'Falso Amor': La inteligencia artificial llega a los realities
"La tecnología deep fake es casi invencible". Sobre esa premisa se sostiene ‘Falso Amor’, el nuevo reality de Netflix. Su presentadora, Raquel Sánchez Silva, nos cuenta en qué consiste esta versión 2.0. de 'La Isla de las Tentaciones'.
Este verano se inauguraba con salseito fuerte. El 27 de junio llegaba a Instagram el 'Merlos Place 2.0'. Sofía Suescun, ganadora de Supervivientes e influencer, colgó una historia en su perfil donde mostraba su rutina facial en el baño de su casa, para promocionar una marca de cosmética. Al menos, ese parecía el objetivo. Sin embargo, en el espejo apareció reflejado Noel Bayarri, el extronista de Mujeres y hombres y viceversa, ataviado con una toalla a la cintura.
El vídeo desapareció casi inmediatamente e igual de rápido comenzaron a extenderse los rumores de que una crisis de pareja entre Suescun y su novio, Kiko Jiménez, quien a su vez saltó a la fama después de haber mantenido una relación de cuatro años junto a Gloria Camila, hija de Rocío Jurado. La trama es, cuanto menos, laberíntica para aquellos que no estén familiarizados con este universo de concursantes de realities y la última hornada de famosos que alimentó Sálvame y sus espacios satélites. De hecho, los primeros en contribuir a extender el reguero de pólvora fueron ex colaboradores de este programa, como Miguel Frigenti, que encendió la mecha cuando afirmó que existían más vídeos que evidenciaban la pillada.
Los usuarios no tardaron en recordar la que se formó el 23 de abril de 2020 cuando, en pleno confinamiento, Alfonso Merlos participó en el canal de YouTube Estado de alarma y, mientras el tertuliano estaba charlando con el presentados, Javier Negre, apareció en el fondo del plano una mujer en ropa interior. La protagonista involuntaria resultó ser Alexia Rivas, periodista y exreportera del programa Socialité, de Telecinco. Aquello se confirmó como una prueba en directo de la infidelidad a su pareja de entonces, Marta López, uno de los rostros más habituales de la principal cadena de Mediaset desde su participación en la segunda edición de Gran Hermano. Con los televidentes del mundo entero recluidos en sus hogares, había ganas de "escándalo" y las imágenes cruzaron el charco hasta que la propia actriz Whoopi Goldberg comentó el caso en el programa de la cadena estadounidense ABC, The View.
Esta vez, la bomba de relojería se detuvo antes del estallido. Dos días después de que comenzara el revuelo, Netflix lanzó un tuit con el que confirmaba que se trataba de un montaje que forma parte de una campaña para promocionar su nuevo reality, Falso Amor. Los primeros siete episodios se estrenaron a nivel global el 6 de julio, con margen suficiente para que los seguidores de este formato hubieran consumido todo el metraje y esperasen con ganas el desbloqueo de la gran final, que se incorporó al catálogo el 13 de julio.
Falso Amor es un concurso en el que cinco parejas se enfrentan a la tecnología deepfake, una técnica de inteligencia artificial que modifica imágenes, obligándoles a diferenciar qué es real y qué no lo es. "Ellos vienen buscando la verdad. Olvidándose de que, a veces, la única manera de encontrarla es enfrentarse a la mentira", expone Raquel Sánchez Silva, la conductora de este espacio, al arranque del primer capítulo. La premisa de este reality producido por Cuarzo (Banijay Iberia) recuerda poderosamente otro programa de la misma productora, La Isla de las Tentaciones y, si retrocedemos aún más en el tiempo, es probable que regrese a nuestra memoria Confianza Ciega, aquel espacio que presentó Francine Gálvez en Antena 3, allá por 2002.
