Entrevista a Isabel Moreno, física y meteoróloga"La peor cara del cambio climático es la desigualdad"
Alejandro Tena
Madrid-Actualizado a
Isabel Moreno, física y máster en meteorología, publica 'Cambio climático para principiantes' (Penguin Random House), un libro más sobre la crisis ecológica y social pero con una narrativa diferente. La divulgadora aborda algunos de los conceptos comunes y recurrentes que, a diario, aparecen en los medios y explica sus consecuencias. Por qué un grado más en el termómetro del planeta podría ser devastador o qué supone un centímetro más de subida del nivel del mar son algunas de las preguntas que la autora trata de resolver de manera didáctica. Moreno va más allá de la descripción científica y aborda los problemas sociales y económicos derivados de la crisis climática, habla de responsabilidades y plantea soluciones. Reconoce que por cada "patada" a una estantería aparecen "15.000 libros sobre el tema", pero señala que cada uno de ellos es necesario. "No sobran".
Otro libro sobre cambio climático más, ¿por qué?
Llevaba mucho tiempo, desde que empecé a dedicarme a la divulgación, pensando si realmente era necesario otro libro más sobre cambio climático, porque es verdad que le pegas una patada a una librería y te aparecen 15.000 libros sobre el tema. En 2021, me encargué de parte de un curso de la UNED sobre las bases científicas del cambio climático y el seminario que di se hizo más grande de lo que pensaba y tuve que escribirlo. Entonces dije, esto es un libro. Llamé a mi querido Andreu Escrivá, a quien admiro muchísimo su forma de comunicar, y le pregunté si creía que sobrasen libros sobre este tema. Me dijo que no. El cambio climático es un reto tan grande que necesitamos que se sume toda la población. Por eso hacen falta muchas voces distintas que hablen de lo mismo. Yo tengo un público al que Andreu no llega o al que Greta Thunberg no llega... No sobran libros sobre cambio climático.
Trata temas que se escuchan en la televisión o en los medios, pero que la gente tampoco sabe que suponen para nuestra vida. Por poner un ejemplo, al principio del libro dice que la subida de temperaturas del planeta de 1,1ºC y citas al IPCC, ¿qué significa esto?
Sí. Al principio hago un barrido sobre qué cosas estamos sufriendo ya por el cambio climático, como esa subida de temperaturas de 1,1ºC y después analizo las causas y qué se puede hacer. En este caso, que haya subido la temperatura algo más de un grado a ojos de quien no sabe cómo se comporta el clima puede parecer poco, pero esto realmente se traduce en olas de calor más frecuentes y duraderas. Lo que vemos este año, este verano interminable, no se podría explicar si el cambio climático no estuviera detrás.
No hablamos solo de temperaturas, hablamos de salud. ¿Cuánta gente se ha muerto este verano como consecuencia de las temperaturas altas? Hablamos también de economía y de qué pasa con los cultivos... Que la temperatura mundial suba un grado significa que el sistema climático se está quedando con un montón de energía y eso tiene consecuencias que van más allá de que hoy haga más o menos calor.
¿Qué es lo más grave que ya está desencadenando el cambio climático?
¿En qué parte del planeta? Es importante dónde. Si nos dedicamos al turismo, a lo mejor, la peor consecuencia es lo que vemos en el mediterráneo, con noches sofocantes donde no se puede descansar, un mar a 30ºC y posibilidad de temporales más intensos o la subida del nivel del mar que invada la zona en la que tu trabajas.
Creo que la peor cara del cambio climático es la desigualdad. A fin de cuentas, en España estamos en un lugar muy privilegiado y tenemos la capacidad de adaptarnos a lo que viene. ¿No podemos cultivar tomates? Pues los traemos de otro sitio. ¿El mar gana terreno? Pues podemos plantear poner diques en el mar... Hay sitios donde nada de esto es posible, donde no poder cultivar un alimento se traduce en hambruna.
¿Cómo de importante es señalar culpables y decir que el cambio climático no viene de la nada?
