A CORUÑA
Actualizado:Víctor Pedreira (A Coruña, 1950) puso en marcha uno de los primeros servicios de Psiquiatría en un hospital gallego, en Pontevedra. Ocupó su jefatura desde 1982 hasta el 2009, cuando fue destituido pocos días después de que Feijóo ganase las elecciones en el año 2009. Los jefes de Servicio de hospital nunca habían sido cargos políticos en Galicia hasta que el Gobierno de Feijóo decidió lo contrario casi el mismo día en que accedió al poder.
Pedreira había ocupado un cargo como subdirector general de Salud Mental en el Gobierno bipartito del PSOE y el BNG, y junto a otra media docena de médicos que también perdieron sus plazas, fue sometido a una purga indigna que incluyó su descrédito profesional. Según los tribunales, el Sergas amañó la oposición convocada para cubrir la suya para que él la perdiera en favor de otro galeno afín al PP. Ese médico sigue aún la ocupa, y no sería de extrañar que el Sergas lo mantuviera en él en funciones porque no es la primera vez que la Xunta serpentea para desoir un fallo judicial similar.
El sábado pasado, Pedreira recogió el premio Cidade de Pontevedra, que concede el Ayuntamiento de la ciudad. En su discurso aseguró que pese a haberse pasado los últimos años peleando para recuperar el prestigio que quisieron robarle, no se arrepentía de haber dedicado su vida a lo que más le satisfacía: “Luchar contra la enfermedad, procurar el alivio de los pacientes y sus familias”. Un principio muy alejado del decálogo que hoy rige la política sanitaria en Galicia.
No debería ser así, pero este premio tiene algo de reparación moral, ¿no cree?
Después de haber pasado un calvario de años y de haber pasado una situación horrible durante los últimos treinta meses de mi carrera, es reconfortante que varios colectivos hayan presentado mi candidatura y que el jurado me haya dado el premio. Tiene algo de balsámico, sí.
También tiene algo de reparación social, porque Pontevedra es una ciudad pequeña y su caso provocó cierta contestación incluso desde dentro del PP.
"Dos personas cercanas a Rajoy me han hecho llegar su solidaridad"
Es curioso, pero todo el mundo relaciona el premio con aquello. La primera periodista que me llamó para felicitarme me preguntó cómo me sentía después de lo que había pasado. Los compañeros, los vecinos que me paraban por la calle, gente a la que yo no conocía... Todos me decían: “Te lo mereces” , relacionándolo. Incluso personas de posiciones ideológicas muy alejadas a las mías.
Pontevedra es la ciudad natal del presidente del Gobierno, que tiene aquí a su entorno más próximo. ¿Alguien se ha dirigido a usted para apoyarle?
No es un círculo en el que yo me relacione mucho, pero me han llegado muestras de solidaridad y de apoyo de dos personas próximas a él.
¿Y de la Xunta? ¿Alguien le ha pedido perdón después de que los jueces hayan considerado probado que a usted le quitaron la plaza amañando una oposición?
No, en absoluto. De la Xunta, nadie. Ni del equipo de la entonces conselleira [Rocío Mosquera] ni del conselleiro actual [Jesús Vázquez Almuíña].
Un compañero suyo me ha dicho: “Víctor se lo merecía con independencia de todo lo que le han hecho”.
Es otra manera de verlo, muy halagadora. Pero no creo que el jurado se haya visto influenciado por el litigio. Hay representantes de todos los ámbitos y representantes de todos los partidos, incluido el PP, y ellos también me apoyaron.
¿Tiene constancia de que los representantes del PP votaran por usted?
Las deliberaciones son secretas, pero la decisión se toma por unanimidad, así que...
El Sergas debe ahora ejecutar la sentencia. ¿Qué sucederá? ¿Volverá a ejercer?
Las sentencias dicen que la plaza se adjudicó de manera ilícita, y que toda la actividad de aquel tribunal tiene que ser anulada. Pero aunque el fallo del TSXG es de hace dos meses, y el del juzgado de lo Contencioso, de diciembre del 2016, todavía no se ha hecho nada.
¿La gerencia del hospital se ha puesto en contacto con usted?
Le pedí una entrevista al gerente el mes pasado. El encuentro fue cordial y me aseguró que se iba a ejecutar la sentencia con ecuanimidad.
