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Termina 2022, el año más cálido de la historia y el más frío del resto de tu vida

Olas de calor, sequías, pero también inundaciones y lluvias torrenciales, han dejado su huella en Europa y el resto del mundo. La crisis climática se ha dejado ver como nunca antes mientras la temperatura global del planeta sigue al alza.

Varios bomberos trabajan en la extinción del fuego del incendio de Pumarejo de Tera, Zamora, durante el verano de 2022.
Varios bomberos trabajan en la extinción del fuego del incendio de Pumarejo de Tera, Zamora, durante el verano de 2022. Emilio Fraile / EUROPA PRESS

Una noche tropical en València en pleno otoño. El mar no refresca lo suficiente y el termómetro supera el umbral de los 20ºC en pleno octubre. Más al interior, otras ciudades, como Albacete o Jerez de la Frontera, registran sus propios récords nocturnos que hace el dormir difícil. Más atrás, en pleno verano, España se asfixiaba con el mercurio más alto de la historia; 2,2ºC por encima de las medias históricas, según la Agencia Estatal de Meteorología. El fin de año, pese a haber estado pasado por agua, también ha sido inusualmente cálido. Y es que este 2022 la manga corta y las bermudas no han terminado de guardarse en el fondo del armario y el abrigo de plumas ha sido tan coyuntural como anecdótico. Tanto que, a escasos días de que el año termine, ya se ha confirmado que será el más caluroso desde que hay registros

Si por algo ha destacado este año que se cierra ha sido por las evidencias que la crisis climática ha dejado en todo el mapa. El calor extremo de España no ha sido anecdótico. También Europa ha tenido su verano más caliente y ha detectado temperaturas medias sin precedentes en noviembre. Estos 365 días han dejado claro que la emergencia ecológica, asociada al calentamiento acelerado del planeta, es una realidad patente que causa muertes e importantísimos daños económicos.

De España a EEUU, pasando por Bangladesh o Australia: estas son algunos de las advertencias climáticas de un año muy cálido que, posiblemente, venga sucedido de otro igual o más abrupto.

Un verano en llamas en España y Europa

Si bien la crisis climática no es un factor único y detonante para explicar los incendios, si es un elemento que agrava las consecuencias de las llamas que, sin buenos operativos de extinción y prevención, terminan propagándose y calcinando miles y miles de hectáreas. En España, el verano de 2022 ha estado tristemente lastrado por los grandes fuegos, como el de Sierra de la Culebra y Tabara (en Zamora), que suman entre los dos más de 50.000 hectáreas afectadas. También ardió Bejís (Castellón), con 19.000 hectáreas; Ateca (Zaragoza) con 14.000 hectáreas arrasadas; y Galicia, que registró focos en Ourense y Lugo que añadieron al registro de daños más de 25.000 hectáreas reducidas a cenizas. Todo ello en un periodo de olas de calor extremo que han entrado dentro del ranking de las más largas de la historia y que han contribuido a que este periodo estival haya sido el más caluroso de la historia.

En Europa, también coincidiendo con un verano de termómetros inusualmente altos, el fuego ha echado a perder montes y pastos. En Portugal, Francia, Reino Unido o Italia los incendios han sido una constante que acerca al viejo continente a un escenario con veranos cada vez más duros y hostiles.

Un año de sequías

La falta de lluvias también ha causado estragos en Europa. La producción agraria y ganadera se ha enfrentado –además de a los elevados costes energéticos y de materias primas derivados de la guerra en Ucrania– a una situación difícil. También las plantas de energía hidráulica de algunos países europeos han vivido momentos duros al no disponer de agua suficiente para producir, en un momento en el que el gas es más caro que nunca. En España, las últimas lluvias del año parecen dar un respiro, pero no el suficiente, pues las previsiones de la Aemet estiman que 2022 estará, al menos, entre los diez años más secos de la historia, con los embalses muy por debajo del 50% en la gran mayoría de estaciones. Los problemas con las reservas hídricas se han extendido por Portugal, Francia, Reino Unido e incluso Países Bajos.

Según World Weather Attribution, la crisis climática ha hecho que la sequía del territorio europeo en 2022 haya sido entre tres y seis veces más probable de suceder. Si el planeta no consigue mantener la subida de temperaturas por debajo del 1,5ºC, la falta de agua será cada vez más común. Lo que en el norte y en los países desarrollados parece anecdótico, en el sur global es una realidad cotidiana. Tanto que este año la ausencia de precipitaciones ha dejado situaciones críticas en países como Brasil y Argentina, afectados por el fenómeno La Niña.

Inundaciones con impactos milmillonarios

La otra cara de la moneda es la del desastre más extremo. Este 2022 el más impactante, económica y socialmente, ha sido la inundación de Pakistán, donde en el mes de monzones, agosto, las precipitaciones fueron hasta un 37% superiores a la media histórica, en parte por causa del calentamiento del planeta, según World Weather Attribution. Las lluvias torrenciales han generado destrozos sin precedentes en el que se sitúa como octavo país más vulnerable al cambio climático. Según los datos de la organización británica Christian Aid, los daños generados por este fenómeno meteorológico extremo ascienden hasta los 30.000 millones de dólares y al menos 15 millones de personas podrían situarse, tras perderlo todo, dentro del umbral de la pobreza.

Ese mismo problema, el de regiones sin recursos afrontando daños climáticos inasumibles, se ha visto este 2022 en el oeste de África, con Nigeria como principal damnificado; en Bangladesh, con la muerte de 35 personas por el ciclón Sitrang; o en Filipinas, donde 154 personas murieron en el mes de octubre por la tromba de agua de una tormenta tropical. La forma en la que estos fenómenos extremos –también las sequías o las olas de calor– afecta a los países sin recursos cobró gran importancia en la Cumbre del Clima de Egipto (COP27), pues los países consiguieron acordar la creación de un fondo para que los países en desarrollo pudieran afrontar las pérdidas y daños generados por la crisis climática.

Las inundaciones también han dejado daños en otros países que, sin embargo, tienen una mayor capacidad para afrontar los costes económicos generados. Es el caso de Australia o China, donde más de medio millón de habitantes de la provincia de Guangdong se vieron afectadas, con la ciudad de Shaoguan al borde del colapso después de que las plantas industriales tuvieran que parar su producción por el agua. 

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