Este artículo se publicó hace 15 años.
García Ortega mete al lector en los trenes del 11-M en su última novela
El escritor Adolfo García Ortega mete al lector en los trenes del 11-M en su última novela "El mapa de la vida" para reconstruir las vidas de dos supervivientes de la tragedia que se encuentran, se enamoran y emprenden la tarea de rehacer sus cuerpos y sus almas.
"La novela no va del 11-M", aclara enseguida a los periodistas García Ortega, quien subraya que los atentados en los trenes de cercanías de Madrid de 2004 sirven de "arranque" para ofrecer una novela sobre metáforas vitales, con muchos personajes, entre ellos Gabriel y Ada, que reconstruyen sus vidas "desde un punto de partida cero".
Y ese punto cero son los atentados del 11-M con los que se presenta "El mapa de la vida" en sus primeras páginas que sumergen al lector en los vagones de los trenes, en cómo mueren algunas de las ficticias víctimas, en qué piensan en esos instantes antes del estallido, en qué habían hecho minutos antes de subirse al fatídico tren, a dónde se dirigían o qué vieron o sintieron antes de morir.
Para García Ortega (Valladolid, 1958) "no hay mejor manera de entender una reconstrucción que partir de un hecho dramático y, en esto, el 11-M es el más fuerte que ha habido en Madrid", ciudad que, confiesa, ama y a la que homenajea en esta novela por considerarla "heroica".
"No quería que los atentados quedaran como un simple contexto de la novela. Quería meter al lector en los trenes", explica García Ortega, tras lo cual señala que la literatura "tiene que situar a la gente con la verdad y la realidad aunque la ficción lleve luego al lector por caminos diferentes".
García Ortega no ha hablado con ningún superviviente del 11-M pero asegura que ha charlado con víctimas de otros atentados, una documentación que "da el marco a la literatura para hacer aflorar una historia que llegue al lector de manera emotiva y directa".
Preguntado acerca de las horas posteriores a los atentados y a la manera con la que actuó el Gobierno, entonces presidido por José María Aznar, el escritor no duda: "El Gobierno lo hizo muy mal, intentó utilizar los atentados de una manera muy mezquina por razones electoralistas".
"Todo lo demás, como la teoría de la conspiración, es fruto de una especie de rencor permanente que tuvo ese gobierno y determinados medios de comunicación para intentar confundir", añade.
Sobre la aún escasa producción literaria sobre el 11-M, cinco años después de los atentados, Adolfo García Ortega destaca que "el tiempo es necesario para que la literatura aborde la historia", y cree que cuando desaparece el momento de los testimonios, los escritores comenzarán a fijar los hechos desde la metáfora.
Precisamente "metáfora" es una palabra que el escritor repite para definir su última novela, porque de metáforas compone este mapa de la vida en el que Gabriel, un ángel humano, es diseñador de montañas rusas excitantes y que acercan al borde del abismo a todo el que se sube, como él mismo vivió cuando se subió a aquel tren.
El personaje femenino, Ada, homenaje a Vladimir Nabokov por "Ada o el ardor", es experta en el Renacimiento y, como Gabriel, también viajaba en uno de los vagones de los atentados. Ambos sobreviven: él, malherido de una pierna, ella, sin un pecho.
Tanto sus cuerpos como sus almas han salido malparadas de aquellos trenes pero el azar les une con una historia de amor inesperada en la que se mezclan también las vidas que hubieran seguido una docena de hipotéticas víctimas o la de un terrorista que planea de nuevo atentar en Madrid.
Repleto de metáforas y también de guiños literarios desde su inicio con "la heroica ciudad se despertaba. Amanecía", en alusión a "La Regenta", de Clarín; "La Metamorfosis", de Kafka, en referencia a la transformación física y espiritual de sus personajes o al "Ulises", de James Joyce.
Pero el libro que planea en el interior de "El mapa de la vida", editado por Seix Barral, es el "Alicia en el país de las maravillas", porque "Madrid o las grandes ciudades son mundos en los que lo real y lo fantástico están al mismo nivel", explica.
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