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Secuestros, niños asesinados, agua contaminada y otros bulos que dieron lugar a linchamientos racistas en Europa

El infanticidio de Mateo el pasado 18 de agosto y la lluvia de bulos en redes que lo sucedió no es un hecho aislado. 'Público' repasa el papel que han tenido los rumores, medias verdades y bulos en los pogromos ocurridos recientemente en Europa.

Imagen de archivo de los disturbios de El Ejido.
Imagen de archivo de los disturbios de El Ejido, ocurridos en febrero del año 2000

Los bulos sobre crímenes indecibles son parte de los recursos que habitualmente componen los bulos racistas. Todo ellos están sedimentados en los nacionalismos, prejuicios y mitos recurrentes sobre la "pureza cultural", "la invasión" o la delincuencia. En otras palabras, sobre un racismo que prepara el terreno para que, alcanzado el punto de ebullición, haya ciudadanos dispuestos a protagonizar estallidos de violencia contra personas migrantes o minorías étnicas.

La antropología ha constatado a lo largo de la historia que los rumores, las medias verdades y lo que ahora conocemos como bulos o fake news, han estado en el centro de innumerables conflictos étnicos y raciales. Especialmente, como detonante. Aunque el bulo racista difundido tras el infanticidio de Mocejón (Toledo) ocurrido el pasado 18 de agosto no ha llegado –todavía– a ese punto, conviene recordar otros casos en los que la tensión racista sí dio lugar a pogromos contra minorías étnicas.

Desde las leyes antigitanas que se extendieron por todo el continente, hasta el Holcausto, pasando por la esclavitud de las personas negras, Europa ha sido un escenario habitual de estos fenómenos. Y no es necesario retrotraerse siglos atrás para encontrar ejemplos recientes de esta siniestra tradición.

El Ejido, Almería (2000)

A principios de siglo, el Ejido, un pequeño pueblo del sureste de Almería, captó la atención de los medios nacionales debido a unos salvajes disturbios dirigidos, específicamente, contra los vecinos extranjeros. El origen fue el asesinato de Encarnación López a manos de un hombre de de origen marroquí.

En el año 2000, el uso de Internet no estaba generalizado en los hogares españoles, mucho menos las redes sociales. La difusión de los rumores tenía lugar analógicamente, boca a boca, desde un teléfono fijo a otro. Así era, especialmente, en pueblos agrícolas como El Ejido, por el que se extienden enormes invernaderos en los que se cosechan verduras. Este municipio era y es uno de los epicentros de la migración procedente del Magreb en España.

Año tras año, los invernaderos crecen, y algunas de las personas que vinieron a trabajar se quedaron. Algunos consiguieron la nacionalidad española y ahora su descendencia también la tiene. Mientras, otros van y vienen. Un sector de la población local siempre vio con cierto recelo la llegada de trabajadores extranjeros. La interculturalidad generó, en estos sectores, prejuicios y rechazo, y puso en circulación todo tipo de rumores.

Tal y como recoge el antropólogo Ubaldo Martínez Viega, los rumores no tienen nada que ver con la transmisión de información, sino con el intercambio de pareceres y van encaminados a reforzar las acciones de determinados grupos frente a otros. Martínez Viega, según recoge Paz Moreno en De lo lejano a lo próximorastreó los rumores que detonaron en aquel conflicto. Antes de que Encarnación López, de 26 años, fuera asesinada, había corrido el rumor de que los magrebíes habían envenenado los pozos de agua potable. Juan Enciso (PP), alcalde del pueblo, ordenó vaciar los depósitos. Días más tarde, según recogió un periódico local, unos niños acudieron a clase con agua embotellada para evitar ser "envenenados".

La teoría del envenenamiento, que nunca llegó a demostrarse, hizo su parte en el aumento de la crispación entre algunos vecinos del municipio. A este bulo se le sumaron especulaciones sobre la comisión de todo tipo de delitos por parte de los trabajadores extranjeros. En este contexto, a finales de enero, dos propietarios de invernaderos fueron asesinados por un hombre de origen marroquí que finalmente fue condenado a 35 años de prisión.

Apenas una semana más tarde, Encarnación López también fue asesinada. Pronto trascendió que el atacante era extranjero y antes siquiera de que la Guardia Civil lo confirmase, miles de ejidenses  salieron a las calles y quemaron las viviendas y locales de extranjeros. Pero también de aquellos que, según interpretaron los atacantes, eran cercanos a los magrebíes, como un local feminista e incluso a periodistas. Las agresiones físicas, verbales y a la propiedad de todos ellos, especialmente de los trabajadores magrebíes, se extendieron durante 24 horas sin que nadie fuera detenido.

