madrid
En poco más de nueve meses han muerto o desaparecido 247 personas migrantes cuando intentaban alcanzar Europa usando la ruta marítima más peligrosa de todas, la que va desde la fachada atlántica norteafricana hasta las Islas Canarias. Son ya 37 víctimas más que las registradas en todo el 2019, según los datos —siempre incompletos— de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
El último cadáver llegó la tarde del martes al muelle de Los Cristianos, al sur de la isla de Tenerife, en un cayuco con otros 57 supervivientes. Entre ellos había dos mujeres y dos niños, todos procedentes de Mali y de Senegal, según explica la Guardia Civil, que añade que, según los testimonios de los rescatados, llevaban alrededor de una semana en el mar.
Nadie tenía constancia de que esta embarcación había zarpado. Fue un barco de buceo quien alertó a los equipos de recate al avistar el cayuco a unas cinco millas náuticas de la Playa Varadero, en la zona de la Galleta. Estaba tan cerca de tocar tierra cuando la avistó el helicóptero de Salvamento Marítimo que la salvamar que acudió a su rescate ni siquiera los subió a bordo, sino que acompañó a los migrantes hasta el puerto tinerfeño, donde constataron que uno de sus ocupantes no sobrevivió a la dura y larga travesía que comienza en distintos puntos de la costa atlántica marroquí, de los territorios saharauis ocupados por Marruecos, de Mali y de Senegal.
No fue la única embarcación que llegó al archipiélago el martes. En total, más de 200 personas de origen magrebí y subsahariano arribaron a las islas a bordo de seis pateras y dos cayucos, la mayor cifra de llegadas en un día a las costas canarias en lo que va de año. Dos de ellas alcanzaron por sus propios medios las playas del sur de Gran Canaria, en Castillo de Romeral y Maspalomas, donde se activó un dispositivo de búsqueda para localizar a sus ocupantes que, una vez en la orilla, se dispersaron.
Durante la noche, otras 83 personas lograron llegar a las islas en dos pateras a Gran Canaria y otra a Lanzarote, mientras que Salvamento Marítimo rescataba la mañana del miércoles otra embarcación con 60 personas a bordo a unos 20 kilómetros de Fuerteventura. Son alrededor de 350 personas en menos de 48 horas que se suman a las 3.933 que, según los datos del Ministerio del Interior, han llegado a las islas entre enero y septiembre de este año.
Aumento continuo de llegadas
La afluencia hacia Canarias ha subido un 573% desde enero a septiembre respecto al mismo periodo del 2019
La reactivación de esta mortífera ruta migratoria se viene notando desde 2018 y repuntó con fuerza en 2019, cuando arribaron 2.698 migrantes en todo el año, el doble que el anterior. Pero el flujo no deja de aumentar de forma significativa a medida que avanza el calendario. La afluencia de migrantes ha subido un 573% desde enero a septiembre respecto al mismo periodo del 2019. En los ocho primeros meses del año han llegado 3.933 personas, siete veces más, según las estadísticas de Interior, que serán, con toda seguridad, mayores en el próximo balance quincenal sobre inmigración irregular.
Los números todavía están muy lejos de los registrados en 2005 y 2006, durante la llamada crisis de los cayucos, cuando alcanzaron Canarias más de 31.000 migrantes. Las costas españolas no habían recibido nunca tantas embarcaciones ni volvieron a recibirlas hasta el verano de 2018, cuando España se convirtió en el principal puerto de entrada de la migración irregular, con más de 58.000 llegadas solo por mar, sobre todo a las costas andaluzas.
Militarización del Estrecho y Alborán
Las negociaciones españolas con Marruecos y, sobre todo, la financiación nacional y europea para que Mohamed VI aumentara la vigilancia y los controles en los habituales puntos de salida de las pateras del norte de Marruecos han logrado reducir la afluencia de pateras más que significativamente. En 2019, las llegadas a costas españolas cayeron casi un 55% y, en lo que va de año, un 18,7% menos.
"Son travesías mucho más largas, de miles de kilómetros, con una meteorología muy adversa"
Pero el precio que los migrantes están pagando por el bloqueo de esta ruta es, directamente, su propia vida, opina la experta en migraciones Helena Maleno, del colectivo Caminando Fronteras. "Lo llevamos advirtiendo tiempo. La militarización en 2018 y 2019 de la zona del Estrecho de Gibraltar y del Mar de Alborán ha provocado la reactivación de rutas migratorias más peligrosas, como la canaria. Son travesías mucho más largas, de miles de kilómetros, con una meteorología muy adversa y mucha facilidad para la desorientación", apunta Maleno a Público.
Además, sostiene esta experta, las llamadas de auxilio de embarcaciones a la deriva en esta zona que recibe Caminando Fronteras no son tan frecuentes como en el Estrecho. "Hay cayucos y pateras que ni siquiera sabemos que han salido, que no nos alertan", subraya. Y las zonas de búsqueda y rescate también son mucho más extensas, lo que dificulta su localización. Maleno también precisa que en la coordinación de los dispositivos de búsqueda entran en juego tres países: Marruecos, Mauritania y España.
Más dependientes de las mafias
"La reacción es más complicada. Hay comunicación constante entre ellos enfocada a la militarización de la zona, pero poco trabajo hecho en la defensa del derecho a la vida", asegura. "Nuestro trabajo es mucho más complicado por la militarización, que también deja a las comunidades de migrantes mucho más a merced de las redes del tráfico de personas. No pueden organizarse ellos mismos, como en el Estrecho, para lanzarse al mar en una barca tipo toy. En rutas tan peligrosas tienen que recurrir a las redes del tráfico de personas sí o sí", especifica.
El resultado es que uno de cada 20 migrantes que se la juega en la ruta canaria muere en el intento, según los datos del proyecto Missing Migrants de la OIM. Una proporción escandalosa si se compara con la del Estrecho y el Mar del Alborán, donde muere o desaparece una de cada 94 personas; o la del Mediterráneo central (una de cada 54); o la de las aguas grecoturcas (uno de cada 115), según denunciaba a 'Con M de...'. la coordinadora de Missing Migrants, Julia Black.
Maleno no puede predecir cómo va a evolucionar esta ruta que lleva activa con más o menos intensidad desde 1998. "No sabemos lo que ocurre a pie de playa. España tiene acuerdos para el control migratorio y la vigilancia de fronteras con estos países, pero es un territorio enorme, son miles y miles de kilómetros de costa. Es imposible poner coto a las salidas de esta ruta tan arriesga", denuncia.
Los naufragios y desapariciones de embarcaciones han sido habituales durante este año. Entre las más dramáticas de los últimos meses está la desaparición de una patera neumática con 63 personas que zarpó desde Tarfaya, al sur de Marruecos, el pasado julio. Nunca se encontró a pesar de los operativos de búsqueda y de las alertas del colectivo de Maleno, porque muchas hacen aguas o se quedan sin combustible poco después de salir.
Pero a la climatología, a la mala calidad de las embarcaciones y a la falta de gasolina para completar el viaje se suman otros factores que complican la travesía, como la imposibilidad de cargar con agua y comida suficientes para un viaje que supera los siete días en muchos casos. En las tragedias documentadas por la OIM, la deshidratación y la hipotermia también son una causa de muerte habitual a bordo de los cayucos y pateras.
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