Este artículo se publicó hace 3 años.
La vida vuelve con cuentagotas a las residencias de mayores en Catalunya
La vacunación de residentes y personal permite la flexibilización de las restricciones, que habían limitado mucho el contacto con familiares, pero varían en función del centro y aún distan mucho de la situación previa a la pandemia.
Emma Pons Valls
Barcelona-
Las residencias fueron durante muchos meses uno de los puntos más oscuros de la pandemia. Los mayores que vivían en estos centros llegaron a representar el 50% de los muertos por covid-19. Para protegerlos y mantener el virus fuera, las residencias se cerraron y durante meses han estado blindadas. Una decisión necesaria para muchos que ha condicionado duramente el contacto con los familiares, acostumbrados a moverse con más o menos libertad en los centros. Desde hace unas semanas, la vacunación ha empezado a cambiar la vida a la que se habían tenido que adaptar. Actualmente, en Catalunya el 95% de residentes están vacunados con la pauta completa, y también el 82% de los trabajadores. Cifras similares a otras partes del Estado. Esto ha permitido ir reintroduciendo otra vez actividades que se hacían antes y, sobre todo, ampliar las visitas de las familias, que han ganado algo de tranquilidad.
Según el último Plan Sectorial de la Generalitat de Catalunya, actualmente no hay limitación en el número de visitas semanales, a pesar de que sigue habiendo franjas horarias, la duración depende de la "capacidad organizativa" del centro y se recomienda un máximo de tres visitantes por día. "Hemos hecho un salto cualitativo", afirma el director estratégico de Atención Primaria saliente, Rafa Ruiz, en relación al último plan. "Nos ha cambiado la vida. Es un antes y un después", se suma Cinta Pascual, presidenta de la patronal del sector ACRA.
Ruiz: "La situación es muy buena (...), pero todavía no estamos a un nivel de normalidad como antes"
Aun así, Ruiz matiza: "Diríamos que la situación es muy buena, cuando la comparamos con unos meses atrás. Pero todavía no estamos en un nivel de normalidad como antes". A pesar de que la vacunación de los residentes sea muy alta, la falta de inmunidad de grupo y la transmisión actual de la covid-19 en el territorio hace que los usuarios, muy vulnerables, todavía no hayan podido recuperar la vida de antes de la pandemia. Las salidas al exterior del centro, por ejemplo, también se pueden hacer con mayor normalidad. Pero todavía no se han podido recuperar algunas actividades dentro del centro, sobre todo las organizadas por profesionales externos, y los familiares no pueden subir a las habitaciones. "La perspectiva es poder en unos meses, pero todavía no", añade Ruiz. Pascual explica que habrá un cambio en cuanto los hijos de los residentes estén totalmente vacunados, algo que ya está pasando, y podrán, por ejemplo, entrar más al centro y subir a las habitaciones.
Una situación dispar
Sin embargo, hay disparidad en las situaciones de los centros, ya que las pautas de la Generalitat son recomendaciones y cada uno tiene capacidad de adaptarlas. El abuelo de Clara Vicenç vive en la residencia Creu de Palau de Girona, la primera donde empezó la vacunación en esta región sanitaria, y aún no puede verlo de manera regular. En la residencia limitan las visitas a una a la semana y a una duración de más o menos una hora. "Ha habido algo de mejora con la vacunación, pero a medida que vaya siendo todo más normal irá a mejor". Vicenç cuenta que sí ha habido algunos avances, como por ejemplo, que los residentes ya no tienen que ir con la mascarilla dentro del centro y se pueden relacionar más entre ellos. "Tiene que haber una limitación mínima, pero quizás no tanto como ahora", añade, en relación a las visitas. Otra medida que se ha dejado atrás es la mampara que se ponía durante los encuentros con la familia. "Estás más cerca, te ven más. Al final, antes, con todo el equipo de protección, casi ni se enteraban de que estábamos ahí", lamenta.
