Entrevista a Pedro Gullón, director de Salud Pública"No podemos consentir discursos que nieguen el daño causado en la pandemia"
El epidemiólogo charla con Público con motivo del aniversario de la pandemia de la covid-19.

Madrid--Actualizado a
Desde la irrupción de la pandemia de la covid-19, el nombre y el rostro de Pedro Gullón (Madrid, 1988) se hicieron familiares para muchos. Como epidemiólogo, su labor cobró importancia en aquel marzo de 2020, cuando la salud pública se convirtió en el epicentro de todas las preocupaciones. Especialista en medicina preventiva y salud pública, hoy lidera la Dirección General de Salud Pública y Equidad en Salud en el Ministerio de Sanidad.
En la pandemia, Gullón se dedicó a analizar el impacto de las medidas no farmacológicas, así como las desigualdades sociales vinculadas a la covid-19 y los factores que influyeron en la vacunación y la reticencia a inmunizarse. Además, trabajó en colaboración con distintos organismos de salud pública, entre ellos el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias y el Departamento de Salud de Navarra.
Su trayectoria investigadora ha estado marcada por el análisis del impacto que tienen distintas políticas, no solo en el ámbito sanitario, sino también en áreas como el urbanismo. Además, ha profundizado en el estudio de la equidad en el acceso a los servicios de salud.
En esta entrevista con Público, Gullón reflexiona sobre las enseñanzas que dejó la pandemia, la situación actual del sistema de salud pública, la falta de coordinación entre las comunidades autónomas y la amenaza que representa Estados Unidos en el contexto de la salud global.
¿Cuál considera que ha sido el mayor aprendizaje que nos dejó la pandemia y cómo se está aplicando esa lección en las políticas actuales?
El principal aprendizaje que dejó la pandemia, −aunque es difícil elegir solo uno−, es la importancia de la acción coordinada entre distintos actores y administraciones del ámbito de la salud, junto con la participación de la ciudadanía. Solo a través de este esfuerzo conjunto es posible abordar y resolver los grandes desafíos de la salud pública.
Mantener este espíritu de colaboración en todos los ámbitos no es tarea sencilla, como quedó en evidencia tras la primera fase del confinamiento, cuando comenzaron a surgir oposiciones políticas a la continuidad de las políticas de salud. Sin embargo, nuestro objetivo es que este enfoque prevalezca, especialmente al impulsar reformas sanitarias de carácter transversal.
En anteriores entrevistas ha mencionado la creación de un plan estatal para la preparación y respuesta ante pandemias, ¿en qué consistirá?
Más que en elecciones generales, el foco está en las reformas pendientes en las que trabajamos actualmente, muchas de las cuales tienen su origen en la pandemia de covid-19, pero también responden a los riesgos y amenazas sanitarias que enfrentamos en la actualidad. Entre estas reformas, destacan la creación de la Agencia Estatal de Salud Pública, la mejora en la vigilancia sanitaria y la implementación del Real Decreto de Vigilancia. Una de las iniciativas clave es la organización de un Plan Estatal de Preparación y Respuesta ante Amenazas Graves para la Salud, diseñado no solo para futuras pandemias, sino también para cualquier situación que pueda generar una gran presión sobre los hospitales y los servicios sanitarios.
Actualmente, este plan se encuentra en la fase final de redacción y será publicado en forma de real decreto. Entre sus aspectos clave, por primera vez se establecerá una definición oficial de lo que constituye una amenaza grave para la salud en España, algo que hasta ahora no existía. En muchas ocasiones, la respuesta sanitaria ha dependido de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declare una emergencia de salud pública de interés internacional, que no necesariamente implica la declaración de una pandemia. Con esta reforma, se definirá qué se considerará una emergencia de salud pública en el ámbito nacional y qué medidas se activarán en caso de que se declare esta situación.
Cuando se declare una emergencia de este tipo, se podrán activar de inmediato todos los mecanismos de gobernanza necesarios. Esto incluye definir quién debe reunirse con quién, quién toma las decisiones y cómo se coordina la respuesta con las comunidades autónomas. Contar con estos procedimientos previamente establecidos y consensuados es fundamental, ya que, de lo contrario, el tiempo de reacción podría ser mayor, dificultando una respuesta rápida y eficaz ante la crisis sanitaria. Todos estos elementos deben estar definidos y operativos lo antes posible, ya que forman parte de la fase de preparación.
