Este artículo se publicó hace 9 años.
Diez calles de Madrid donde pervive el franquismo
El callejero madrileño continúa repleto de placas que conmemoran a personajes ligados al régimen franquista. Nos damos un paseo por las calles de la capital dónde todavía se rinde tributo a los cómplices de la dictadura.
-Actualizado a
MADRID.- “La Historia… testigo de los tiempos, luz de verdad, vida de la memoria, maestra de la vida, testigo de la antigüedad”. Son palabras escritas hace dos mil años por uno de los hombres más inteligentes de su época: Marco Tulio Cicerón. Reflejan la importancia del conocimiento del pasado para arrojar luz sobre el presente y así construir un futuro más brillante. Pero dejando la Antigüedad para volver al presente, a la realidad española, hay una cita que quizá encaje mejor: “La Historia la escriben los vencedores”.
Aprobada en 2007, la Ley de Memoria Histórica pretendía reparar el daño sufrido por las víctimas de la guerra civil y de la dictadura. A pesar de sus casi ocho años de vigencia, la vaguedad de la norma, la resistencia de numerosos ayuntamientos y la pasividad de algunos partidos han impedido la aplicación de la misma, dejando al descubierto la aún abundante simbología fascista.
En este sentido, las recientes declaraciones de la portavoz del Ayuntamiento de Madrid, Rita Maestre, sobre las intenciones del equipo de Manuela Carmena de aplicar estrictamente la Ley de Memoria Histórica, han reavivado el debate mediático y social sobre la permanencia de los símbolos franquistas a lo largo y ancho del país.
Los cambios tendrán en cuenta “a vecinos y asociaciones de barrio", ya que "los cambios les afectan”, explican desde la Concejalía de Cultura, encargada de organizar los cambios de nombre
En declaraciones a este diario, fuentes del consistorio han afirmado que el proceso se llevará a cabo “teniendo en cuenta a vecinos y asociaciones de barrio, e intentando consensuar al máximo unos cambios que les afectan”.Según estas mismas fuentes, la tarea recaerá sobre la Concejalía de Cultura, en donde ya han “recibido varias solicitudes y sugerencias que se tramitarán y estudiarán” siguiendo los protocolos marcados por la propia Ley.
Estas eran las intenciones del investigador e historiador Antonio Ortiz cuando publicó el pasado junio un informe titulado Pervivencia del Franquismo en el callejero madrileño. En él, glosa más de 300 nombres de lugares, acontecimientos y personajes representativos de la dictadura, y que han servido para identificar calles, avenidas, parques, colegios, hospitales, puentes y estaciones de Madrid durante los últimos setenta y seis años.
Ortiz, madrileño y miembro de la Asociación de Vecinos de Cuatro Caminos, ha participado en varias recogidas de firmas a favor de la retirada de la simbología franquista. Por ello cree que “la sociedad está lista y quiere este cambio. Sólo hacen falta compromiso y voluntad política”.
Al cambiar el nombre de un espacio público, la Dictadura “se apropiaba de él, trasladando al olvido las luchas sociales, los derechos ganados y una parte muy importante de la historia de España”, explica el historiador Antonio Ortiz
En su opinión, tan sólo deberían ser honrados con su nombre en el callejero aquellas “personas ejemplares que inspiren”. Al cambiar el nombre de un espacio público, la Dictadura “se apropiaba de dicho espacio, trasladando al olvido las luchas sociales, los derechos ganados y una parte muy importante de la historia de España”. También cabe destacar el hecho de que la mayoría de las calles con nombres franquistas se encuentren en barrios obreros de la periferia como Vallecas, Aluche o Moratalaz.
Por otro lado, numerosas vías han recibido nombres de personas afines al Franquismo después de 1978, en una clara demostración de que aunque se cambiara de régimen, tras la transición, las élites seguían siendo las mismas.
Y es que la Historia la hacen los vencedores, la cuentan sus escritores, y pervive en la memoria colectiva a golpe de cincel. A pesar de renunciar a muchas de sus reivindicaciones antifranquistas en favor de la tan socorrida “reconciliación nacional”, los vencidos, sus hijos y sus nietos todavía tienen que pasear por la Plaza Arriba España. O caminar por la Calle de la Batalla de Belchite, que a día de hoy sigue sirviendo de propaganda para el Régimen. Ironía, hipocresía o ambas dos.
Son muchos los reductos del franquismo que aún tienen cabida en la capital. Y es que, ahora, como en 1939 propuso Alberto Alcocer “urge limpiar a Madrid”. A continuación haremos un repaso por algunas de las calles más llamativas.
En 1945 sustituyó a la calle del Molino, en el barrio de Aravaca, en homenaje al político ultraderechista. Tras la proclamación de la II República estuvo exiliado en Lisboa y París hasta 1934. En 1936 fue elegido diputado por Orense, convirtiéndose en portavoz del ultraderechismo. Muerto el 14 de julio de 1936 por un grupo de Guardias de Asalto en represalia por la muerte del teniente Castillo, Calvo Sotelo fue declarado por los golpistas el primer mártir de la cruzada contra los “enemigos de la patria”.
Situada en el distrito de Tetuán, en junio de 1954 tomó su nuevo nombre. En julio de 1936, al iniciarse la guerra civil española, se dirigió a Sevilla para unirse a la sublevación contra la República. Participó en el llamado “Convoy de la victoria”. Además de actuar como piloto personal del general Franco, realizó numerosos servicios de guerra, entre los que destacan los aprovisionamientos al Santuario de Nuestra Señora de la Cabeza, donde se encontraba el Capitán Cortés (quien también cuenta con una calle).
