Este artículo se publicó hace 13 años.
Flamenco, desamor y mucho "duende", el Cigala se viste de tango para Chile
Los lamentos y desamores del tango, y los "quejíos" y desgarros del flamenco se hermanaron en la voz de arena del cantaor madrileño Diego "El Cigala", quien la noche de este miércoles sedujo con su ritmos gitanos al público reunido en el Teatro Nescafé de las Artes.
El español aterrizó en tierras australes para regalar su último trabajo, "Cigala & Tango" (2010), un repaso por aquellos clásicos de la música de los arrabales del Río de la Plata -de Carlos Gardel a Piazzola-, que "más daño" le han hecho al artista, pero que él interpreta "sin desvirtuarlos", como siempre aclara.
Y es que al contrario de lo que podría pensarse, el Cigala (1968) no fusiona los ritmos de su flamenco natal con el de los suburbios porteños. El cantaor interpreta los tangos desde una perspectiva flamenca hasta hacerlos suyos, inyectándoles su musicalidad gitana, para llevarlos "de arriba hacia abajo" y "volverlos locos".
Los telones de color burdeos del teatro santiaguino se levantaron para mostrar los tonos azules, la atmósfera gris y la luz cálida que abrazaba a la banda del artista -guitarra española, piano, contrabajo, violín y percusión-, que rompió el silenció y calentó el ambiente con una larga introducción instrumental.
Tras un saludo a sus músicos y una pequeña reverencia al respetable, el Cigala, de chaqueta y pantalón negros, camisa blanca y zapatillas de un brillo casi tan intenso como el de su larga cabellera, se instaló en su trono para arrancarse con "Garganta con arena", una pieza homenaje al músico argentino Cacho Castaña.
"Los cuarenta", tema de Roberto Grela y Francisco Gorrindo, fue hilado casi inmediatamente, no sin que antes el artista refrescara su garganta, apurando un sorbo de un elixir naranja, que permanecía apoyado sobre una pequeña mesa redonda a su lado.
"Buenas noches, estoy contento y feliz. Hacía un par de años que no estábamos por aquí, y hoy puedo traerles mi último trabajo, 'Cigala & Tango'. Quería daros las gracias por estar aquí. Que Dios os guarde y os bendiga", fueron las palabras de presentación -y prácticamente las únicas- que el músico regaló al respetable.
Sin aspavientos y con el hechizo de su voz rasgada, el cantaor se abalanzó sobre "El día que me quieras", un clásico de Carlos Gardel, que dejó absorto al público, pendiente de cada quejío, cada fraseo y cada desgarro del madrileño.
Otros dos temas del inefable Gardel, "Nostalgia" y "Tomo y obligo", el primero acompañado únicamente de la voz del Cigala y la guitarra punzante de Diego El Morao, acabaron por inyectar de pasión al respetable, que no esperó a que finalizaran los temas para regalar su aplauso.
"Alfonsina y el mar", "Sus ojos se cerraron" y "En esta tarde gris", cerraron el repertorio tanguero y dieron paso a los temas emparentados con el bolero, las coplas y el jazz latino.
"Hay temas que siguen en el corazoncito. Vamos a recordarlos con ustedes", señaló el Cigala para sumergirse en "Corazón loco", una canción del disco que le dio fama mundial, "Lágrimas negras" (2003).
"Compromiso", "La bien pagá" y un popurrí de clásicos cargados de ritmos caribeños que incluían el tema "Angelitos negros", acabó por estremecer aún más al auditorio, que "exigió" en pie y a viva voz la vuelta del cantaor tras hacer éste un amague de despedida.
Una versión con grandes cambios de ritmos de "Lágrimas negras" puso finalmente el cierre a una velada intensa, refinada y salpicada del embrujo del "duende" gitano.
Por Javier M. Uzcátegui.
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