No se trata de replicar exclusivamente los mecanismos utilizados durante la covid, ya que cada amenaza será diferente. Aunque algunas medidas pueden ser similares, cada crisis sanitaria requerirá una respuesta adaptada a sus características particulares. La clave es tener los mecanismos establecidos para poder actuar de manera flexible y eficaz, sin quedar atrapados en un enfoque único.
No solo las pandemias son amenazas para la salud pública, sino también fenómenos climáticos y otros riesgos
En 2024, nos enfrentamos a dos situaciones que podrían haber sido calificadas como amenazas graves para la salud. Por un lado, el mpox o viruela del mono, aunque no llegó a convertirse en una amenaza dentro de nuestras fronteras, fue una emergencia internacional que requirió una respuesta. Por otro lado, tuvimos que responder a los efectos de la DANA. Esto demuestra que no solo las pandemias son amenazas para la salud pública, sino también fenómenos climáticos y otros riesgos que deben ser considerados y actualizados en nuestros planes de respuesta ante posibles emergencias sanitarias.
¿Qué falló en España durante la gestión de la pandemia?
Siempre es fácil analizar con el beneficio de la retrospectiva, pero durante esos momentos de incertidumbre, las respuestas deben ser lo más sensibles posibles a las necesidades de las personas y las situaciones vulnerables. Aunque no estaba presente en ese momento, es claro que se intentó actuar con esa sensibilidad y enfoque, lo cual es crucial en situaciones de crisis.
Durante la pandemia hubo muchos lugares y situaciones en los que las administraciones no pudieron llegar a tiempo, y fue la respuesta social la que complementó un papel fundamental, especialmente en el apoyo a las personas más vulnerables. En ese sentido, es clave que, en futuras amenazas, contemos con una mayor capacidad de actuación para garantizar que las personas más afectadas puedan acceder a los derechos y condiciones de vida que necesitan. Esto implica reformas profundas que fortalezcan las redes de apoyo y los mecanismos de respuesta ante emergencias, asegurando que nadie se quede atrás en situaciones de crisis.
¿Perdimos la oportunidad de blindar la sanidad?
"Blindar la sanidad" suena como un eslogan atractivo, pero cuando se trata de llevar a la práctica, se enfrenta a muchos desafíos, especialmente dentro del complejo marco competencial de España. Momentos críticos como el que vivimos en la pandemia, podrían haber supuesto una oportunidad para avanzar hacia un modelo de gestión pública más fuerte del Sistema Nacional de Salud. Sin embargo, existen partidos y actores que se oponen a esa dirección, lo que complica la implementación de cambios sustanciales.
La legislación que estamos preparando sobre la gestión pública del Sistema Nacional de Salud es, sin duda, un paso importante, pero será un proceso muy difícil de negociar, ya que involucra numerosos intereses y visiones. No todos, incluso dentro del mismo espectro político, estarían de acuerdo con una gestión completamente pública de la sanidad.
¿Cómo se encuentra el sistema de salud pública actualmente para afrontar posibles epidemias o brotes de enfermedades infecciosas?
Nosotros hemos centrado esfuerzos en mejorar las reformas pendientes en el ámbito de la salud pública en España. Existen numerosas reformas que resultan muy positivas, y destacaría tres de ellas, las cuales son claves para hacer frente a futuras crisis de salud pública.
La primera reforma importante es la creación de la red estatal de vigilancia en salud pública, aprobada mediante un real decreto el año pasado. Esta nueva red permitirá, a medida que se vayan implementando sus sistemas de vigilancia, contar con un sistema más automatizado que no solo permita a las comunidades remitir información como se hace actualmente, sino que también pueda integrar datos de distintos sistemas. Esto facilitará, por ejemplo, la identificación inmediata de desigualdades en las políticas de vacunación, permitiendo detectar en qué áreas la población no está siendo vacunada y tomar medidas específicas. Asimismo, si se detecta una alta incidencia en determinados grupos sociales, la red proporcionará información de manera rápida para intervenir de forma eficaz en esos lugares. Esta es una de las reformas más positivas que hemos logrado hasta el momento.
