Este artículo se publicó hace 3 años.
De templo pijo a Mercadona: Jácara, una discoteca de película protagonizada por Jesús Gil, Futre, David Bowie y Nacha Pop
La historia de Jácara Plató Madrid, cuyo local podría albergar un supermercado, acumula anécdotas futboleras y musicales.
Madrid-
La persiana metálica lleva echada desde 1991, aunque el local conservó hasta hace poco su rótulo: Jácara Plató Madrid. Lo que ocurrió dentro solo lo conocen quienes ahora rondan los cincuenta y, cuando el letrero de la discoteca sea sustituido por el de Mercadona, ya no quedará ningún vestigio de una legendaria sala donde se escribieron algunas de las páginas de la historia musical y futbolística de nuestro país.
La apertura de Jácara, el 5 de septiembre de 1986, fue polémica, pues no contaba con el permiso de la Junta Municipal del Distrito de Salamanca, que había desautorizado su inauguración porque no cumplía las medidas de seguridad. Pronto se convirtió en una de las mecas del pijerío madrileño, con sesión juvenil y nocturna, al tiempo que albergó conciertos de estrellas nacionales y extranjeras.
David Bowie, por ejemplo, no tocó por primera vez en España el 6 julio de 1987, sino cuatro meses antes en una fiesta privada en Jácara, donde presentó la gira Glass Spider y su nuevo disco, Never Let Me Down. Antes y después de atender a las preguntas de la prensa, entre ellas el motivo de su retraso en actuar en nuestro país, interpretó un par de canciones, incluido el sencillo Day In, Day Out.
El cantante británico debutó luego a lo grande el Vicente Calderón, cuyo amo y señor era Jesús Gil, elegido presidente del Atlético de Madrid días antes del concierto, el 26 de junio. La rocambolesca operación de Gil para ganar las elecciones pasa por Jácara, donde celebró la fiesta del cierre de campaña. El futuro alcalde de Marbella tenía un as en su manga ancha y se lo mostraría allí a 2.000 aficionados rojiblancos.
Gil no comparece en el debate televisado entre los candidatos celebrado en el Club Siglo XXI, porque su reclamo electoral se encuentra en Milán jugando el Mundialito con el Oporto. No duda en tomar un avión y convencer a Paulo Futre de que fiche por el Atleti a cambio de unos cien millones de pesetas por temporada, a los que habría que sumar 415 millones para el equipo portugués y un Porsche y un chalé con piscina para el delantero.
A Gil poco le importa que la deuda del club oscile entre los 1.600 y los 2.000 millones. Y como Futre no se fía de que vaya a ganar las elecciones, le pide que le entregue el coche prometido nada más aterrizar en Madrid. En el concesionario solo hay un Porsche de color amarillo, que no le hace mucha gracia, pero por si las moscas se lo queda. Esa noche, tras robárselo in extremis al Inter, Gil se lo sirve en bandeja al Frente Atlético, que grita: "¡Futre sí, Hugo no!".
Rubén Uría lo cuenta así en el libro Atleti. De muerto a campeón (Pàmies): "Gil viajó a Oporto con un par de abogados, con Rubén Cano y el agente Roberto Dale, para convencer al presidente del Oporto. Tras horas de regateo, se fichó a Futre por unos 415 millones de pesetas más 100 para el jugador, casa y coche. Se le presentó a bombo y platillo, en la discoteca Jácara de Madrid. Esa operación relámpago fue crucial para que Gil llegara a la presidencia y derrotara en las elecciones a Sánchez de León".
La sala ya tenía pedigrí futbolero, más merengón que colchonero. Un mes después de su inauguración, se ganó a la afición cuando retransmitió el Real Madrid-Juventus, de la Copa de Europa, un partido que TVE no emitió en directo. Sin embargo, las dos antenas parabólicas de Jácara captaron la señal y permitieron que los vecinos del barrio viesen el partido por 500 pesetas, consumición incluida, 200 pesetas más que el precio habitual.
"La asistencia rondó el millar de personas, más de lo normal, con una mínima inclusión de público no habitual, cuya presencia era inconfundible. Los jóvenes optaron por sentarse en el suelo y hacer del local un pequeño Bernabéu", escribió Luis Gómez en El País al día siguiente del encuentro, disputado el 22 de octubre de 1986. El hecho de que "el público no habitual" fuese "inconfundible" da una pista sobre la fauna autóctona de la discoteca.
El autor de la crónica recuerda el "nuevo" concepto de local que venden los dueños "para que sea prácticamente obligatorio relacionarse y hasta casi diríamos ligar". Ese "lugar para ver y para ser visto", en palabras de la empresa, no es otro que una de las discotecas más pijas de Madrid, frecuentada por jóvenes del barrio de Salamanca y aledaños —léase El Viso— , aunque se entiende que al concierto de Los Chichos iría ese "público no habitual".
