'Cristóbal Balenciaga', una serie sobre el genio de Getaria que lideró la alta costura francesa
Los Moriarti descubren las cortinas de terciopelo de la Maison para desvelar el enigma del gran maestro de los volúmenes. Disney+ se interna en el drama de la búsqueda de la perfección en la costura a través de un recorrido por la etapa parisina de diseñador vasco.
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"Un Balenciaga se aprecia por sus secretos, por su confección", determina Coco Chanel —interpretada por Anouk Grinberg— en Cristóbal Balenciaga, la serie dramática que estrena Disney+ este 19 de enero. Esta afirmación no solo refleja el espíritu de sus colecciones sino también, en gran medida, el del propio diseñador. De hecho, Balenciaga sólo concedió dos entrevistas en toda su vida. Una a París Match en 1968 y otra a The Times en 1971, un año antes de morir. Su encuentro con la periodista Prudence Glynn, a la que da vida Gemma Whelan, es el hilo conductor de esta ficción que trata de reconstruir la etapa parisina del genio de Getaria (Gipuzkoa). La meca de la alta costura recibió en 1937 al hijo de un pescador y una costurera como una promesa cuyo estilo acabaría por definir los dictados de la moda en todo el mundo.
"La idea de escribir una serie sobre Cristóbal Balenciaga surgió en Corea, donde viví tres años", cuenta su creadora, Lourdes Iglesias. "Conocí a una joven diseñadora de moda coreana que había estudiado en Europa y me habló de él como su gran referente. Fue ella quien me abrió los ojos al misterio que rodeaba al personaje, que ella creía que era francés, pero era vasco como yo", rememora. La obra imperecedera de este maestro de la costura es extraordinariamente conocida, pero fue capaz de mantener una discreción absoluta sobre su figura.
El retrato del portador de la aguja
Paul Thomas Anderson ya trató de hilvanar en 2017 la tormentosa obsesión de Balenciaga por la perfección en El hilo invisible. El director contó durante la promoción de la película que se había inspirado en Cristóbal Balenciaga y en la costura británica de los años 50 para modelar a Reynolds Woodcok, el personaje que interpreta de forma magistral Daniel Day-Lewis. La cinta coreografía a la perfección la magia ritual de la prueba de un vestido en el atelier y todo el sufrido trabajo de las costureras, que la clienta ni siquiera sospecha. Ese choque entre dos mundos —el interior y el exterior—, dignifica la profesión de quienes se dejan la vida entre puntadas y evidencia que la moda merece ser elevada a los altares del arte.
La mayoría de las obras que tienen a los diseñadores como protagonistas están envueltas por un aura de superficialidad e incluso desdibujan la pasión desmedida de los creadores hasta el punto de convertirlos en una parodia de sí mismos. Anderson, en cambio, optó por ralentizar el ritmo frenético de la moda y detenerse a buscar el alma entre los tejidos. Fue allí donde encontró el reconocimiento de la crítica y su trabajo fue considerado como una de las diez mejores películas del año por National Board of Review. También obtuvo seis nominaciones a los premios Oscar, incluidas las de Mejor película, Mejor director, Mejor actor y Mejor vestuario, aunque solo se llevó el galardón en este apartado.
Con este antecedente reciente, parecía arriesgado retomar la historia de este vasco universal. Las comparaciones son odiosas. Sin embargo, Disney+ decidió hacer de este proyecto un desfile brillante y puso en la etiqueta la firma de los 12 veces ganadores del Goya, Aitor Arregi, Jon Garaño y Jose Mari Goenaga, conocidos en el séptimo arte como Los Moriarti. Estos tres cineastas llevan más de 20 años trabajando juntos y han alcanzado el éxito internacional gracias a películas inolvidables como Loreak —candidata española a los Oscar— y Handia. Ambos proyectos tienen Euskadi como telón de fondo y buscar los patrones con los que el genio de Getaria levantó su imponente maison era un reto a la altura.
"Pocas figuras del siglo XX resultan tan herméticas como la suya. Raramente se dejaba fotografiar y el acceso a su taller y a sus desfiles era muy restringido. Este aspecto infranqueable de Balenciaga, lejos de ahuyentarnos, supuso uno de sus principales atractivos a la hora de involucrarnos en este proyecto", confiesan los directores. "Para nosotros, todo en el diseñador gira en torno a la necesidad de control. Posiblemente no buscó conscientemente convertirse en autor, pero su mente controladora le llevó inexorablemente a ello. Para él la moda era algo personal, algo que se adapta a la individualidad de cada cuerpo, pero también algo que debía respetar su individualidad como creador", desarrollan.
