Este artículo se publicó hace 17 años.
Europeos y árabes desconocen sus películas y faltan circuitos de distribución
Los filmes árabes están ausentes en las grandes pantallas europeas y los europeos de las salas árabes, lo que supone un recíproco desconocimiento de su cinematografía debido en parte a la falta de circuitos para la distribución.
Esas son las opiniones coincidentes de varios de los cineastas participantes en la V edición del Festival de Cine euro-árabe Amal, que concluye hoy en Santiago de Compostela, aunque los galardones se entregarán mañana, miércoles, durante una ceremonia de gala en presencia del presidente de la Xunta, Emilio Pérez Touriño.
En este certamen compiten nueve largometrajes, ocho documentales y treinta cortometrajes procedentes de diversos países árabes y europeos, varios de ellos en coproducción internacional.
El director iraquí Kadhim Saleh Farraj, residente en Dinamarca, señaló a Efe que persiste todavía una "incomprensión mutua" entre europeos y árabes que dificulta la recíproca propagación del arte y la cultura en ambas zonas geográficas.
Kadhim Saleh, autor de la película "Colorist in wartime" (Color en tiempos de guerra), basada en la vida del pintor iraquí exiliado en Roma Jaber Alwan -que expone sus obras estos días en Santiago de Compostela-, lamentó que la percepción de ambas culturas, tanto en el cine como en el arte en general, sea todavía "distante y carente de diálogo".
"En los debates sobre ambas culturas los europeos acostumbran a invitar a practicantes de la religión musulmana e incluso ayatolás, que no siempre son representativos de la sociedad, en lugar de a intelectuales o artistas" con una visión más crítica, comentó el pintor, que lleva treinta años exiliado en Europa.
Añadió que hay excesivos tópicos tendentes a simplificar más que a profundizar el conocimiento mutuo de las culturas, y recordó que Irak, más allá de ser ahora un país sumergido en conflictos, "es el producto del paso de civilizaciones" como Sumeria, Babilonia o Akadia, de la influencia de la antigua Grecia, Mongolia o el Imperio Otomano, además de una larga historia árabe e islámica.
También el cineasta yemení Hamid Oqabi, residente en Francia, expresó a Efe su opinión de que hay un "débil conocimiento" entre europeos y árabes sobre sus respectivas culturas, que no consideró tan distanciadas como los tópicos presuponen.
"Las relaciones económicas entre europeos y árabes tienen gran dinamismo, pero en cambio éstas no se corresponden con la dimensión en el ámbito cultural", dijo Hamid, director de la película "Al Ritaj", un cortometraje de coproducción franco-yemení-kuwaití basado en una historia de amor del Abdulaziz Saud Al-Babtain, un clásico de la cultura árabe.
Para el cineasta Bassam al Thawadi, el más relevante de Bahrein -uno de los pocos países árabes que disfruta de mayor nivel de libertad social y política-, el desconocimiento recíproco de la producción cinematográfica obedece principalmente "a la falta de canales de distribución".
Bassam, que ha estudiado en Egipto y ha trabajado durante varios años en la producción audiovisual y televisiva en los países árabes y en Londres, subrayó a Efe que los circuitos de distribución tanto en Europa como la zona de influencia arábiga "están en manos de los estadounidenses".
Subrayó que en Europa o en Canadá aún es posible ver alguna película egipcia o de países del Magreb en las pantallas de cines alternativos, pero es "menos habitual" en Estados Unidos.
Bassan es el autor del largometraje "A Bahraini tale" (Un cuento de Bahrein), uno de los que concursan en el Festival Amal, y que muestra los problemas de la mujer en una sociedad sumamente machista y la frustración desencadenada entre los países árabes tras su derrota en la denominada Guerra de los Seis Días, en 1967.
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