Es decir, con un tribunal que no esté elegido “ad hoc” para darle la plaza a uno de los candidatos.
Exactamente. En aquel tribunal, por ejemplo, no había ningún representante de la corriente de pensamiento que yo defiendo en Psiquiatría.
¿Cuál es esa corriente?
“Tenemos que defender nuestro modelo sanitario frente a agresiones como los recortes o las tendencias privatizadoras”
A riesgo de ser demasiado esquemático: a lo largo de los años han ido surgiendo diferencias entre quienes defienden la concepción de la enfermedad mental como una alteración biológica, como una enfermedad del cerebro, y quienes pensamos que la mente y el cerebro no son lo mismo, que la primera es un epifenómeno del segundo. Para simplificarlo, como el hardware y el software informático. Para esta última corriente, la enfermedad mental puede surgir no de una causa biológica, sino como reacción ante situaciones que se viven dramáticamente y que pueden ocasionar un trastorno de la personalidad, desde la pérdida del empleo o un desahucio. Desde el punto de vista asistencial, tener en cuenta esta óptica significa que si la enfermedad puede ser fruto no sólo de factores biológicos, el tratamiento no está sólo en manos de los psiquiatras, sino también de los psicólogos, los trabajadores sociales, los terapeutas ocupacionales, etcétera. Además, preferimos hablar de salud mental, y no de enfermedad mental. Históricamente, esta corriente ha puesto un énfasis especial en una atención sanitaria global, pública, gratuita, cercana a la comunidad... No digo que quienes defienden otra concepción no crean en la sanidad pública, sólo que para nosotros es una seña de identidad.
¿Cómo sufrió usted todo el proceso de su destitución, la oposición, el litigio judicial?
Uno está entrenado para asumir estrategias de aceptación que ayuden a disminuir el nivel de sufrimiento. La capacidad de adaptación del ser humano es enorme, y todo lo que les propones a los pacientes que pasan situaciones similares, tienes que aplicártelo. Tienes que sobrevivir. No es un remedio anestésico, pero sí alivia.
¿Qué opina de la situación de la sanidad en Galicia?
“Tenemos que defender nuestro modelo sanitario frente a agresiones como los recortes o las tendencias privatizadoras”
No quiero descalificar el sistema sanitario gallego. Se sostiene porque probablemente es de los más eficientes del mundo, es decir de los que más obtiene con los pocos recursos que le dedican. Un buen indicador es el gasto por habitante, que está por debajo de la media española, creo recordar que unos 1.370 euros al año. También por debajo de los 1.401 euros por persona del último año de gobierno de Touriño [el presidente socialista que precedió a Feijóo], en el 2009, y muy lejos de los más de 1.600 del País Vasco, la primera comunidad en ese capítulo. Se podría decir que el País Vasco es más rico, pero, ¿sabe cuál es la segunda autonomía en inversión per cápita? Asturias. Ahí es donde un Gobierno se decanta. Y si se tienen en cuenta las características de Galicia, como la dispersión de la población y su envejecimiento, que encarecen la atención sanitaria, es evidente que se le dedican menos recursos de los que se debería.
La sanidad es una de las políticas públicas que más cerca están del ciudadano. Para muchos es el contacto más próximo con la Administración. En Galicia hay asociaciones como la suya que denuncian el proceso de desmantelamiento, politización y privatizaciones a la que está siendo sometida. ¿Cree que la reacción de la sociedad en defensa de la sanidad pública está a altura?
Decía antes que la capacidad de adaptación del ser humano es enorme, incluso ante las injusticias. Hay una frase atribuida a Einstein que dice que el mundo no está en peligro por las malas personas sino por las buenas personas que permiten la maldad. Es decir, que hay cosas que ocurren tanto por la actividad de unos como por la pasividad de otros.
¿No le resulta decepcionante esa pasividad?
Pues sí. Y probablemente hace que los gobernantes, sean del signo que sean, se vean facultados para hacer lo que quieren. Movilizar a la sociedad para defender la sanidad pública es muy difícil, porque hasta que la necesitamos, pensamos que es un asunto ajeno. Pero debemos hacerlo. Nuestro modelo sanitario tiene sus deficiencias, pero es nuestro y debemos defenderlo de las agresiones como los recortes o las tendencias privatizadoras. Creo que esa defensa tiene que ver con las razones de este premio.
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