La segunda reforma es la creación de la Agencia Estatal de Salud Pública, cuyo proyecto se someterá a debate este jueves en el pleno del Congreso de los Diputados. Esta nueva agencia permitirá contar con un órgano técnico y científico con una mayor capacidad de actuación de manera independiente, así como una mejor capacidad para atraer recursos humanos. La creación de un organismo autónomo facilita la captación de personal y recursos, lo que le otorga una mayor agilidad y efectividad en su funcionamiento, en comparación con los procesos dentro de la propia administración pública.
Es fundamental no solo conocer los riesgos a los que nos enfrentamos, sino también evaluar lo que estamos haciendo, y que este proceso se realice de manera independiente a las decisiones políticas. Estas seguirán siendo responsabilidad del Ministerio de Sanidad, ya que es la instancia democrática encargada de definir las políticas. Por último, la tercera reforma es el real decreto sobre el Plan de Preparación y Respuesta ante Amenazas Graves para la Salud, que será clave para abordar situaciones de emergencia sanitaria.
La financiación y la falta de recursos humanos en el sistema de salud pública son dos desafíos clave que requieren atención y solución
Con estos tres elementos, logramos establecer una nueva visión integral de la salud pública en España, centrada especialmente en la preparación y respuesta ante amenazas. Sin embargo, no todo ha sido positivo. En los últimos cinco años, también ha habido aspectos que no han avanzado de manera tan favorable. Algunos de los principales problemas que se destacan, si se pregunta a cualquier profesional del ámbito de la salud pública, son la financiación y la falta de recursos humanos en este sector. Estos son dos desafíos clave que aún requieren atención y solución para fortalecer el sistema de salud pública en el país.
Es difícil decirlo, pero la realidad es que la salud pública recibe una parte muy pequeña de los presupuestos generales, tanto a nivel de las comunidades autónomas como en otros ámbitos. Además, gran parte de los recursos se destinan al gasto en vacunas, que, aunque son una herramienta esencial para la salud pública, no son la única. Existen muchas otras áreas en las que necesitamos invertir, y es crucial contar con una financiación más adecuada dentro del sector de la salud pública para poder llevar a cabo las acciones necesarias y garantizar una respuesta efectiva ante los desafíos que enfrentamos.
Además, las administraciones públicas no resultan atractivas para aquellos profesionales que buscan trabajar en el área de salud pública. A pesar de la gran importancia de este sector, los salarios y los tipos de contratos no son los más adecuados, lo que dificulta la retención y atracción de talento. Creo que resolver los problemas de financiación y recursos humanos en salud pública es crucial, no solo a nivel de presupuesto, sino también en términos de mejorar las condiciones laborales y los incentivos para quienes trabajan en este ámbito.
Menciona medidas para afrontar posibles brotes, ¿cómo se está gestionando desde el departamento el repunte de casos de sarampión?
Hemos tenido uno o dos años con un aumento en los casos de sarampión, y la respuesta ante esta situación no es sencilla. El primer paso es garantizar una vigilancia adecuada, es decir, detectar y comprender qué está sucediendo. Este año hemos registrado más de 100 casos, lo que representa un incremento respecto a años anteriores. Es fundamental analizar con detalle las razones de este aumento y entender qué factores están contribuyendo a la propagación de la enfermedad.
Se han registrado brotes, especialmente en zonas donde personas se han desplazado por diferentes regiones de España hacia sus lugares de trabajo. En estos entornos, suelen vivir en condiciones muy precarias, compartiendo espacios reducidos, lo que crea un escenario propicio para la expansión de un virus como el sarampión. Estas situaciones, caracterizadas por la convivencia en condiciones inadecuadas, facilitan la propagación del virus y favorecen la aparición de brotes.