Por aquel entonces, la prueba de fuego para las parejas involucradas le salió barata a la cadena. El premio era tan simple como consolidar la relación si se superaba la experiencia televisada. Ahora, los participantes saben lo que se juegan y ponen precio a esta quiebra de la confianza. Concretamente, los tortolitos que logren ganar la batalla a la inteligencia artificial se llevarán un premio en metálico de 100.000 euros. El reto lo merece. No es fácil distinguir la realidad. "En Falso Amor, ponemos el deepfake al servicio del entretenimiento para cambiar las reglas del juego y convertir un concurso de parejas en un dilema al que también se enfrentará el espectador”, explica Álvaro Díaz, director de No Ficción, Series Documentales y Programas de Entretenimiento de Netflix en España. Por su parte, Juanra Gonzalo, director general de Cuarzo Producciones, añade que este formato plantea un nuevo escenario en las relaciones de parejas, donde la confianza puede verse quebrada por imágenes que pueden ser o no ser reales. "La gran pregunta es si confiarán en lo que ven sus ojos o en lo que les dicta su corazón”, desliza Díaz.
Por si el planteamiento no fuese suficientemente malicioso, los ratones de laboratorio arrancan el experimento sin saber que la tecnología juega en su contra y, claro, durante el primer visionado en la sala blanca, aquello se convierte en un drama. Sin embargo, las catarsis emocionales son el pasatiempo favorito de la audiencia masiva y eso se tradujo en buenas cifras. El 10 de julio, Falso Amor ya era el cuarto contenido más visto en Netflix. Ya nadie se asoma a la pantalla de su televisor para ver a la gente ser feliz. Si acaso, nos reservamos ese derecho a nosotros mismos para el mundo real.
Raquel Sánchez Silva, que ya está curtida en otros realities como Maestros de la Costura o Pekín Express, defiende la autenticidad de un formato, donde los enamorados llegan a desear perder el premio antes que su relación. En esta entrevista, nos descubre lo que se cuece delante y detrás de las cámaras:
En 2008 publicabas Cambio príncipe por lobo feroz, un libro en el que desmontas los finales aburridos de los cuentos. A lo tonto, han pasado tres lustros, y ahora la televisión está repleta de "lobos feroces". ¿Está el mercado tan mal como parece en estos formatos?
No tengo esa sensación, veo que los realities son cada vez más variados y tocan temáticas más diversas. Es un género muy vivo con grandes ejemplos en la programación de estos momentos. Los realities no son en ningún caso un retrato social completo. Los casting buscan diferentes perfiles pero todos encuadrados en sus temáticas. Y, para mí, mis concursantes son estupendos siempre.
Falso Amor comparte productora con La Isla de las tentaciones, el concurso que ha dejado Twitter sembrado de memes desde aquel grito de "Estefaníaaaa" o "Manuel, la manita 'relajá'".¿Quién nos ha dejado momentos más icónicos de esta primera temporada de 'Falso Amor'?
Los concursantes de Falso Amor son muy distintos y nos han dejado momentos muy dispares. Para mí, Javi, ha sido uno de los concursantes más divertidos porque se he sentido muy descolocado y nos lo ha transmitido con mucha frescura. Otra gran comunicadora de emociones ha sido Gabriela, así como Aída.
Cada vez que se estrena un reality, desde los tiempos del primer Gran Hermano, nos empeñamos en analizarlo desde un punto de vista sociológico. ¿Tiene sentido que intentemos empatizar hasta el punto de extrapolarlos a la vida ordinaria?
Para mí, sí tiene sentido siempre que entendamos que ellos lo están viviendo al 100%, sea lo que sea: amor, aventura, un concurso de talento... Hay una implicación total y sin otras distracciones. Pocas veces en la vida real podemos dedicar toda nuestra atención a una faceta de nuestra vida. Eso no es lo ordinario.
Y tú, ¿cómo logras mantener las distancias?
Lo consigo con dificultad, pero muy segura de que debo intentarlo, porque yo debo ofrecer a cada uno de ellos lo mismo: mi respeto por su implicación en el concurso, cariño en sus momentos más difíciles y un enlace con el proyecto del que todos formamos parte. A todos les tengo un enorme cariño y mientras están conmigo son siempre mis protegidos.
