Gran CANARIA
Actualizado:De pie en un cementerio de barcos abandonados, Mohamed Fane toma un franco de África Occidental del suelo y se estremece ante el traumático recuerdo de su viaje desde Senegal a las islas Canarias.
Tras un arduo viaje por tierra y meses de espera, los traficantes de personas metieron a este carpintero de 33 años en una endeble embarcación de madera con otras veinte personas para zarpar de la ciudad marroquí de Dajla, pero se quedó sin combustible lejos del archipiélago español.
Un hombre hambriento y sediento murió a bordo, mientras que un barco de rescate español salvó al resto. Fane, que apenas comió en tres días en el mar y utilizó su botella de agua para achicar la embarcación con fugas, lloró como nunca cuando llegó a Gran Canaria. "Es lo más duro que me ha pasado, no lo repetiría jamás", dijo.
Este tipo de experiencias horrendas son habituales en una de las rutas más transitadas y peligrosas hacia Europa para los africanos que huyen de la pobreza, los conflictos y el hambre, acentuados por la pandemia de la covid-19 y las repercusiones de la guerra de Ucrania.
Dos tercios de los migrantes africanos que entran en España lo hacen ahora a través de las Canarias, según datos del Gobierno español. En lo que va de 2022 han llegado 9.589, un 27% más que en el mismo periodo del año anterior.
En un mapa, las siete islas no son más que un conjunto de puntitos en el vasto Atlántico frente a África Occidental. Los encargados de guiar las precarias embarcaciones normalmente son pescadores que manejan motores a menudo inadecuados. Muchos se pierden o se hunden.
Fane: "Es lo más duro que me ha pasado, no lo repetiría jamás"
Pese a que al menos 1.000 personas han muerto en esas aguas en lo que va de año, según la organización benéfica Walking Borders, las decenas de miles de turistas europeos que acuden cada año a las Canarias desconocen en gran medida las tragedias que se están produciendo tan cerca de sus lugares de vacaciones.
"Hay pánico entre la gente de África después de la pandemia, la guerra en Ucrania y la inflación, porque dependen mucho de los alimentos del exterior", dijo Sukeina Ndiaye, líder de una red de apoyo a los migrantes en la isla de Tenerife. "Me temo que muchos más van a correr el riesgo".
Desesperación en el mar
Otro que lo corrió es el pescador Elhadji Diouf, quien tomó una embarcación con otras 67 personas desde el sur de Senegal, para acabar en una playa de Tenerife seis días después. Diouf dijo que está cumpliendo el deseo de su padre de que la familia escapara de la pobreza, causada por una pesca cada vez más escasa debido a las capturas a escala industrial.
A veces, dijo, los migrantes pierden la cabeza tras los agotadores viajes desde el interior de África y los días de calor en alta mar. "Algunos no lo soportan y se tiran al mar. La embarcación no puede girar, ni detenerse, para evitar volcar, por lo que es imposible rescatarlos". La deshidratación, el mareo y la hipotermia son frecuentes.
Sin embargo, dado que la corta ruta a través del estrecho de Gibraltar y otras vías de acceso al sur de Europa a través del Mediterráneo están mejor vigiladas, las islas Canarias son una opción cada vez más popular para los desesperados migrantes, a pesar de los peligros.
Marruecos ha frenado el flujo de personas en virtud de un acuerdo con España, pero muchas siguen viniendo de Malí, Senegal, Guinea-Bissau, Guinea, Costa de Marfil, Burkina Faso y Nigeria, dicen los activistas.
Fane: "Pierdo la esperanza en mi continente, África. Lo que está pasando te obliga a irte"
En un informe de esta semana sobre la cada vez más concurrida ruta migratoria de las islas Canarias, Naciones Unidas afirmó que el año pasado se detuvo a 150 conductores de embarcaciones, pero que rara vez se actuó contra las bandas de delincuentes que están detrás de ellas en la costa africana.
Muchas muertes pasan desapercibidas, añadió, señalando que las embarcaciones suelen tomar rutas tortuosas para evitar las zonas de búsqueda y rescate y las redes de telefonía móvil, pero pueden quedar atrapadas en fuertes corrientes que las llevan hacia el Caribe.
El número de embarcaciones podría aumentar con aguas más tranquilas a partir de septiembre. "Nadie puede detenerlos", reflexiona Fane en la isla de Gran Canaria, donde las coloridas embarcaciones de migrantes abandonadas contienen zapatos raídos, latas de sardinas, botellas de plástico y un chaleco salvavidas.
"Pierdo la esperanza en mi continente, África. Lo que está pasando te obliga a irte (...). He oído a algunos decir que llegar aquí casi muerto es mejor que quedarse en África", señala Fane.
Ese mismo día, los servicios de rescate españoles buscaban una embarcación perdida en el mar frente a Mauritania con 100 personas a bordo. Días después, se rescató otra embarcación con 61 personas cerca de la isla: un joven de 19 años fue encontrado muerto a bordo.
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