Óscar García Blesa, en el libro Cintas de cassette. La cara B de la música (Bubok), recuerda que Venezia, Devuélveme a mi chica y otras canciones del primer disco de Hombres G "giraban sin parar en las cabinas de las sesiones de tarde en 4 Rosas, Oh! Madrid y Jácara, templos pijos del morreo indiscriminado y el magreo superficial".
El grupo de David Summers también actuó en la sala, que da a las calles Príncipe de Vergara y General Pardiñas, donde vieron a una chica durante un concierto "y la escogimos para la portada", como recoge la biografía de Pepe Colubi Seguimos Locos... ¿y qué? (Temas de Hoy). El disco es Agitar antes de usar, cuya capa inmortalizó a aquella joven con rulos en una cocina. No obstante, cabría diferenciar entre las bandas que sonaban y las que tocaban allí.
En el apartado pijo, Modestia Aparte presentó en Jácara su primer disco, Por amor al arte. Salvando las distancias, La Guardia también podría gustar a los clientes más fieles, que pudieron asistir a la puesta de largo de Camino Soria, relatada por Ignacio Sáenz de Tejada en El País, con una referencia inevitable a la hora de hablar de la discoteca.
"Con su último trabajo, Gabinete Caligari ha dado en la diana, al conseguir encuadrar su público dentro de un abanico de edades muy amplio. Actualmente pueden gustar a la generación adolescente que enloquece con Hombres G, al tiempo que mantienen unos seguidores fieles que les admiran desde sus comienzos como representantes del rock torero", escribía el periodista.
Pero más allá de los grupos afines, incluido Mecano, la sala acogió a todo tipo de cantantes y bandas, por lo que se entiende que el público durante muchos de los conciertos era diferente: Iggy Pop, The Pogues, Asfalto, Texas, Deacon Blue, Ramoncín, Transvision Vamp, Pata Negra, Joan Báez, Radio Futura, Suzanne Vega, Ketama, Jerry Lee Lewis, Rosendo, quien grabó aquí su Directo, o Los Chichos, que hicieron lo propio en Y esto es lo que hay, producido por Joaquín Sabina.
Es el concierto que recuerda con más cariño Julio González, integrante del trío vallecano. Desconocemos si llegaron a tocar Los Chunguitos, aunque la discoteca fue frecuentada por "pijos chungos", como señala Iñaki Domínguez en Macarras Interseculares (Melusina). Concretamente, los Tigres de Jácara, pandilleros de barrio noble con guita y apellido. El libro también rescata el momento en el que el rapero MC Randy presentó su éxito ¡Hey, pijo!… en Jácara.
Por citar algún otro hito musical, Nacha Pop grabó en Jácara el concierto de despedida 80-88, el disco más vendido del grupo de Antonio Vega. Aunque muchos no olvidarán la performance de James Brown en octubre de 1988, cuando salió al escenario media hora después de que su orquesta empezara a tocar, entonó tres piezas y volvió a desaparecer, dejando de nuevo solos a los músicos.
"En los primeros 90 minutos, el cantante apenas había esbozado cuatro canciones", escribió Ignacio Sáenz de Tejada en El País, sorprendido ante la espantá del Sex Machine. "Actuar, desde luego, sí actuó. Es más, montó un número que hizo muy poca gracia a la mayoría del público que llenaba la sala y había pagado 2.300 pesetas por asistir al concierto".
La discoteca alternaba, pues, actuaciones de empaque y sesiones para niños bien. "El imperio contraataca se convirtió en un himno del pijerío madrileño que se cantaba brazo en alto en los cierres de la discoteca Jácara", escribe Víctor Lenore en Espectros de la movida: Por qué odiar los 80 (Akal). Los Nikis se han hartado de repetir que la canción no tenía ningún significado político, y lo cierto es que poca culpa tienen de que los nostálgicos se apropiasen de ella.
Fútbol, conciertos de relumbrón y pijerío, pero también séptimo arte. Antes de ser una discoteca, el local acogió el Cine Mola en 1965, aunque su cierre en los ochenta dejó a los vecinos huérfanos de celuloide. A su clausura se sumó la de los Duplex, a la vuelta de la esquina, y la de todas las salas del barrio de Salamanca, hasta el punto de que hoy solo quedan en pie los Renoir Retiro, entre Goya e Ibiza.
E igual que el Cine Oráa cedió el testigo a los Duplex, el Mola —bautizado así porque la calle Príncipe de Vergara antes se llamaba General Mola— ocupó el local donde antes se ubicaban los estudios cinematográficos Roptence, en cuyo plató se rodaron hasta los años cincuenta filmes como Escuadrilla, La guitarra de Gardel o Inés de Castro. Como ven, la historia de Jácara es de película, aunque está previsto el estreno de una nueva entrega.
"Estamos interesados en abrir un supermercado en ese local, pero todavía estamos en trámites", aseguran a Público fuentes de Mercadona. La cadena inició la tramitación de la solicitud en mayo de 2019 y dos años después el Ayuntamiento aprobó un plan especial que permite la apertura de un establecimiento de alimentación. Tarde o temprano, quizás la lista de la compra termine desplazando a la de éxitos musicales.
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