En general, estamos hablando de una población proveniente de otros países que, en muchos casos, tiene menos acceso a la vacunación. La vacuna contra el sarampión es una medida extremadamente eficaz, y en España contamos con tasas de vacunación muy altas que contribuyen a lo que se conoce como inmunidad de grupo. Sin embargo, cuando dentro de un grupo específico hay una baja cobertura de vacunación, esa inmunidad de grupo no se logra, lo que aumenta el riesgo de brotes en ese sector particular.
Debemos centrarnos en mejorar las coberturas de vacunación para posibles situaciones similares al sarampión en los próximos años
Creo que la respuesta que debemos dar es centrarnos en mejorar las coberturas de vacunación, especialmente preparándonos para posibles situaciones similares en los próximos años. Es fundamental que la vacunación sea más aceptada por las personas que la reciben, asegurándonos de que sea accesible y culturalmente adaptada a las necesidades de las comunidades. De esta manera, no solo aumentaremos la tasa de vacunación, sino que también lograremos una mayor receptividad y eficacia en la prevención de brotes como el de sarampión.
No hay una respuesta sencilla a este problema, como a veces se escucha, no se trata simplemente de culpar a los antivacunas o, como se menciona en algunos lugares, a los migrantes. Este es un fenómeno mucho más complejo que requiere un análisis profundo sobre cómo actuar de manera efectiva. Lo que está claro es que debemos facilitar el acceso a la vacunación, asegurándonos de que esta herramienta tan vital esté disponible para todas las personas que la necesiten, sin importar su origen o situación.
Habla de los sectores más vulnerables de la población. En España la mayoría de los fallecidos fueron en residencias. ¿Cómo se puede evitar que algo así vuelva a suceder?
Cuando definimos una desigualdad en salud, especialmente quienes trabajamos en este ámbito, la consideramos cuando se cumplen tres condiciones. Estas condiciones son: que la diferencia en salud sea injusta, que sea evitable y que esté asociada a factores sociales, económicos o demográficos que afectan a ciertos grupos de población de manera desigual. Solo cuando estas tres condiciones se cumplen podemos hablar de una verdadera desigualdad en salud, que requiere una intervención para reducirla.
La primera condición es que la desigualdad en salud se produce de manera sistemática, es decir, que está generada por un sistema que crea y reproduce desigualdades, como las que pueden estar relacionadas con la clase social, la raza, la edad o situaciones como la de vivir en residencias. La segunda condición es que sea previsible, es decir, que exista la posibilidad de intervenir para evitar la disparidad. Un ejemplo de esto es que, aunque una persona de 80 años tenga, por lo general, una esperanza de vida menor que una de 20, esta diferencia no es prevenible, ya que está relacionada con el envejecimiento natural. Sin embargo, otras desigualdades sí pueden ser prevenibles con intervenciones adecuadas.
Si una persona que vive en una residencia tiene una mayor mortalidad a la misma edad que otra que vive en su casa, eso sí es previsible y, por lo tanto, constituye una desigualdad en salud. La tercera condición es que la consideramos injusta, ya que esta diferencia no es una consecuencia natural o inevitable, sino que está relacionada con factores evitables. En el caso de las residencias, si observamos una mayor mortalidad, estamos ante una desigualdad que debe ser abordada, de la misma forma que se han tratado desigualdades por clase social o por otras condiciones. Este tipo de situaciones deben ser atendidas como una verdadera desigualdad y no como algo aceptable.
Es fundamental mejorar las condiciones en las residencias, asegurando un entorno adecuado para su bienestar
La forma de evitarlo es proporcionar un trato muy humano en las residencias, ya que las personas que viven allí no solo están en una etapa avanzada de la vida, sino que también se encuentran en situaciones de mayor vulnerabilidad debido a sus condiciones físicas. Es fundamental mejorar las condiciones en las residencias, asegurando un entorno adecuado para su bienestar. Además, no debemos desatender en ningún momento sus necesidades sanitarias, garantizando que cuenten con la atención médica necesaria para prevenir situaciones de riesgo y mejorar su calidad de vida.