Más que culpabilidad, a mi me gusta hablar de responsabilidad. El hecho de señalar responsables directos nos viene a decir que, por vivir como vivimos, somos parte del problema y eso es muy complicado a la hora de divulgar. Saber qué acciones nuestras contribuyen a que las concentraciones de gases de efecto invernadero sea cada vez mayor es importante para empezar a cambiar las cosas, pero también es una barrera que nos muestra lo difícil que es actuar.
Es importante saber que tenemos más poder del que pensamos, que vivir de otra forma es posible y que eso no implica que tengamos que volver a las cavernas.
Esa idea de vivir más lento ha cogido fuerza en los últimos años, pero ¿cómo se puede dar fuerza a ese discurso? ¿Se puede convencer a la gente de que vivir más pausado y con un consumo de menos recursos no tiene por qué significar que vayamos a peor?
A lo mejor es que se entiende mal lo que significa progreso. Si progreso es que cada vez consumamos y emitamos más CO2 es que estamos entendiendo mal las cosas, porque eso no casa con los objetivos mundiales que tenemos.
También hay una perspectiva muy pesimista en la lucha contra la crisis climática. En el libro dice, por ejemplo, que si todo el planeta dejase de emitir CO2 durante un año no pasaría nada... ¿Se puede transmitir un mensaje de esperanza con los datos que tenemos?
Transmitir esto es complicado. Si tu estas en tu casa y se te quema el mueble de tu abuela, ese mueble no lo vas a recuperar. En ese punto puedes decir "bueno, haga lo que haga, aunque apague el fuego, ese mueble ya lo he perdido". O puedes pensar, "vamos a salvar el resto de la casa". Es por ahí por donde tenemos que ir. De otra forma, ¿qué preferimos: que suba el nivel del mar 40cm o 3 metros de aquí a finales del siglo?
¿Qué piensa de las posturas 'tecno-optimistas', ese discurso que dice que la tecnología nos va a salvar?
No soy excesivamente tecno optimista. Nunca hemos tenido tanta tecnología como ahora y en cambio nunca hemos estado peor en cuanto a niveles de concentración de CO2 en la atmósfera. La tecnología nos tiene que ayudar, pero no podemos estar esperando a que llegue. Si solo pensamos en soluciones basadas en tecnología estamos dejando de lado el poder de una buena organización social. Por ejemplo, para combatir las temperaturas necesitamos tener buenos sistemas de refrigeración, pero también se pueden combatir de otras formas, como con un cambio en los horarios laborales. También tenemos soluciones basadas en la naturaleza... A lo mejor, si restauramos ecosistemas que hemos destruido somos capaces de capturar mucho más CO2 que una planta de captura de carbono.
En el libro habla también de sequía. La crisis climática es importante, pero ¿qué ocurre con la forma en la que se gestionan los recursos hídricos?
Sí. Por eso hablar de cambio climático es tan incomodo, porque no se trata únicamente de decir que ahora llueve menos. Se trata de debatir sobre qué es necesario hacer ante los cambios que se avecinan, además de transformar el modelo que tenemos y repensar dónde cultivamos y qué cultivamos. Se trata de pensar a qué estamos destinando el agua. Nos vamos a tener que adaptar sí o sí.
En el libro, habla también de soluciones individuales. A veces el ciudadano puede pensar que todo recae sobre sus hombros mientras las empresas contaminan o los Gobiernos no cambian las normas...
Es muy complicado. Necesitamos, para empezar, más educación ambiental a todos los niveles. Los comportamientos individuales se contagian, eso es importante tenerlo claro. Sobre todo los comportamientos que consideramos éticos.
¿Usted tiene ecoansiedad?
Sí. Cuando terminé el libro, a mediados de julio, estábamos con una ola de calor horrorosa y solo podía pensar en que eso mi hija lo va a vivir con mucha más frecuencia. Somos la última generación que va a poder actuar con contundencia. Si fracasamos vamos a dejar un mundo peor. Aún así tengo esperanzas porque la gente que viene detrás, los jóvenes, tiene muchas ganas de cambiar las cosas. Así que tengo mucha inquietud, pero también esperanza.
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