Este artículo se publicó hace 2 años.
Nadia Ghulam: "Clasifican a los refugiados en categorías; y si eres afgano, eres de segunda"
Se ha cumplido un año de la vuelta de los talibanes al poder en Afganistán. Ghulam, que lleva residiendo más de cinco lustros en nuestro país, lucha día a día por visibilizar la situación de la ciudadanía y, en especial, de las mujeres.
Madrid-Actualizado a
Hace un año, tras la caída de Kabul, la escritora y activista Nadia Ghulam contaba que su familia estaba en peligro. Llevaba varios días sin poder dormir, y decía que se sentía "atada" al no poder ayudar a los suyos, al encontrarse a más de 6.000 kilómetros de Afganistán (ver entrevista aquí).
Los talibanes habían vuelto y sabían quién era ella y quiénes eran los suyos. Su oposición al régimen ponía en mayor peligro a sus hermanas y a sus primas, que, con su padre enfermo, tampoco tenían la posibilidad de salir a por los bienes más esenciales.
La escritora trabajaría desde entonces sin descanso para enviar dinero a su familia y poder conseguir que se les concediese asilo político. Hoy volvemos a hablar con ella para saber qué es lo que ha ocurrido.
Hace un año contaba que se sentía "atada"... ¿Cuál es la situación de sus hermanas ahora? ¿Y de sus primas?
Ghulam: "He conseguido que salga una de mis primas acompañando a mi hermana"
Ahora después de un año, con muchas dificultades, he conseguido que salga una de mis primas acompañando a mi hermana. Aún así, tengo dos hermanas. Una se ha quedado en Afganistán y otra de mis primas tampoco ha podido salir. Viven en Irán de forma clandestina porque el país no acepta más refugiados. La mayoría de refugiados afganos están en Irán y en Pakistán. A mi hermana, que lleva aquí más de un año la llevaron a un centro de acogida en Salamanca, y con mucho esfuerzo pude traerla a Catalunya hace dos semanas pero al estar aquí no tengo ninguna opción de recursos económicos por parte del Estado para que ellas puedan vivir. Así que he acudido a mis amistades, a mis contactos aquí, para poder buscarle un piso.
Al ser usted conocida en su país, el peligro era aún mayor...
Yo soy activista, he publicado seis libros relacionados con mi vida personal y Afganistán y esto significa que hablo de injusticias que sufren las mujeres afganas y la ciudadanía. Para el Gobierno Talibán, una persona que se sale de su cauce de esta manera, que llega a España, les parece que sale de su religión y de su país en oposición al régimen y que por lo tanto, hay que castigarla.
Y aún así, yo aquí no dejo de ser una refugiada, aunque lleve dieciséis años viviendo aquí y aportando mi conocimiento, no tengo la nacionalidad española. Ahora me piden que traiga mi partida de nacimiento y un certificado de delitos penales. Los talibanes nunca me van a enviar un certificado de delitos penales. No puedo conseguir esa documentación y así es mi vida. Ellos no quieren que las mujeres como yo hablemos, están en contra del desarrollo y sobre todo, del desarrollo de las mujeres.
¿Se ha enfrentado su familia problemas burocráticos al llegar a España? ¿O complicaciones en el centro de acogida?
Ghulam: "Trabajo para mantenerme a mí, a dos familias en España y a otras dos en Afganistán y solo soy una persona"
Muchísimos porque en el centro de acogida las normas son que si estás en el centro, tienes que quedarte en una habitación, te dan la comida cuando ellos quieren y no te puedes ir sin que te retiren la ayuda, no puedes decir "me voy a estudiar este curso". Tienes las posibilidades reducidas para progresar. Así con mucho esfuerzo, yo he conseguido que mi familia esté en Catalunya pero al renunciar al centro, no tienen posibilidades de ayudas del Estado y tengo que mantenerlos yo. Por eso mi día a día es tan duro. Trabajo para mantenerme a mí, a dos familias en España y a otras dos en Afganistán y solo soy una persona.
¿Cree que los gobiernos occidentales ponen trabas al asilo y la ayuda a personas refugiadas según el lugar de procedencia?
Es muy evidente porque con un refugiado o refugiada de Ucrania en 48 horas ya puedes conseguir papeles para poder trabajar. En cambio, con los afganos, tienen mucha suerte si en 10 meses tienen papeles pero la posibilidad de trabajar o estudiar muchos aún no la tienen todavía. Esto es una muestra de racismo. Clasifican a los refugiados, si vienes de Afganistán, Siria o África eres de una categoría, una en la que no nos hacen caso. La de segunda. Aunque digan que no son racistas, ni clasistas, dentro de la administración encontrarás bastante racismo y clasismo.
Con su ONG lucha cada día por la paz… Sin embargo, ahora Europa está en guerra y se rearma y militariza. ¿Qué le parece?
Para mí es muy triste. Me he dedicado mucho tiempo al trabajo de sensibilización en colegios y escuelas, hablando sobre desarmamientos, sobre violencia y hablando de cómo la guerra afecta a la vida de cientos de personas.
Lo que está pasando ahora ha cambiado la imagen que se tiene de las armas, por ejemplo. La lógica es que si no tenemos armas, somos débiles. Y las niñas y los niños me argumentan la necesidad de las armas. Esto me rompe el corazón porque yo sé la gravedad que tiene, el error que supone. Están cultivando semillas de odio, de rabia y de violencia en el corazón de esas niñas y niños y puede convertirse en una dificultad en el futuro.
Su última novela relata la nueva situación del país desde una mirada feminista. ¿Acabarán revelándose las mujeres afganas contra el régimen?
La revolución siempre ha existido dentro de las mujeres afganas por lo que pasa pero ellas no tienen muchas muchas posibilidades porque nos cortan las alas siempre que pueden, tanto desde dentro de nuestro país como desde fuera. La revolución llegará cuando tengamos la posibilidad real de aprender, ir a la universidad, hacer nuestros estudios secundarios... Si no tienes conocimiento, cómo puedes ayudar a la gente. Se manifiestan cuando y como pueden.
Incluso, arriesgan su vida.
Están arriesgando su vida, claro, cada dos por tres desaparecen mujeres. Pero la situación es crítica. Hay una alta tasa de suicidio entre las mujeres afganas. Ha aumentado muchísimo la depresión, el 95% de la población afgana está sufriendo estrés postraumático. Todo por el régimen y el estado de miedo constante con el que operan.
¿Cree que el feminismo occidental está atendiendo a la lucha de la mujer afgana?
Es que nuestra lucha es muy diferente. No solamente sufrimos el régimen talibán y la desigualdad, sino que hablamos de un país que lleva desde hace 50 años en guerra. Las mujeres afganas se han quedado fuera de todas las oportunidades de la vida. No podemos comparar nuestra lucha a la del feminismo occidental. Cuando llega el 8 de Marzo y las mujeres lo celebran, yo siempre pienso que nuestro 8 de Marzo ni siquiera ha empezado. Nos siguen matando y no podemos manifestarnos, nos matarían.
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