Es crucial mejorar los circuitos de coordinación entre los ámbitos social y sanitario. Para ello, estamos creando un marco de actuación sociosanitaria entre ambos ministerios, con el fin de establecer mecanismos ágiles de coordinación. Esto permitirá que, en caso de un problema de salud, podamos atender a las personas lo más rápido posible, garantizando que reciban la atención que necesitan. Este enfoque está muy lejos de los llamados "protocolos de vergüenza" que se implementaron en la Comunidad de Madrid, los cuales impidieron que los mayores en las residencias recibieran la atención sanitaria necesaria en momentos críticos.
¿Cómo cree que ha evolucionado la confianza ciudadana en la ciencia y en los organismos de salud pública?
Creo que, en general, aunque no se perciba como una caída drástica de confianza, especialmente en el ámbito científico o sanitario, sí que podemos estar enfrentando un problema. En España, quizás no sea tan grave como en otros países, pero sí existe una creciente desafección política. La desconexión política, ese distanciamiento entre la ciudadanía y las instituciones, es un fenómeno preocupante. Este vacío tiene un componente importante: la desconexión entre las administraciones que gestionan la política y la población, lo que afecta la percepción y confianza en las decisiones y acciones gubernamentales.
La mejor forma de combatir esto es recuperar la confianza, y para ello es necesario crear un ambiente político mucho más constructivo, donde no tengamos que escuchar constantemente las burradas de la derecha y la extrema derecha. Al mismo tiempo, las instituciones deben esforzarse por comunicar de manera clara lo que estamos haciendo, destacando también los aspectos positivos y los logros alcanzados. Es esencial que las reformas que emprendemos estén orientadas a mejorar la calidad de vida de las personas, para que la ciudadanía vea que los cambios son para su beneficio.
Creo que, como parte fundamental de lo que hacemos como Gobierno, las políticas que implementemos deben estar orientadas a mejorar la vida de las personas. Si esto no se percibe, perderemos el sentido de nuestra labor política. La ciudadanía lo notará y, como consecuencia, disminuirá la confianza en las instituciones. Es crucial que nuestras acciones tengan un impacto tangible y positivo en la vida diaria de las personas para recuperar esa confianza y legitimidad.
En un contexto de creciente desinformación y escalada de discursos negacionistas y ultraderechistas, ¿qué estrategias son efectivas para combatir la desconfianza en la salud pública y en la ciencia?
No tengo una respuesta clara sobre las estrategias de comunicación, ya que hay expertos en ese campo que saben mucho más que yo. Creo que el "ruido" generado por ciertos discursos se ve silenciado por las políticas que ponemos en marcha. Por ejemplo, si se habla de cómo los migrantes están enfermando a la población, lo que debemos hacer es ofrecer derechos y trabajar en mejorar la universalidad del sistema de salud. A través de políticas inclusivas que garantizan acceso a la atención sanitaria para todos, podemos combatir esos discursos divisivos y demostrar que la salud pública es un derecho fundamental para toda la ciudadanía, sin importar su origen.
Cuando nos enfrentamos a comentarios donde se afirma que las vacunas causan autismo, y se mira principalmente a lo que ocurre en otros países como Estados Unidos, lo importante es observar cómo ellos están lidiando con el aumento de casos de sarampión y compararlo con cómo lo estamos manejando en España. En lugar de quedarnos atrapados en los discursos, debemos centrarnos en la evidencia de las políticas que realmente funcionan y que tienen un impacto positivo en la salud de las personas.
¿Considera que se está perdiendo la variable social para actuar desde la política en el ámbito sanitario?
Las políticas de salud, a nivel internacional, se pueden entender a través de dos enfoques diferentes. El primero es un enfoque más biológico e individual, centrado en el avance de las nuevas tecnologías, medicamentos y tratamientos innovadores. Este enfoque considera que los progresos en el ámbito científico y tecnológico, como los nuevos fármacos o terapias, son la clave para mejorar la salud y combatir enfermedades, enfocándose principalmente en la intervención médica individualizada.
La otra perspectiva es mucho más social, reconociendo que, si bien las tecnologías pueden mejorar la salud, lo fundamental es identificar las verdaderas causas de la mala salud. Este enfoque pone el foco en los determinantes sociales, económicos y ambientales que influyen en el bienestar de las personas, como la pobreza, el acceso a la educación, las condiciones de vida o el entorno laboral. Creo que esa es precisamente la razón por la cual el Ministerio decidió nombrarme director general de Salud Pública y Calidad en Salud.
