Este artículo se publicó hace 5 años.
La Tomatina 2019La Tomatina se consolida como reclamo turístico internacional
Bunyol celebra un año más su internacional Tomatina ante las cámaras de todo el mundo. Por segundo año, se apuesta por la instalación de puntos violeta y por un amplio dispositivo de seguridad.
Héctor Serra
València-
Son casi las once once de la mañana. Una muchedumbre inunda las calles. Algunas de las fachadas del municipio están cubiertas con lonas. Desde los balcones, los vecinos lanzan agua y empapan los asistentes. De repente, el sonido de una carcasa da el pistoletazo de salida a la batalla. Los camiones descargan toneladas de tomates y los congregados se lanzan las hortalizas unos a otros. En cuestión de minutos el pueblo se tiñe de rojo. La guerra durará tan solo una hora. Tras ella, los servicios de limpieza harán lo propio para restablecer la normalidad.
Es el archiconocido ritual que cada último miércoles de agosto tiene lugar año tras año en Bunyol, un pueblo de 9.000 habitantes situado a tan solo treinta kilómetros de València. La celebración de la Tomatina, que este año llega a su edición número 74, no únicamente destaca por lo exótico de su idiosincrasia, sino también por la proyección internacional que ha conseguido en los últimos tiempos, hasta el punto de convertirse en uno de los reclamos turísticos más significativos de todo el Estado español.
Tanto es así que los organizadores del evento, superados por las escandalosas cifras de turistas, se vieron en la obligación de limitar el aforo del recinto de la fiesta en 2013, pasando desde entonces de unas 44.000 personas participantes a justamente la mitad, unas 22.000. “Era una fiesta muy insegura y con mucho riesgo de morir de éxito”, nos cuenta Rafa Pérez, primer Teniente de Alcalde de Bunyol y concejal de Cultura Popular de la localidad valenciana. Y añade que lo que se intentó con esta decisión fue que la gente pudiera disfrutar al máximo de la fiesta. La medida, además, se acompañó de la introducción de una tasa de diez euros a pagar por los participantes, lo que permitió generar un pequeño beneficio para sufragar los costes de una festividad que llega a alcanzar, según datos del propio ayuntamiento, los 150.000 euros.
Prácticamente el 70% de asistentes proceden de fuera del estado y casi el 40%, además, de fuera de Europa
El perfil mayoritario de visitante dice mucho de la fama de que goza el acontecimiento a nivel mundial. De hecho, de las 17.000 personas que visitan Bunyol el día de la Tomatina (5.000 entradas se reservan a los habitantes del municipio), prácticamente el 70% procede de fuera del estado y casi el 40%, además, de fuera de Europa. Ingleses, estadounidenses, australianos, japoneses y surcoreanos son algunas de las nacionalidades más fieles al evento.
A pesar del positivo impacto económico que supone para Bunyol la llegada de estos turistas extranjeros, lo cierto es que su estancia en la localidad se reduce tan solo a la mañana en que se celebra la batalla. Los extranjeros, especialmente los asiáticos, suelen beneficiarse de paquetes turísticos en que Bunyol no es más que un destino de paso. “Ellos el día anterior están en Londres o en Berlín o en París; vienen a València esa misma mañana, van a la Tomatina y ya por la tarde, e incluso a la hora de comer, están en otro país o en otra ciudad como Barcelona o Sevilla”, dice el concejal. Es por esta razón por la que desde la administración local se trabaja actualmente por intentar ampliar el perfil de turista interior, algo que podría traducirse en un aumento de pernoctaciones hoteleras así como en el impulso de un turismo de larga estancia.
Un objetivo fundamental, insiste Pérez, es precisamente aprovechar el tirón de la fiesta para dar a conocer el patrimonio arquitectónico local, la gastronomía, la cultura o la naturaleza. Para ello, se considera imprescindible que tanto la Generalitat Valenciana como el Gobierno de España se impliquen en la promoción de la festividad de igual manera que sucede con otros eventos como los Sanfermines o la Semana Santa. Y se reclama, sobre todo, que esta empresa se haga bien. “No necesitamos más gente sino simplemente que se ponga en valor la fiesta para que todos podamos aprovecharnos de su potencialidad”, sentencia el concejal.
El trabajo que desarrollan administración local y sociedad civil en la organización de la Tomatina requiere un esfuerzo creciente para adaptarse a los nuevos tiempos
El trabajo que desarrollan administración local y sociedad civil en la organización de la Tomatina, no en vano, requiere un esfuerzo creciente para adaptarse a los nuevos tiempos. Para la edición de este año, Bunyol ha puesto el foco en una cuestión de primer orden como es la seguridad, sobre la que viene trabajándose muy seriamente durante los últimos ocho años. Además de contar con planes de autoprotección y con protocolos de emergencia, este será el segundo año consecutivo en que se instalarán puntos violeta con el fin de que posibles agresiones sexuales sean denunciadas, al mismo tiempo que gente vinculada a la fiesta vigilará el recinto para alertar sobre maltratos. La fiesta, recuerda Pérez, se presta a dibujar una línea muy fina entre lo que es acoso y lo que no. Desde la Concejalía de Cultura Popular se recuerda que siempre se ha estado al lado de la causa antipatriarcal, sirviéndose de la fiesta para llamar la atención sobre este vector, incluso mucho antes de que ello se hiciera en otras latitudes.
