En 1995 Kadaré fue invitado a Madrid a dar una conferencia sobre el tema que quisiera. Escogió el Quijote. Sostuvo, ese 4 de abril, que la figura de don Quijote era invocada en vano y denigratoriamente, sobre todo por los políticos. Hablar de 'una quijotada' le parecía escandaloso, porque nada podía ser moralmente más alto y noble que las quijotadas.

Hombre de aspecto sencillo, de vestir modesto, de mirada tímida y de un francés de neófito, Kadaré aparecía mucho más afirmativo y vigoroso cuando hablaba en su propia lengua, el albanés.

Después de la conferencia fuimos a cenar al restaurante Lúculo. Empezamos por pedir un buen vino y yo me fui a lavar las manos. Al regresar, el camarero me lo dio a catar y yo le pasé mi copa a Kadaré.

- Huele a desodorante dijo queda pero inapelablemente.

- ¿A desodorante? exclamamos el camarero y yo. Sólo entonces me percaté de que tal vez mis manos, recién lavadas, podían haber dejado vestigios de jabón en la copa. Pedimos otra copa. Kadaré, después de catar y aprobar el vino, dijo que él sabía mucho de buenos vinos.

Durante años sus editores franceses no podían girarle los derechos de autor sin que el gobierno albanés se quedara con unos impuestos ruinosos. Entonces llegaron a un acuerdo: le pagarían con buen vino. Y así, a principios de cada año, Kadaré recibía en Tirana varias docenas de botellas de los mejores vinos franceses.

Eterno candidato al Nobel, Kadaré solía afirmar no ya que nunca se lo darían, sino que no habría que dárselo a él sino a su pueblo albanés. Al mismo tiempo, sin pestañear, sostenía que Europa debería mandar tropas a Albania, ocupar el país, destituir al Gobierno y, dentro de 50 años, una vez barrida la clase corrupta de los políticos, permitir la creación de una nueva Albania.

Los periodistas españoles solían preguntarle acerca de la política. Decía que no le interesaba, esencialmente porque el tiempo político es muy distinto del tiempo literario y que tomar posición en política es un juego de niños, fugaz e intrascendente. La literatura, decía, sigue el ritmo de los astros.