Nuestra perspectiva debe ser mucho más enfocada en tejer alianzas entre diferentes sectores, para que las políticas que se implementen en áreas como la vivienda, la educación, el empleo o las políticas sociales, tengan en cuenta su impacto en la salud y se diseñen de manera que favorezcan el bienestar de la población. Un claro ejemplo de esto es la crisis de la vivienda, que tiene un impacto directo tanto en la salud mental como física de las personas. Por ello, políticas de viviendas efectivas, que busquen mejorar el acceso a la vivienda y garantizar mayor seguridad residencial, no solo abordan una necesidad básica, sino que también son políticas que mejoran la salud pública, ya que proporcionan un entorno más saludable y seguro para vivir.
Debemos entender lo mismo con las políticas laborales. Políticas que fomentan la estabilidad laboral o la implementación de una renta básica universal son, sin duda, algunas de las políticas de salud más efectivas que podemos tener en la actualidad. Estas políticas abordan factores fundamentales que influyen en el bienestar de las personas, como la seguridad económica y la estabilidad en el empleo, los cuales tienen un impacto directo en la salud física y mental. Esta es la perspectiva que debemos adoptar: una colaboración intersectorial, donde las políticas en diferentes áreas estén diseñadas y ejecutadas con el objetivo común de mejorar la salud de la población.
Decisiones como las de Estados Unidos o Argentina de salirse de la OMS, ¿de qué manera impactan en la salud pública global y cómo pueden repercutir en España?
La salud global actualmente está pasando por un momento complicado, especialmente debido a lo que ha ocurrido con Estados Unidos. En el fondo, lo que se ha producido es un ataque a la OMS en dos frentes. Una de estas "heridas" es visible y afecta gravemente a la financiación de la propia organización. Históricamente, la OMS ha dependido en gran medida de Estados Unidos, que cubría alrededor del 20% de su presupuesto, y en algunos programas específicos, la dependencia era aún mayor. Esta situación ha generado una vulnerabilidad considerable, ya que una parte significativa de los fondos necesarios para el funcionamiento de la OMS depende de decisiones políticas externas, lo que pone en riesgo la estabilidad de la organización y su capacidad para abordar emergencias.
Una de las "heridas" más profundas en la salud global no solo tiene que ver con la financiación, sino también con el ataque al multilateralismo, que es una de las piedras angulares de la cooperación internacional. El multilateralismo supone que los países, trabajando juntos, pueden lograr mucho más que actuar de manera aislada. El desafío aquí es que este modelo está siendo cuestionado, especialmente por aquellos que promueven enfoques más unilaterales o basados en los intereses de países más poderosos.
Lo que está en juego es la capacidad de los países, especialmente los más vulnerables, de influir en la toma de decisiones globales. Aunque existen mecanismos de poder entre países ricos y pobres, el multilateralismo permite que los países en desarrollo se organicen y amplifiquen su voz en foros internacionales. Estos espacios de diálogo permiten que sus intereses sean escuchados y que las decisiones globales reflejen una mayor equidad, superando la influencia desproporcionada de los países más ricos.
El debilitamiento del multilateralismo socava marcos comunes para enfrentar la crisis climática, riesgos sanitarios o conflictos bélicos
Esta segunda herida, la que ataca directamente contra la noción misma de cooperación multilateral, es, sin duda, la más profunda y la que tendrá mayores repercusiones a largo plazo. Aunque la financiación pueda ser reestructurada, priorizada o adaptada de alguna forma, el ataque al principio fundamental de que "juntos estamos mejor" va mucho más allá de lo económico. Esto amenaza con fragmentar el enfoque global, promoviendo una visión del mundo más atomizada, donde los países se agrupan por intereses comerciales o individuales, en lugar de actuar unidos para abordar los grandes retos globales.
