Cuando el bochorno se hace 'real': de cómo los medios aprovechan el brindis de la princesa y la infanta para blanquear la monarquía
Tremending
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La secuencia merodea el bochorno real. Sucedió durante el almuerzo con 19 condecorados al Orden del Mérito Civil, los poderes del Estado y sus familiares. En el punto del día el décimo aniversario del reinado Felipe VI. Son apenas dos minutos de una puesta en escena que, de tan pretendidamente natural, se queda en puro artificio. La mirada meliflua del monarca, la inquietud pizpireta de princesa e infanta, la sorpresa en diferido de la reina, todo rezuma teatralidad y corsé.
Las imágenes que han trascendido del momento evidencian lo que muchos ya intuíamos, a saber; que la familia real no sabe ser real. "Perdón por colarnos", esgrime ufana Sofía. "También nosotras tenemos algo que decir", prosigue burbujeante la infanta, no sin antes leer en un móvil las cuatro líneas de guion que le ha preparado el escribano real y que, por lo que fuere, ha sido incapaz de memorizar: "Gracias por acompañarnos para recordar que en estos diez años hemos aprendido de nuestros padres lo que significa el compromiso que los cuatro tenemos con todos los españoles".
La cosa no termina aquí. Llega el turno de la princesa de Asturias, que conmina a los presentes a arrimar sus vinates en honor a Borbonia para regocijo del Felipe, que continúa desplegando –con solvencia heredada– ese rostro entre e inane y pasmado: "Ahora me gustaría que se unieran a nosotros en un brindis por nuestra madre y nuestro padre, por nuestros Reyes, porque desde que nacimos nos han enseñado el valor de esta institución de la Corona, su utilidad para nuestra sociedad y su propósito de servir a todos".
La dramaturgia ha terminado, el resto es relato. No en vano los reyes no hablan, emiten preceptos. Luego se les traduce. Hay medios expertos en ello. Por eso muchos son ya los que hablan de "entrañable sorpresa" y de "bonitas palabras" que han conseguido "emocionar a sus padres", un "precioso gesto", un "momentazo".
La prensa cortesana se humedece. Incurre o colabora –¿quién sabe?– en el blanqueamiento lacrimógeno propuesto por la Casa Real. Como para negarse, pensarán. Siglos de inviolabilidad les contemplan. Concretamente desde que un señor, en algún monte perdido de la Historia, tuvo a bien levantar un dedico y esgrimir, providencial, me pido rey. Y ya estaría. Desde ahí nos mira Felipe. Sereno y cercano. Desde ahí les manda un besico aéreo a Leonor y Sofía.
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