Este artículo se publicó hace 16 años.
La afición española festeja el fin del maleficio italiano
Miles de aficionados españoles, la mayoría enfundados con los colores de la "roja", se han lanzado en la céntrica plaza madrileña de Colón a festejar el pase de su selección a las semifinales de la Eurocopa 2008, con lo que rompió el maleficio de los cuartos y, especialmente, el de Italia.
Con gritos de ¡España!, ¡España! y de ¡Iker, Iker!, entre otros, los seguidores de la "roja" que vieron el partido en la pantalla gigante instalada por una cadena de televisión en la Plaza de Colón, estallaron de alegría tras ver como Cesc Fabregas convertía la pena máxima que metía a España en la ronda de los cuatro mejores y dejaba en la cuneta a Italia.
Eran gritos de júbilo, de liberar la tensión acumulada a lo largo del partido y, especialmente, en la tanda de penaltis.
Los presentes ya habían empezado a congregarse desde varias horas antes del inicio del encuentro en una Plaza de Colón que pronto pasó a convertirse en una ola "roja", sin que nadie se moviese de su puesto. Y eso que los 34 grados de temperatura en Madrid fueron paulatinamente aumentando a medida que los aficionados iban sumando presencia.
Con los lanzamientos de penaltis fue aumentando la tensión de los seguidores, que siguieron en total silencio los lanzamientos de los españoles y silbaron los de los italianos, esperando descentrar a los "azzurri" como si no existiesen los miles de kilómetros que separan la capital de España de Viena.
Algo de desánimo llegó tras el penalti que el meta italiano Gianluigi Buffon paró a Dani Güiza, que venía a establecer la igualada en los lanzamientos después de una parada anterior de Casillas, pero el portero del Real Madrid detuvo el siguiente disparo de Di Natale y devolvió la alegría, las esperanzas y los gritos de ¡España, España!.
Cesc Fábregas marcó el último penalti y los aficionados españoles se lanzaron a las calles a celebrar un triunfo ya considerado histórico y que viene a romper mitos negativos y pesimismos.
No sólo fue la Plaza de Colón la que congregó en Madrid a los aficionados. Muchos aficionados prefirieron también seguir el partido en bares. Ahí también se vivió tensión, para después explotar de alegría.
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