En Confianza Ciega también se manipulaban las imágenes para incentivar las dudas, pero Falso Amor se pasa el juego y va un punto más allá, al emplear la inteligencia artificial para confundir a los participantes, que ya de por si vienen con sus dudas y sus inseguridades de casa. ¿Cómo ha sido el desarrollo técnico para conseguir un nivel de realismo suficiente para engañarlos?
Se usaron escenas con dobles que luego fueron sometidas a un proceso de digitalización. El reality se graba con cámaras 100% robotizadas y elegimos las situaciones que podrían funcionar para aplicar la tecnología deepfake. Cuando ellos se presentan al casting nosotros captamos sus movimientos de todas las maneras posibles para que la máquina vaya conociendo sus caras, su expresión corporal y su voz posturas. Ellos ya sabían que se iban a enfrentar a la tecnología, pero no les contamos en qué iba a consistir exactamente.
Nunca buscamos engañarlos sino hacer de la ficción algo muy parecido a la realidad. Muy parecido no es idéntico. La verdad es insustituible. Siempre es posible distinguir realidad y ficción. Y el objetivo es que ellos lleguen a hacerlo para ganar el concurso. No es lo mismo hacer esa distinción estando ofuscado o no, pero el juego es distinguir. Si la realidad y la ficción no pudieran distinguirse, el juego no sería posible.
Más allá del aspecto lúdico, este formato nos devuelve a la memoria el deep fake que ha sufrido hace poco Rosalía o la denuncia de actrices como Scarlett Johansson, que han visto cómo se explotaba su imagen con esta tecnología en páginas porno. ¿Estamos todos vendidos a la inteligencia artificial?
La inteligencia artificial está ya infiltrándose en muchos mercados. Te pongo un ejemplo. Sigo a algunos artistas que ya están creando imágenes falsas, modelos falsas en escenarios falsos y todos tenemos que aprender a distinguir cuanto antes la diferencia entre una IA y un trabajo real. Nos va a costar cada vez más, pero tenemos que agilizar ese filtro personal. Será imprescindible que todos sepamos hacerlo de la manera más ágil. En todos los mercados será importante para nuestros trabajos pero también para nuestros entorno informativo y personal.
Ya que hablamos de este escenario, casi de Black Mirror, en el que nadie puede creer lo que ven sus ojos, ¿están preparados los participantes psicológicamente para lo que se les viene encima? ¿Les ofrecéis un acompañamiento profesional durante la grabación?
Siempre estamos pendientes de los concursantes y hay disponible asesoramiento profesional permanente, incluso después del concurso si fuera necesario. Su bienestar es lo más importante para nosotros y cuando hay que tomar medidas extraordinarias, se toman. Esto se ha hecho en todas las producciones en las que he estado.
Aquí el camino para llevarse los 100.000 euros no pasa tanto por confiar —que también— sino por conocerse a fondo y saber interpretar si lo que ves refleja a persona que conoces. ¿Hay algún truco (humano) para vencer a la IA?
Desde luego. No es un truco. Es conocer la herramienta y saber cómo trabaja la inteligencia artificial. Nos resulta complicado porque es una técnica nueva, pero es posible. Cuanto más sepamos de ella, mejor, porque ha venido para quedarse.
Netflix ha optado por subir todos los episodios de un tirón... Excepto la final. ¿Consumimos realities de una manera diferente que las series de ficción?
Se están creando otros fenómenos de consumo. El público tiene que encontrar el efecto comunidad a demanda y no impuesto por una programación. Hay que dar tiempo. Son muchos años citándonos para “y la final de…es el viernes…”, darle la vuelta a esto no es cosa de un día, pero está ocurriendo. Ambas formas de disfrutar el evento en comunidad pueden convivir porque ambas tienen sus ventajas y su grandeza audiovisual.