Aún hoy, versiones a menor escala de aquel pogromo siguen repitiéndose en la zona con la quema de viviendas de migrantes. Desde el año 2018, El Ejido está gobernado por Vox. Fue el primer municipio de toda España en el que la formación de Santiago Abascal se hizo con el bastón de mando.

París, Francia (2019)

La población gitana ha sido, desde la baja edad media (S.XIV), uno de los principales chivos expiatorios en Europa. Prácticamente la totalidad de los estados antiguos y modernos han promulgado en algún momento de su historia leyes antigitanas. Oficialmente, en España se abolió la última ley antigitana en 1975, conocida como la ley de Vagos y Maleantes que desde 1954 incluía específicamente a los gitanos como personas "peligrosas". En Francia, la última normativa dirigida  a las personas nómadas y de etnia gitana se prohibió en 1969.

Sin embargo, 40 años después de la abolición de aquella ley, unos hechos mostraron que no hace falta tener una legislación explícitamente discriminante para que las lógicas racistas permanezcan. En marzo de 2019, se extendió el rumor de que varios menores franceses habían sido arrastrados a la fuerza hasta una furgoneta blanca y secuestrados por un grupo de gitanos en Clichy sous Bois y Bobigny. Según la información falsa difundida, los secuestros se llevaban a cabo con el objetivo de vender los órganos de unos y explotar sexualmente a otros.

El bulo fue replicado y compartido por miles de personas hasta la saciedad. Parecía demasiado real para no ser cierto: había vídeos y fotografías de los supuestos secuestros en artículos de portales webs y en redes sociales. Varios ciudadanos remitieron el bulo a la Policía Nacional, que aseguró que aquellos rumores no tenían "ningún fundamento", ya que "ninguna familia o víctima ha presentado denuncia por esos hechos". Tampoco se había notificado "ninguna desaparición de menores" en aquellos municipios, según explicó la Prefectura de Policía en X.

Conforme crecía la percepción de peligro en las afueras de París, lo hacía la necesidad de "defenderse" de los gitanos. Al menos dos camionetas blancas fueron incendiadas y decenas de personas llevaron a cabo "expediciones punitivas" en las que agredieron y amenazaron a franceses de etnia gitana. A finales de marzo, la Policía Nacional detuvo a 20 personas por llevar a cabo estos ataques. De ellos, 17 eran menores de edad.

El mito de la furgoneta de unos gitanos que secuestra a niños es recurrente en Francia. Según la asociación antirracista La Voix des Rroms (La voz de los romaníes), esta leyenda urbana va y vuelve desde la Edad Media hasta la actualidad en el país Galo. De acuerdo al Informe del primer ciclo de seguimiento de la estrategia nacional para la inclusión del población gitana de 2019 relativo a Francia de la Comisión Europea, los linchamientos de marzo no hubieran sido posibles sin "la constante deshumanización del pueblo romaní desde hace años" que no son percibidos como sujetos con agencia, sino como "meros receptores pasivos de asistencia social". Esto, subrayaba la organización, podría dar lugar a "violencia a corto o largo plazo", como la vivida en la primavera de 2019.

Belfast, Irlanda del Norte (2024)

Entre finales de julio y principios de agosto, tanto Inglaterra como Irlanda del Norte -particularmente su capital, Belfast- se vieron inmersas en diversos altercados y enfrentamientos protagonizados por la extrema derecha a raíz del asesinato de tres menores en la localidad de Southport, en el condado de Merseyside, en el noroeste del país inglés. La extrema derecha británica señaló rápidamente en redes sociales a un solicitante de asilo como autor de los hechos. No obstante, poco tiempo después se supo que el atacante era un galés de padres ruandeses.

Los disturbios, que comenzaron el 30 de julio cuando una multitud de simpatizantes de ultraderecha se concentraron  en la mezquita de Southport –a pesar de que, dado el origen de los padres del presunto atacante, parece poco probable que este fuera musulmán – y se saldaron  con un alto número de tiendas saqueadas y vehículos calcinados, así como con un centenar de heridos, incluyendo más de 50 policías.

Dentro de Inglaterra, además de la localidad en la que se cometieron los asesinatos, las revueltas antimigración también se han vivido en Manchester, Londres y Suderland. Entre los participantes, según la policía, había miembros la islamófoba English Defence League, incluyendo su cabecilla, Tommy Robinson, así como neonazis del grupo Movimiento Británico, ilegalizado en los años ochenta por las autoridades británicas debido, entre otras cosas, a su antisemitismo.

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