Este artículo se publicó hace 17 años.
La dimisión del formador de gobierno tras medio año de intentos agrava la crisis belga
El encargado de formar gobierno en Bélgica, el democristiano flamenco Yves Leterme, ha tirado hoy por segunda vez la toalla, incapaz de poner de acuerdo a flamencos y francófonos para constituir un ejecutivo federal seis meses después de las elecciones, lo que agrava una crisis sin precedentes en el país.
El rey Alberto II de Bélgica ha aceptado la renuncia de Leterme, que ya abandonó en agosto su primera tentativa cinco semanas después de ser designado "formador", con la consiguiente sucesión de especulaciones sobre el futuro de Bélgica como Estado por las diferencias entre las dos comunidades lingüísticas del país.
El también democristiano flamenco Herman Van Rompuy ejerció de "explorador" durante un mes por encargo del monarca para allanar el camino antes del segundo intento de Leterme.
La renuncia de éste cierra una semana que había comenzado, sin embargo, con un principio de acuerdo entre los principales partidos de la proyectada coalición "naranja-azul" (democristiano-liberal) sobre la manera de abordar una nueva reforma del Estado.
Los flamencos CD&V (socialcristianos) y Open VLD (liberales), y los francófonos CdH (humanistas) y MR (reformistas) parecían por fin de acuerdo en delegar en una amplia Convención la discusión sobre la descentralización, para concentrarse ellos en la negociación de un programa socio-económico de gobierno.
Pero, nuevamente, las exigencias de última hora de los socios más pequeños y nacionalistas, el flamenco NV-A, aliado de Leterme, y el francófono FDF, socio del MR, han hecho naufragar el acuerdo.
Mientras en Flandes -donde la coalición CD&V y NV-A logró una clara victoria- se reclama una mayor descentralización y más traspasos competenciales en asuntos como la sanidad y la fiscalidad, en Valonia -donde los liberales se impusieron a los socialistas- temen que ceder a esas aspiraciones ponga en riesgo su bienestar y, sobre todo, la integridad del país.
Leterme, que fue presidente de Flandes y el candidato más votado en los comicios federales de junio, acudió al Palacio Real pocas horas después de recibir el "no" de los partidos francófonos a sus últimas propuestas.
A modo de ultimátum, el formador había planteado anoche, a todos los participantes en las negociaciones, varias preguntas, a las que tenían que responder sí o no: si estaban dispuestos a que la Convención abordara "cualquier" aspecto de la estructura del Estado y si aceptaban que las regiones pudieran otorgar incentivos fiscales a las empresas.
"No es serio continuar así, cuando no hay posibilidades de encontrar acuerdos claros entre las partes en la mesa de negociaciones", declaró hoy a la prensa Leterme tras dimitir.
Añadió que "el país y sus habitantes necesitan un Gobierno fuerte y enérgico, pero esto no será posible sin realizar las reformas necesarias".
Para el presidente del Partido Socialista, Elio Di Rupo, esta dimisión pone fin a cerca de seis meses que han sido "un auténtico desastre para los belgas".
A su juicio, para recuperar la estabilidad del país deben explorarse nuevas fórmulas de gobierno.
Leterme había hecho de una nueva descentralización del Estado, incluida la escisión del distrito electoral bilingüe de Bruselas-Halle-Vilvoorde (BHV), el eje principal de su campaña electoral y había dicho en repetidas ocasiones que no estaba dispuesto a participar en un Gobierno que no incluyera una reforma de Estado de gran envergadura.
En cualquier caso, todos los partidos quieren evitar la convocatoria de nuevas elecciones, pues saben que éstas podrían significar el definitivo triunfo del nacionalismo, lo que complicaría aún más la formación de un nuevo Gobierno, que por ley debe estar constituido por igual número de ministros flamencos y francófonos.
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