Madrid, Barça y Tomatina
El eco mediático de la Tomatina permite hacerse una idea de la potencia internacional de la fiesta. Alrededor de setenta medios de comunicación de todo el mundo están acreditados este año para cubrir el festival. À Punt, el ente televisivo autonómico, retransmitirá en directo el recorrido de la batalla, pero la señal llegará a infinidad de países, desde Australia a Estados Unidos. En Corea del Sur se difunden las imágenes en horario de prime time. Y las grandes agencias internacionales, como Reuters o France-Press, nunca faltan a la cita. Durante la breve hora que dura el evento, Bunyol se convierte en la capital del mundo.
La capacidad de la fiesta para llamar la atención en otras realidades culturales es sorprendente. Zindagi na milegi dobara (Solo se vive una vez) es una película india estrenada en 2011 que se rodó parcialmente en Bunyol. Los productores de Bollywood llegaron a recrear la batalla de la Tomatina durante la grabación de este film que relata las aventuras de un grupo de amigos en su viaje a España. En otra cinta, en este caso en la aclamada Tenemos que hablar de Kevin (2011), dirigida por la escocesa Lynne Ramsay, se recurre a las imágenes de la fiesta en la secuencia de apertura. Asimismo, en 2015, una marca india recreó la batalla del bermellón para formar parte de un spot publicitario.
La Tomatina es replicada en lugares tan diversos como Corea del Sur, Chile, Colombia o China, donde se emula la festividad en términos muy similares
Por si fuera poco, la Tomatina es replicada en lugares tan diversos como Corea del Sur, Chile, Colombia o China, donde se emula la festividad en términos muy similares a los planteados en Bunyol. Lo hemos visto este mismo verano, por primera vez, en la ciudad rusa de San Petersburgo, donde centenares de jóvenes celebraron una pseudotomatina en el marco de un festival de temática hispana. Cabe precisar, con todo, que algunas veces son ciertas empresas de negocios, muchas de ellas españolas, las que organizan eventos en diferentes puntos del globo en los que se ofrece la posibilidad de participar en batallas de tomates amenizadas con sangría, paella y recreaciones de “corridas”.
Pérez no duda de los beneficios de la internacionalización de la fiesta: “Es algo bueno cuando te copian porque significa que has hecho las cosas bien y que tu manera de divertirte se reconoce en otros sitios”. La fiesta, sigue el concejal, ha llegado a convertirse en icono de la marca España: “He estado varias veces en Corea y allí prácticamente solo nos conocen por el Madrid, por el Barça y por la Tomatina”.
Un origen peculiar
La Tomatina es una de esas festividades con personalidad propia susceptible de ser admirada y recordada por su originalidad. Su atractivo visual es comparable al de otras curiosas fiestas locales, entre las que encontramos Els Enfarinats del municipio alicantino de Ibi, un festejo consistente en una guerra de harina, huevos y petardos. En el municipio inglés de Brockworth, cada mes de mayo se celebra una carrera en la que los participantes se lanzan colina abajo y compiten por atrapar un queso rodante. Los oríegenes históricos de ambos acontecimientos, sin embargo, son inciertos. No pasa así en el caso de la Tomatina.
La guerra de los tomates ancla su nacimiento en 1945 y, al parecer, un hecho tan fortuito como cómico explica el surgimiento de tan misteriosa tradición. El último miércoles de agosto de ese año, unos jóvenes que presenciaban en la plaza del Pueblo el desfile de gigantes y cabezudos, intentando abrirse paso entre la comitiva, hicieron caer a uno de los participantes. Enfurecido, esta persona empezó a golpear a los presentes y, en ese momento, la multitud se proveyó de tomates en un puesto de verduras cercano, y se desató una guerra entre los allí reunidos. A pesar de que la policía interceptó la batalla, los mismos jóvenes volvieron a repetir la acción durante los años sucesivos.
En 2002 fue declarada Fiesta de Interés Turístico Internacional por la Secretaría General de Turismo
La Tomatina debió gustar a los autóctonos porque, desde entonces hasta hoy, la lucha de hortalizas ha venido celebrándose puntualmente en el municipio, si bien durante los años cincuenta fue prohibida por las autoridades, algo que no disuadió a los participantes. En 2002 fue declarada Fiesta de Interés Turístico Internacional por la Secretaría General de Turismo.
Actualmente se lanzan alrededor de 150.000 kilogramos de tomates que son adquiridos en una cooperativa de La Llosa (la Plana Baixa). Las hortalizas, no aptas para el consumo, se cultivan con la expresa intención de acabar siendo maduras, lo que ayuda a evitar lesiones durante el desfile. La Tomatina, incardinada en la semana de fiestas de Bunyol en honor a San Luis Bertrán y a la Virgen de los Desamparados, ha incorporado poco a poco elementos no presentes originariamente, como el Palo Jabón, una cucaña vertical recubierta de gel en cuyo extremo cuelga un jamón que debe ser atrapado por los participantes con anterioridad al inicio del desfile. Los organizadores no han dejado de apostar tampoco por acercar la fiesta a los más pequeños. Por eso, días antes del acontecimiento, una mini Tomatina hace las delicias de los niños y niñas toda vez que socializa la tradición y la empuja a convertirse en patrimonio histórico del municipio.
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