Fue asignada en 1959, en Ciudad Lineal, como homenaje al promotor inmobiliario Banús, quien, junto con su hermano Juan, formó la empresa que levantó el Valle de los Caídos, para lo cual se sirvió de presos políticos que puso a su disposición el régimen franquista. A partir de entonces el volumen de sus negocios aumentó. En 1962 se trasladó a la Costa del Sol con la idea de crear un complejo turístico de fama internacional y construyó la urbanización Nueva Andalucía en la que se encuentra la famosa Puerto Banús.
Fue establecida en 1961, en el distrito de La Latina. En 1934 fue nombrado jefe de Estado Mayor. En el gobierno de Lerroux fue designado subsecretario de Guerra. Con el triunfo del Frente Popular en 1936 desarrolló contactos con Mola y otros militares conjurados. El 19 de julio, vestido de paisano, se trasladó al Cuartel de la Montaña. Tras dos días de asedio el cuartel fue tomado y el General Fanjul detenido y procesado en la sala sexta del Tribunal Supremo. Condenado a muerte, murió fusilado.
A partir de 1965 pasó a conmemorar los XXV Años de Paz tras la Guerra Civil Española. Es un tramo de la M-30. Existe también en Madrid una estación de Metro, un hospital y un puente de la Paz. No deja de resultar paradójico que aquellos que se sublevaron contra el gobierno legítimo se presentaran después como garantes de la paz.
Desde 1973 el que fuera fiscal de Málaga cuenta con su placa en Madrid, en el barrio de Aluche. Su participación en los consejos de guerra del franquismo le valió el ser recordado como “Carnicerito de Málaga”. Gobernador civil de León, de Santa Cruz de Tenerife y de Navarra. En 1957 accedió al cargo de Director General de Seguridad, permaneciendo en el mismo hasta 1965, en que fue nombrado Alcalde de Madrid. Ministro de la Gobernación y Presidente del Gobierno (último con Franco, primero con Juan Carlos I).
Entre Peñagrande y Valverde, fue renombrada en 1978 en recuerdo del escritor y periodista. El estallido del Alzamiento Nacional le sorprendió en zona roja, en Madrid, desde donde se marchó a Buenos Aires. Desde Argentina se decantó por el Bando Nacional, manifestando su apoyo al Movimiento y haciendo entrega de una cuantiosa suma de dinero para financiar a los sublevados contra la República. En 1944 comenzó a colaborar en el diario falangista Arriba. En 1949 regresó a Madrid, donde tuvo una recepción con el Caudillo de España Generalísimo Francisco Franco, del que era gran admirador. Su hijo, Víctor de la Serna, también cuenta con su propia calle. Militante falangista, durante la guerra apoyó a la causa franquista mediante su participación en las tareas de propaganda. Suya fue la célebre frase "Camarada Miguel de Unamuno: ¡Presente!" durante el entierro del escritor. Al terminar la contienda fue director del diario madrileño Informaciones, desde donde defendió a Hitler y su régimen.
En plena democracia (1980) consiguió entrar en la toponimia madrileña en plena Ciudad Lineal. Médico de la sanidad militar y psiquiatra, además de profesor en la Academia de Sanidad Militar y en la Universidad de Madrid. Como jefe de los Servicios Psiquiátricos Militares de la dictadura franquista, le fue encargado un estudio que demostrase la inferioridad mental de las personas de ideología marxista. La dramática conclusión de sus teorías la expuso en La locura y la guerra: psicopatología de la guerra española, en el que abogaba por la separación de los hijos de los padres de los marxistas. Asimismo escribió numerosas páginas que intentaban demostrar la inferioridad de las mujeres.
Ya en 1990 fue establecida en memoria del escritor y periodista sevillano en las cercanías de Moratalaz . Quien fuera archivero en la Biblioteca Nacional, arqueólogo, director de la biblioteca municipal y del Museo, miembro de la comisión que cambió el callejero de Madrid tras la ocupación de ésta por los sublevados y hermano del célebre Antonio Machado. Mientras uno vivía para el Régimen, el otro moría en el exilio.
El nombre fue adoptado en noviembre de 2004 y situado en Moncloa . Abogado, periodista y escritor de gran fama y éxito. Escribió en Interviú y El Alcázar. Fue Miembro de la Plataforma 2003, promotora de la conmemoración de su centenario. En 1978 alcanzó su primer gran éxito de ventas con la novela: ...Y al tercer año, resucitó, donde plantea una historia-ficción con Franco resucitado.
Ellos sabían que “el lenguaje es más que sangre”, porque el que controla la Historia dictamina el pensamiento social. Y así, valiéndose del servilismo y reemplazando la sangre por placas en memoria de los caídos en la Cruzada Nacional, el discurso oficial y hegemónico justificó el devenir histórico. Las versiones no tuvieron cabida, y “la memoria es obligada a aceptar una Historia de la que fue expulsada”. Por todo ello la sociedad necesita “más referencias a nuestro pasado, más presencia en nuestro presente”. Y quizá dentro de poco nos sentemos de nuevo en la Plaza de la República.
FUENTES: Gabinete de Prensa del Ayuntamiento de Madrid, Antonio Ortiz Mateos (Historiador) e Informe “La Historia en la Memoria”, de Antonio Ortiz Mateos y Daniel Morcillo Álvarez.
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