Rufián rescata el vídeo en el que acorrala a Aznar por la invasión de Irak: "¿Tiene algo que decir a los padres de José Couso?"
Tremending
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Pedir perdón es, entre otras muchas cosas, un acto de humildad. Y la humildad, como todo el mundo sabe, difícilmente se entrena; se tiene o no se tiene.
El rostro de José María Aznar mientras Gabriel Rufián le invita a que muestre un mínimo de compasión para con la familia de José Couso, reportero gráfico fallecido durante la invasión de Irak de 2003, evidencia hasta qué punto la soberbia está reñida con cualquier atisbo de generosidad.
Ocurrió en la Comisión de Investigación sobre la supuesta financiación ilegal del PP, en septiembre de 2018. Un tenso careo entre el portavoz de Esquerra Republicana y el que fuera presidente del Gobierno entre 1996 y 2004, nos dejaba una imagen para la posteridad, el rostro amoral de quien se siente intocable. La egolatría elevada a disciplina artística.
Rufián ha querido rescatar ese instante tras la publicación de una reciente entrevista de Aznar en la que, una vez más, se mantiene ajeno al dolor de los otros. Un dolor que le interpela de forma directa, un dolor que se podría haber evitado si no fuera por su delirante apuesta por invadir Irak.
En la entrevista, Aznar insiste: "No me voy a disculpar por haber apoyado a Estados Unidos" en el conflicto. Es más, se declara "completamente orgulloso" de ello.
Cuando se le pregunta acerca del hecho de que Irak no estuvo vinculado con el 11-S ni tenía armas de destrucción masiva cuando se produjo la invasión, el ex jefe del Gobierno español contesta que "una cosa es tener una responsabilidad directa en el 11-S y otra que el 11-S no cambiara totalmente la guerra contra el terrorismo".
Ni rastro de arrepentimiento. Ni una concesión al perdón. Certero Rufián al confirmar lo que ya se intuía. Y es que el rostro impasible del expresidente Aznar lo dice todo. "No lo parecía".
La egolatría siempre implica cierto delirio. La posibilidad de creerse por encima del bien y del mal nos lleva, más pronto que tarde, a un callejón sin salida, un lugar inhóspito que habitan los que sólo creen en sí mismos.
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