaticano han sido gestionadas y facilitadas por la cúpula de la Iglesia en España, sin que haya una efectiva relación diplomática equiparable a la de otros estados. Ésta puede ser una de las circunstancias que cambiarían en la relación con la Iglesia si el PSOE gana las elecciones generales. Ese cambio del modelo de relación no significa, según el Gobierno, que se plantee realmente cambiar el acuerdo sobre financiación y, mucho menos, el concordato.
Lo que sí pretende hacer el presidente, según las citadas fuentes, es concretarle al nuncio el origen de su malestar con la cúpula de la Iglesia española. El objetivo es que el nuncio o embajador del Vaticano transmita al Estado que representa ese malestar. Ya el miércoles, tras el coloquio organizado por Europa Press, Zapatero le detalló qué actuaciones le han molestado especialmente en los últimos meses. En esa conversación, según fuentes del Gobierno, el presidente le recordó que varios cardenales utilizaron en la manifestación del 30 de diciembre expresiones como que el Gobierno provoca la "disolución de la democracia" y ataca los derechos humanos.
Según el Ejecutivo, no es asumible que esas acusaciones hayan sido avaladas de forma implícita por el Vaticano, Estado con el que el Gobierno mantiene estrechas relaciones diplomáticas.Entiende el Gobierno que ningún Estado acepta que desde otro se critiquen decisiones adoptadas de forma soberana por su Ejecutivo y su Parlamento. Zapatero le explicó también que la nota de los obispos sobre las elecciones contiene expresiones que no son equiparables a documentos similares emitidos con motivo de otros procesos electorales.
Por ejemplo, le comparó las referencias al terrorismo de la nota previa a las generales de 2000, tras el fracaso del proceso de paz de Aznar, con la de ahora. Según la versión del Gobierno, el nuncio no expresó ni apoyo ni reparo a la posición de los obispos españoles y, prácticamente, se limitó a escuchar al presidente del Gobierno. La misma tarde del miércoles, el nuncio llamó al secretario de Estado de Comunicación, Fernando Moraleda, para establecer la cita para el martes a las 14.30.
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