La portavoz de la Coordinadora 5+1, María José Carcelén, lamenta que la vida de antes "no la han recuperado ni de lejos" y remarca que aún hay familias que ven muy restringidas sus opciones de visita. "Las han flexibilizado [las residencias] que han querido hacerlo", señala. Respecto a esta disparidad, la presidenta de la patronal argumenta que es la misma que había antes, en función de "la predisposición" de cada centro. "No está normalizado, esto será cuando se pueda entrar", añade.
Carcelén: "Hay mucho trabajo por hacer. La gente ha salido muy tocada"
Carcelén explica que, en su caso, no se puede quejar de la situación en la que está su madre, pero recuerda que los residentes han sufrido mucho. "Se les comenzó a vulnerar sus derechos el año pasado y aún no ha terminado", lamenta. Dentro de los centros, señala que siguen trabajando "en burbujas", aunque la falta estructural de personal complica que se puedan mantener. Y aun así, "hay muchas actividades en común que aún no se hacen", como ir al gimnasio o el trabajo de recuperación tanto físico como psicológico. "Hay mucho trabajo por hacer. La gente ha salido muy tocada", señala.
Algunas de las restricciones que sí se han relajado son, por ejemplo, los aislamientos generalizados cuando hay algún caso positivo de covid, o cuando hay un nuevo ingreso. Precisamente la menor necesidad de plazas libres para hacer los aislamientos impulsó al Govern a reducirlas a finales de abril y se liberaron alrededor de 2.000, que se llenaron con nuevos ingresos de la lista de espera.
Muy tocados
Mentxu tiene a su madre, de 96 años, en una residencia de Tarragona. "Sigue habiendo muchas restricciones. No puedo ni tocarla ni darle besos ni peinarla", explica. Ahora ha visto un poco ampliadas sus opciones de visita, pero solo puede ir con ella de paseo una hora a la semana –antes lo hacía cada día, mañana y tarde–, y las visitas siguen siendo de media hora, aunque ambas estén vacunadas con la pauta completa. Reconoce que se trata de prevención, pero cuenta que tanto su madre como el resto de residentes han quedado muy tocados por el duro aislamiento. "Cuando está con nosotros, casi ni habla", cuenta. "Esto le ha pasado mucha factura. Antes yo hacía vida ahí... A todos [los residentes] les han pasado 20 años".
Mentxu: "Sigue habiendo muchas restricciones. No puedo ni tocarla ni darle besos ni peinarla"
Respecto a la vacunación de los trabajadores, la cosa se complica por el hecho de que hay una alta rotación y también porque algunos de ellos no han querido vacunarse. La tasa de inmunización rebasa el 80% pero organizaciones como Coordinadora 5+1 alertan que en algunos centros la cifra es inferior. Carcelén apunta que les preocupa porque aunque los residentes estén vacunados, contraer la enfermedad siendo tan vulnerables continúa conllevando un riesgo. Pascual señala que hay que ir "rompiendo algunos tópicos" que se han generado en los últimos meses alrededor de la vacunación y así ampliar la tasa global. Por otro lado, una de las principales preocupaciones de la patronal es la desocupación actual de los centros, que llegaría al 20%. La menor capacidad de hacer ingresos, junto con la reserva de plazas para aislamientos, se suman a cierto sentimiento de miedo. "Cuesta más, pero no es lo más preocupante. Ahora mismo, las casas más seguras son las residencias", señala Pascual.
Parece que la vida está volviendo con cuentagotas a las residencias, que están reabriéndose al exterior. Sin embargo, Carcelén recuerda que más allá del control de la pandemia actual, hay que avanzar para resolver "los problemas que había antes", como la falta de personal o asegurar la atención médica desde los CAP, y evitar que se pueda repetir lo que ha pasado. Carcelén apunta que "hay que cambiar el modelo de dependencia", algo de lo que se habló mucho durante los momentos más duros pero que, de momento, no se está materializando.
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