De la fundición a Bruselas, un largo recorrido sin quemarse las manos

"Yo supongo que el presidente no se limitará sólo a esos recambios", afirmaba Ramón Jáuregui hace una semana, cuando estalló la crisis de Gobierno emprendida por Zapatero. Sabía de qué hablaba. Jáuregui es otro de los nombres incluidos en la apuesta por el "cambio de ritmo" que anuncian los socialistas. El número dos de la lista del PSOE a las europeas lleva cuarenta de sus 60 años volcado en la política, actividad a la que llegó de la mano de la UGT.

Jáuregui se familiarizó con estas siglas trabajando en una fundición para costearse sus estudios de Ingeniería y Derecho. Dio sus primeros pasos públicos al lado de los hermanos Múgica y José María Benegas. Con 30 años había sido concejal en San Sebastián y llamaba a las puertas del Parlamento vasco, donde entró en 1980, año en el que también llegaría a la Secretaría General de la UGT en Euskadi.

El macroconsejero vasco

Jáuregui ha dirigido durante casi diez años al PSE, y ha formado parte de los gobiernos de coalición entre socialistas y nacionalistas vascos. Gracias a estos acuerdos, fue vicelehendakari y años después, en 1995, responsable de la macroconsejería que agrupaba Economía, Justicia y Trabajo.

Diputado desde el año 2000, Jáuregui ha acreditado formas y experiencia que le avalan como uno de los negociadores estrella del PSOE, labor en la que tuvo que emplearse a fondo durante la pasada legislatura con las reformas estatutarias.

Como número dos del Grupo Socialista, Jáuregui era una cantimplora en el desierto parlamentario que cruza el PSOE sin alianzas con las formaciones nacionalistas mayoritarias. Buen orador, de gesto amable, sus amigos dicen que prefiere los argumentos a los adjetivos.

El segundo de López Aguilar en las europeas rematará ahora en Bruselas la carrera que inició en una fundición de Pasajes, donde pareció aprender a no quemarse, a pesar de tener a menudo en las manos los asuntos más candentes.