Este artículo se publicó hace 12 años.
El botín de Napoleón saqueado hace 200 años vuelve a relucir en París
El museo de la Legión de Honor de París recupera en una exposición inédita los tesoros que en 1815 el emperador Napoleón Bonaparte perdió en el mítico episodio de la batalla de Waterloo, que marcó su ocaso.
La gloria de Napoleón vuelve a relucir gracias a esta muestra titulada "La berlina de Napoleón" que se inauguró hoy en París y permanecerá abierta hasta el 8 de julio.
El público podrá disfrutar de un paseo por una de las etapas claves de la historia europea en la que las tropas aliadas (británicas, holandesas y prusianas) acabaron con los sueños imperiales de Napoleón cerca de la ciudad belga de Waterloo.
Pero esta exposición no quiere ser un recuerdo amargo de la derrota, sino un viaje al corazón del universo personal de Napoleón para descubrir los objetos que le acompañaron durante sus campañas militares.
Así, paradójicamente el fracaso de Waterloo ha inspirado esta exposición que rescata el triunfo de Napoleón, quien dijo: "A pesar de la catástrofe más terrible, la gloria del vencido no sufre, su memoria sobrevive a la destrucción".
La muestra, que recoge piezas nunca antes reunidas en una misma sala y procedentes de museos de Londres, Berlín, Moscú y París, expone el legendario botín compuesto por un vehículo y objetos muy variados que las tropas aliadas confiscaron a Napoleón en Waterloo.
El protagonista indiscutible es una berlina, un carruaje de caballos desde el que Napoleón controlaba las batallas, y que tras ser restaurado para esta exposición, exhibe la decoración original con la iconografía de las armas y medallas características del imperio.
"Napoleón se desplazaba en caballo habitualmente, excepto en los grandes viajes, para los que utilizaba carruajes donde dormía y trabajaba, pues era un hombre preciso a quien no le gustaba perder tiempo", explicó a Efe el profesor e historiador Jean Tulard, uno de los grandes especialistas en Napoleón.
La exposición dedica una atención especial a la parte más simbólica del botín de la batalla, las condecoraciones de Napoleón, prueba indiscutible de sus ambiciones políticas de expansión.
La muestra presenta dieciséis de las veintiuna órdenes creadas por Napoleón, y entre las piezas destacan una águila de plata de la Legión de Honor o las primeras insignias de Caballería.
Además, pueden verse objetos personales de Napoleón: vajilla y cubertería de plata, una camisa, una bombonera, un libro o elementos de aseo personal como un barreño y un neceser dental.
Y entre todas estas curiosidades un objeto insólito: una cerradura que guardaba el tesoro del regimiento militar y que tiene 427 combinaciones.
Todos estos objetos fueron confiscados por los prusianos, excepto la espada y el sombrero que Napoleón portó el día de la batalla de Waterloo y que nunca recuperó tras dejarlo en París para limpiarlo.
Tras el conflicto bélico algunos de estos objetos fueron víctimas de saqueos, varios pasaron a propiedad del general prusiano Gebhard Leberecht von Blücher y otros como las condecoraciones imperiales fueron expuestos en Berlín desde 1816 como símbolos de una brillante victoria.
La mayoría de las piezas han viajado a merced de los acontecimientos históricos: de Waterloo a Berlín, donde fueron escondidos en el búnker antiaéreo del zoo durante la Segunda Guerra Mundial y permanecieron hasta 1946, cuando emprendieron rumbo a Moscú.
Las peripecias de estos objetos, las mudanzas y los cambios de propietarios son una muestra de su prestigiosa procedencia.
La muestra presentada en París sigue la pista de estos elementos cargados de una historia legendaria y que completan el puzzle de la batalla que truncó los sueños imperialistas de Napoleón.
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