Lo verdaderamente preocupante de esta dinámica es que socava la posibilidad de crear marcos comunes y solidarios en los que podamos actuar frente a amenazas globales, como la crisis climática, los riesgos sanitarios, o incluso posibles conflictos bélicos. En un contexto así, donde la cooperación es crucial para gestionar crisis transnacionales, el debilitamiento del multilateralismo puede hacer que los países enfrenten estos desafíos de manera aislada, perdiendo la fuerza que tendría una respuesta colectiva.
Nos encontramos en el peor momento para que se deba replantear esta situación. Desde España, estamos adoptando una postura firme y decidida en apoyo a la OMS, ya que es la única que actualmente posee la capacidad para actuar a nivel global y llevar a cabo acciones únicas. Estamos defendiendo esta posición en todos los foros internacionales, tratando de convencer también a aquellos países que mantienen posturas más moderadas. Consideramos que incluso en Estados Unidos es crucial mantener este mismo marco global.
¿Cómo afectaría esto específicamente a España? Tomemos como ejemplo un escenario en el que todos los países logran llegar a un acuerdo, como el que se debatirá nuevamente en la Asamblea Mundial de la Salud sobre las reformas a implementar en caso de una pandemia. Supongamos que esta pandemia surge en Estados Unidos y, sin embargo, el país no firma el acuerdo ni participa en ninguna de las medidas globales. En ese caso, España y los demás países perderían toda colaboración y capacidad de actuación conjunta a nivel global. Este es solo un ejercicio teórico, pero en realidad no está tan alejado de la posibilidad.
Es probable que se desarrollen acciones comunes en relación con las pandemias, especialmente considerando que el mayor riesgo pandémico actualmente está relacionado con la gripe. El potencial pandémico de la gripe aviar, por ejemplo, es muy alto, y aunque este virus también ha afectado a otros países de América del Norte, ha sido en Estados Unidos donde se ha registrado un mayor número de casos. Allí, la gripe aviar ha saltado a diferentes mamíferos e incluso ha ocasionado casos humanos con síntomas graves.
Aunque aún no se ha demostrado contagio entre humanos, Estados Unidos sigue siendo el principal caldo de cultivo, con mayores probabilidades de que la gripe aviar evolucione hacia una enfermedad de rápida transmisión. En España, e incluso en la Unión Europea, no se han registrado casos de animales afectados por la gripe aviar. En cuanto a los casos humanos, todos han sido muy leves, debido a la vigilancia intensiva que se ha implementado. Además, muchos de los casos reportados parecen ser más falsos positivos que casos reales, y algunos corresponden a años anteriores.
En 2020, nos quejamos mucho de la política del silencio de China, pero no somos conscientes de la política de silencio de EEUU con la gripe aviar
Claro, si esta situación avanza más rápidamente, será crucial contar con la colaboración de todos los países, especialmente del lugar en el que está surgiendo el brote. En 2020, nos quejamos mucho de la política del silencio de China respecto a la covid, pero creo que no somos plenamente conscientes de lo que implica la política de silencio de Estados Unidos con la gripe aviar.
¿Cómo afecta la polarización política a la capacidad de los gobiernos para gestionar futuras crisis sanitarias?
Creo que la coordinación entre comunidades autónomas es aún más necesaria dentro del marco legislativo que tenemos, ya que estamos compartiendo competencias diversas y debemos trabajar juntos. A veces, esto resulta complicado, ya que no siempre permite actuar de manera coordinada, incluso cuando existen documentos técnicos que lo permitirían. Hay momentos en los que la coordinación entre las comunidades autónomas está funcionando muy bien, especialmente a nivel de la Comisión de Salud Pública, pero también hay situaciones en las que no está siendo tan efectiva.
Personalmente, creo que un ambiente político en el que no se utilizan las instituciones de manera manipulativa para hacer oposición sería mucho más adecuado para lograr acuerdos efectivos y una colaboración más fluida.
Estamos viendo discursos políticamente muy elevados, con un tono que no contribuye a la resolución de los problemas. Incluso el otro día escuchamos declaraciones que negaban el daño causado durante la pandemia del covid. Este tipo de discursos no se pueden permitir, y es una vergüenza que se estén dando en instituciones y en el ámbito sanitario. Por eso, lo que más deseo es que podamos crear un ambiente político más constructivo y adecuado para abordar estos desafíos de manera efectiva.
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