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La turistificación del norte de España corre el riesgo de repetir los errores del modelo mediterráneo

Los nuevos proyectos de inversión para convertir la costa cántabra en la "Ibiza del norte" muestran los primeros indicios de un futuro desolador para los ecosistemas del norte de España, con un modelo vacacional dañino para la naturaleza.

Una playa de Sitges (Barcelona) masificada por el modelo vacacional que pronto puede afectar a la costa cántabra, a 14 de abril de 2024. — REUTERS/Albert Gea
Una playa de Sitges (Barcelona) masificada por el modelo vacacional que pronto puede afectar a la costa cántabra, a 14 de abril de 2024. Albert Gea / REUTERS

El turismo en España está masificado. Los destinos habituales de sol y playa sufren una saturación. El 61,5% de los barceloneses consideran que la ciudad condal está llegando a su límite en la llegada de visitantes, según un reciente informe municipal. Con los veranos cada vez más calurosos, el norte gana atractivo y corre el riesgo de convertirse en la siguiente víctima de un modelo vacacional dañino para el medio ambiente y el bienestar de los vecinos.

"Hay un interés por parte del turismo nacional e internacional en el norte", afirma a Público Belén García, de Ecologistas en Acción. "Esto también tiene que ver con la crisis climática y los veranos cada vez más largos y calientes. También sucede con el Báltico a escala europea. Sitios impensables hasta hace muy poco comienzan a ser destinos vacacionales".

La ecologista Belén García: "Sitios impensables hasta hace muy poco comienzan a ser destinos vacacionales"

La compañía de inversiones mallorquina AB Capital ha mostrado su interés por la costa cántabra. En concreto, por las localidades de Langre y Loredo, donde pretende construir una macrourbanización vinculada a un nuevo campo de golf para crear la "Ibiza del norte", según han revelado diarios locales.

Desde la formación política Cantabristas, denuncian en un comunicado la especulación "a costa de una riqueza ambiental que nos pertenece a todos y todas" y demandan al Gobierno autonómico adquirir los terrenos de Langre y Loredo para garantizar su protección y evitar "volver al modelo de ladrillo".

Un turismo feroz contra la naturaleza

Este modelo turístico tiene graves consecuencias sobre el medio físico, que en el norte se caracteriza por combinar espacios de montaña con los marítimos. "La ocupación de entornos naturales genera una fractura irreversible sobre los ecosistemas", advierte García a este diario. "La fauna y la flora no se podrá desarrollar. Ese es el gran drama de la crisis climática: la extinción masiva de especies y la consecuente pérdida de biodiversidad", lamenta.

Belén García: "La ocupación de entornos naturales genera una fractura irreversible sobre los ecosistemas"

"El turismo es nocivo para el medio ambiente", declara a Público Asier Basurto, de la plataforma donostiarra BiziLagunEkin, que aboga por el decrecimiento turístico en la capital guipuzcoana. Además, critica que la búsqueda masiva de visitantes lleva a "vender cualquier cosa que haya en la ciudad", incluidos los espacios protegidos como la isla de Santa Clara.

Tanto García como Basurto responsabilizan a las autoridades de la evolución dañina del modelo vacacional en el norte. "El Ayuntamiento de Donostia ha impulsado la turistificación de Santa Clara, un entorno que es privilegiadamente virgen, con especies protegidas y que las aves marinas utilizan para el apareamiento", destaca el de BiziLagunEkin.

Los activistas consideran a las autoridades políticas responsables del turismo irresponsable en el norte

Por su parte, García recuerda que el Gobierno central aprobó el mes pasado el anteproyecto para modificar la Ley de Suelo y Rehabilitación Urbana. Ecologistas en Acción considera que la reforma merma la capacidad de la ciudadanía para bloquear los "pelotazos urbanísticos".

"Este país se ha construido con turismo y urbanismo. Las administraciones locales y autonómicas van a abrirse a la turistificación masiva del norte porque es un nicho de mercado", explica García a este medio. "En el actual escenario de emergencia climática, la pérdida de biodiversidad y saturación de las zonas costeras es una auténtica barbaridad, pero lo van a hacer", señala.

La ecologista apunta que son los ayuntamientos los responsables de realizar los programas urbanísticos. "Hay que estar muy vigilante para ver su impacto sobre la vida de la gente. Hace falta una mayor transparencia desde las administraciones para que la ciudadanía sepa cuánto cuesta realizar estos proyectos financiados con impuestos, pero que no repercuten en un beneficio para los locales", reclama.

"Cada barrio debe garantizar unas condiciones de vida dignas y establecer relaciones comunitarias de cuidados", defiende Basurto. "El espacio público tiene que estar adaptado a esa vida y no ser un escaparate o un lugar de consumo", concluye.

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