Con estos mimbres, lo verdaderamente complicado era encontrar un actor que pudiera componer el miriñaque de ese vestido. El escogido fue Alberto San Juan. "El modista lleva todo el peso de la serie, está en casi todas las secuencias. Era evidente que necesitábamos a un intérprete capaz de encarnarlo a lo largo de los 34 años que transcurren en la historia, transitando por distintos estados psicológicos. Un actor que pudiese resultar enigmático y cercano al mismo tiempo. Todo eso lo encontramos en Alberto", destacan Los Moriarti.
Por su parte, el miembro fundador de la compañía Animalario y de la cooperativa Teatro del Barrio asegura que el papel de Balenciaga ha sido como ponerse un traje hecho a medida. "Quizás buscaba sentirme cerca de su humanidad. No ha sido lo más difícil para nada. Con este personaje me ha pasado algo desacostumbrado y es encontrarlo cercano, crear de alguna manera una relación afectiva con él", explica San Juan, que considera que tener que expresarse en francés ha sido más complicado que mantener esa pose impenetrable.
Cómo replicar la obra icónica del gran arquitecto de la moda
De nuevo, no queda más remedio que volver a citar a Chanel para encontrar el diferencial de Balenciaga con respecto a sus competidores. Ella lo definió como el auténtico "couturier". El primer capítulo de la serie amplia las razones que le llevaron a concederle este apelativo: "Las chaquetas de Cristóbal llevan unas pequeñas pinzas para separarla de la espalda. Esta técnica permite a las mujeres parecer rectas. Esto es solo un ejemplo de lo que hace por ellas. Es cirugía estética, con todos esos detalles... Además, inventa nuevas maneras de hacer ojales, de colocar el cuello, integrar las mangas y repartir el peso. (...) Balenciaga es el único que es un verdadero costurero, el resto somos diseñadores de moda", concede Gabrielle cuando el empresario donostiarra Nicolás Bizkarrondo (Josean Bengoetxea) le consulta sobre sus dudas sobre el talento del creador vasco.
La serie traza un arco de personaje que va parejo a la evolución de su obra. Parte de un Balenciaga inseguro, que se ni siquiera encontró su nombre bien reflejado en la prensa de la época cuando lanzó su primera colección en París. Incluso la editora de moda de Vogue USA, Bettina Ballard, que terminó por convertirse en íntima de Balenciaga, le concedió entonces una reseña parca: "Balenciaga triunfa gracias a la simplicidad de sus líneas y a la ausencia de elementos superfluos". Aquello desmontó el ego del eterno costurero, que entendió entre estas líneas tibias que las formas puras que habían conquistado a su clientela en San Sebastián no estaban a la altura de lo que esperaba de él la órbita de la moda en la capital del Sena. Necesitaba encontrar un estilo propio que definiese su obra para plantar cara a Chanel, Dior y Givenchy. De lo contrario, quedaría relegado a un puesto fuera de las élites, casi como un modisto para bautizos.
No fue sencillo. Tuvo que luchar contra sus propias pulsiones. "No clave tanto los alfileres. Basta con clavar un poco la punta. Después es más fácil quitarlos", reza una línea de guion que le dedica San Juan a la actriz que hace de Suzanne, la jefa de taller de Balenciaga. La tensión es evidente en varios momentos del metraje. No obstante, el genio de Getaria ha pasado también a la posteridad como un creador de carácter despótico que en ocasiones se dirigía a su equipo con tiranía. El contexto histórico tampoco se lo puso fácil. Había llegado a París dejando atrás la Guerra Civil española y allí se encontró con la ocupación alemana en 1940. La escasez de material y el ferreo control de los nazis sobre la producción puso a prueba su creatividad y logró mantener abierta la Maison gracias a la controvertida decisión de trasladar las telas españolas hasta París.
"No expresar su opinión política en público lo mantuvo toda la vida, aunque esa posición también era arriesgada. Un personaje público en una dictadura como el franquismo que exige adhesión explícita a todo el mundo era complicado y creo que él tenía muy claro que su clientela solo podía estar entre las mujeres de la clase alta y por lo tanto eran parte del poder dominante en un país ocupado. Evidentemente, no se podía estar entonces en la cumbre de la alta costura y manifestarse en contra de los nazis", valora San Juan. "Como actor, encarnar a personajes desde puntos de vista que en principio me son distantes me ayuda a crecer y ampliar vivir otras perspectivas", añade.
