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Colosos energéticos al acecho de España desde Portugal

ANTONIO M. VÉLEZ

El interés de los gigantes energéticos mundiales por España no acaba en Electricité de France (EdF). Atraídas por uno de los pocos mercados cuyo PIB aún crece más que el de la UE (lo que supone más demanda de energía) algunas grandes compañías cuyos centros de decisión no están en Occidente han desembarcado con fuerza en la Península a través de Portugal. Casi siempre, después de no haber podido entrar en España o haberlo hecho de forma residual.

El caso más notorio es el de la argelina Sonatrach, que desde hace un año tiene un 2% de la eléctrica Energias de Portugal (EDP), dueña de Hidrocantábrico. El grupo argelino (del que se ha dicho que podría entrar en el capital de Cepsa, segunda petrolera española) prevé alcanzar el 5% y ha sellado una alianza estratégica con la lusa.

Le venderá gas a un precio más que competitivo y promoverá con ella proyectos conjuntos, como centrales eléctricas de ciclo combinado en Portugal, España y Argelia.

Todo ello, en un momento de tensión entre Argel y Madrid. Sonatrach (100% estatal) quiere subir el precio del gas que vende a España (es el primer proveedor, con un 30% del total) y está enfrentada a Gas Natural y Repsol por su peso en el gasoducto Medgaz y tras la ruptura de su acuerdo en el yacimiento Gassi Touil.

Sonatrach ya está en EDP, al igual que el fondo soberano de Abu Dhabi IPIC (accionista histórico de Cepsa), que entró este mes con un 2%. Los dos se sientan ya en el consejo de administración de la eléctrica, a diferencia de Iberdrola, su primer accionista privado.

Gazprom

Otros están a la espera, aunque en este caso el objetivo es la petrolera Galp. Entre ellos, uno cuya mención provoca dentera en España: la rusa Gazprom, que, desde hace dos años, coquetea con entrar en Galp y que tiene buenas relaciones con su primer accionista, la petrolera pública italiana ENI.

Para Gazprom (que vale 200.000 millones en bolsa, más que todas las empresas energéticas españolas y portuguesas juntas), la entrada en la Península apuntalaría su dominio gasista en Europa, que actualmente está limitado a la zona centro del continente.

De momento, esa entrada no se ha producido porque otro accionista de peso de Galp, la petrolera angoleña Sonangol, ha cambiado de criterio y ahora descarta vender, algo que se daba por hecho hasta no hace mucho.
El grupo estatal, considerado el instrumento del Gobierno de José Eduardo dos Santos para sacar de su histórico aislamiento a Angola (un país rico en petróleo y diamantes), tiene ingente liquidez para gastar y Portugal, dadas las históricas relaciones entre los dos países, es un objetivo prioritario.

A estos acuerdos accionariales se suman las alianzas estratégicas que, sin intercambio de participaciones mediante, mantiene Galp con las estatales Petroleos de Venezuela y Petrobras (Brasil).

El peligro de estos movimientos para España es relativo, teniendo en cuenta el peso del Gobierno luso en Galp y EDP, dos antiguos monopolios. Pero conviene no olvidar que, en energía, Portugal es bastante más que un vecino de España, dados los avances en la integración de sus mercados eléctrico y gasista, a través del Mibel y del futuro Mibgas, respectivamente.

Al presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, le gusta hablar de Portugal como “país hermano”, dada su condición de salmantino, aunque desde que asumió las riendas de la eléctrica su política ha sido más bien la de plegar velas. Cuando se cumplen diez años de su entrada en el país, Iberdrola prepara su salida del accionariado de Energias de Portugal (EDP), al que se incorporó en 1998, en el marco de un acuerdo de colaboración entre ambas compañías, que incluyó un intercambio de participaciones y que acabó como el rosario de la aurora. La eléctrica española, que en enero vendió su 4% en Galp, puede ingresar cerca de 1.500 millones por su 9,5% en EDP.

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