La serie no hace juicios políticos, pero tampoco tiene complejos a la hora de mostrar cuál es el círculo que sostiene a Balenciaga y cómo encuentra estratagemas para sortear la adversidad. "Nadie sabe lo duro que es este métier, lo brutal del trabajo detrás de la costura. C’est la vie d’un chien", declaró en la célebre entrevista para The Times. En ese camino, el genio de Getaria va deconstruyendo sus líneas tal y como hizo Pablo Picasso hasta instalarse en el cubismo. De hecho, en el primer capítulo hay referencias al Guernica y se establece un paralelismo indirecto entre la trayectoria de ambos artistas. Balenciaga terminó por rendir su técnica a los volúmenes y esa fue la auténtica marca de la casa. El diseñador vasco optó por liberar las cinturas y poner todos sus esfuerzos en trabajar una ingeniería invisible que hiciera protagonista a la espalda, lo que le permitió reinterpretar los encorsetados cortes clásicos y crear una siluetas delicadas que han sido replicadas hasta la saciedad.
Las primeras imágenes de este proyecto de Disney+ reproducen un vestido de noche de Cristóbal Balenciaga que lució Sue Murray en 1967 para un editorial de Condé Nast. No hay duda de que estamos ante un icono de la casa, pero ¿cómo escoger entre cientos de piezas únicas? Bina Daigeler y el figurinista Pepo Ruiz Dorado fueron los encargados de esta difícil tarea. "Cuando un día recibes una llamada para crear el vestuario de una serie sobre el maestro, la imaginación vuela. La ilusión por hacer algo tan especial te llena, pero también fuimos conscientes del gran reto de estar a la altura de la Maison Balenciaga", admite la directora de vestuario nominada al Oscar por la película de acción real Mulán de The Walt Disney Studios y al Premio Emmy por el vestuario de Mrs. America.
Estos días una exposición muestra su trabajo en el Real Jardín Botánico. Se trata de una muestra inmersiva que reúne réplicas artesanales de los vestidos más emblemáticos de Cristóbal Balenciaga realizadas por el equipo. Las piezas ocupan un espacio audiovisual que permitirá a los visitantes sentirse dentro de los episodios de Cristóbal Balenciaga a través de imágenes inéditas de los desfiles y de los diferentes momentos de su vida que recorre la serie original, grabada durante seis meses en más de 90 localizaciones de España (País Vasco, Navarra y Madrid) y Francia (París, Burdeos y Toulouse). Los interesados podrán contemplar esta selección hasta el 21 de enero de forma gratuita con la compra de la entrada general del Real Jardín Botánico de lunes a domingo de 10.00 a 17.30 horas.
La música que mueve las manos del 'couturier'
Los capítulos representan también a personajes como la reina Fabiola de Mora y Aragón (Belén Cuesta), Carmel Snow, mítica directora de moda de Harper’s Bazaar (Gabrielle Lazure), Christian Dior (Patrice Thibaud), la modelo Colette (Nine d’Urso) y la actriz Audrey Hepburn (Anna-Victoire Olivier). La deslumbrante corte que rodeaba al maestro era tan extensa que es difícil que los fanáticos de su legado no echen en falta a alguna distinguida clienta, pero si hay un personaje irrenunciable que se mueve tan sigiloso como el creador entre bambalinas, esa es la música que acompaña los seis episodios de 50 minutos de duración.
El artífice de la banda sonora es Alberto Iglesias, ganador de 11 premios Goya (al que ha optado en 19 ocasiones), y nominado cuatro veces a los Oscar, tres a los Bafta y dos a los Globos de Oro. "Tenía muchísimas posibilidades de inspiración. Él era un hombre que valoraba sus manos, alguien que nace en una cultura que da hace más importancia a su trabajo como artesano que a las palabras y eso me gustaba mucho. En ese aspecto adquiere una dimensión metafísica, porque llega a crear una belleza que incluso se le escapa de los dedos", cuenta en un encuentro con los medios en el hotel Four Seasons de Madrid. Llegó a esa conclusión después de conocer la obra de este ingeniero de la moda. "Mi hermano me llevo al museo y me explicó que la construcción interior de los vestidos era fundamental. Ese concepto que se sujeta en lo que no se ve ya me pareció suficiente como para tratar de hacer una música que contuviera esa analogía", recuerda el compositor. "La sensación no es reproducible, es una ficción, pero yo imaginaba las telas corriendo sobre los maniquíes y espero que esa fluidez llegue a vuestros oídos", dice con confianza.
Cada detalle en esta serie está pensado para que, por una vez, miremos a lo lejos, más allá de los focos del desfile, y nos encontremos cara a cara con el hombre que se esconde detrás de las cortinas de terciopelo.