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Las movilizaciones por la vivienda, ¿germen de un nuevo 15M?

Los activistas recuerdan que el movimiento es anterior a las acampadas de 2011. La falta de unidad, la aritmética política y el buen rumbo de la economía dificultan el resurgir de un fenómeno como el de hace 13 años.

Cientos de personas participan este sábado en una protesta contra la especulación inmobiliaria en València.
Cientos de personas participan este sábado en una protesta contra la especulación inmobiliaria en València. Kai Försterling / EFE

"València se ahoga". Este fin de semana, 15.000 personas recorrieron las calles de la ciudad para protestar contra la especulación inmobiliaria y denunciar el drama social de la vivienda. "La escalada de los precios, la inundación de apartamentos turísticos y la destrucción del territorio necesitan medidas excepcionales en todo el País Valencià", concluyeron los manifestantes. El anterior domingo, más de 150.000 personas –según los organizadores– tomaron el centro de Madrid, para reivindicar, llaveros en mano, su derecho a una vivienda digna. Málaga, Sevilla y Barcelona seguirán la misma estela durante el próximo mes. 

La lucha del movimiento provivienda no termina en las calles. La manifestación de València terminó con el levantamiento de una acampada frente al Ayuntamiento de la capital. Los objetivos: elevar la presión y denunciar la "inacción" de las administraciones públicas. "Las clases populares han demostrado que están dispuestas a luchar contra la especulación y por una ciudad para las personas que la habitan. Hemos resistido la noche y seguiremos haciéndolo. Por ahora no nos están desalojando, pero puede ocurrir en cualquier momento y necesitamos ser muchas", reza la plataforma València no està en venda en un comunicado. El clamor social también llama a las puertas del Congreso y las izquierdas sitúan la vivienda como una prioridad para dar sentido a la legislatura. 

Las protestas no son sólo contra la subida de los precios del alquiler, sino contra todo un sistema que prioriza el beneficio de unos pocos –rentistas, fondos buitre y grandes tenedores– sobre las necesidades básicas de la mayoría de la población. La vivienda es el sexto problema para los españoles, según el barómetro de septiembre del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), pero escala hasta la segunda posición según la última encuesta de 40dB publicada por El País. ¿Estamos ante el germen de un nuevo 15M en España?

La situación de la vivienda fue precisamente una de las que prendió el movimiento que hace 13 años llenó de tiendas de campaña, lonas y pancartas las plazas de todo el país. Los manifestantes protestaban por aquel entonces contra el bipartidismo y la estructura financiera, tras la crisis de 2008 y en plena recesión. Las concentraciones contra los desahucios habían preparado el terreno durante los meses previos, con la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) como una de las caras más visibles de la revolución. Las protestas contra la gentrificación y la especulación inmobiliaria guardan parecido con algunas de las reivindicaciones del 15M , sin embargo, "lo de aquella primavera fue algo mucho más transversal" y con un "contexto político diferente".

Pablo Simón, politólogo y profesor en la Universidad Carlos III de Madrid, señala las principales diferencias entre ambos movimientos. "El 15M incorporaba otra agenda vinculada a temas como la regeneración institucional o la crisis de representación. Era mucho más amplio y tenía otros enfoques, también en materia de vivienda: ahora hablamos de problemas de acceso y de la subida de los alquileres; por aquel entonces, el foco estaba en los desahucios. Es complicado que brote de la misma manera", recuerda. España cerró 2023 con 26.659 lanzamientos y en los primeros seis meses de 2024, registró cerca de 80 desahucios diarios. 

El contexto político también cambia en otros aspectos, sobre todo en lo referido al tipo de crisis. "En 2011 hubo una quiebra del sistema bancario, una pérdida masiva de puestos de trabajo y un malestar mucho más general", continúa Simón. La caída de la tasa de desempleo, el buen rumbo de la economía nacional y unas competencias cruzadas en materia de vivienda dificultan todavía más el surgimiento de un fenómeno de estas características. "El estallido del 15M tenía un alto grado de ruptura generacional, tanto a nivel político como social, y creció bajo unas coordenadas muy definidas: las élites contra el pueblo. El actual abanico parlamentario deriva, en parte, de esas movilizaciones. ¿Sería posible estallar contra los que ya estallaron en 2011? Existe un freno al resurgir de un nuevo 15M", señalan desde el think tank Ideas en Guerra. 

Los jóvenes, ¿líderes de las protestas?

Los manifestantes que llenaron las plazas y calles hace 13 años apelaban a una "crisis económica sistémica", no sólo al drama de la vivienda. El problema, además, afecta a todo el continente "de una manera global" y tiene que ver con la especulación de los fondos buitre, el boom de los alquileres vacacionales y las dinámicas del turismo de masas, entre otras cuestiones. "Seguimos luchando contra los desahucios, pero el debate gira en torno a otros ejes, como la lucha entre el rentismo y las inquilinas o la turistificación", deslizan las mismas fuentes. 

Si en algo coinciden ambos movimientos, según las fuentes consultadas por este diario, es en el perfil de los manifestantes. "Las dinámicas de protesta están normalmente vehiculadas a través de la población más joven y de edades medias, así como de la gente con mayor nivel de estudios. Esto es común al 15M y las movilizaciones por la vivienda", precisa Pablo Simón. Los expertos, no obstante, reconocen que tratar la emergencia habitacional como un problema que sólo afecta a los jóvenes es una forma de "simplificarlo", de restarle importancia. 

El movimiento por la vivienda, anterior al 15M

Los colectivos sociales recuerdan que el movimiento por la vivienda existía "mucho antes" de 2011, aunque las acampadas del 15M marcaron un antes y un después. "Se empezaron a construir plataformas de vivienda en barrios y ayuntamientos que hasta entonces no tenían nada del estilo. Hace 13 años, las distintas reivindicaciones confluyeron en un malestar generalizado por la corrupción, la crisis económica y la falta de representación en los parlamentos. Ahora, no vemos una unión de los colectivos provivienda con los ecologistas, los feministas o los grupos de pensionistas, por ejemplo. Es todo mucho más confuso y los movimientos caminan por separado", lamenta José María Torralbo, de la plataforma STOP Desahucios.

Jaime Palomera, investigador del Instituto de Investigación Urbana de Barcelona (IDRA), apela a las movilizaciones convocadas cuatro años antes del 15M por V de Vivienda y Plataforma por una Vivienda Digna. "Si hacemos comparaciones tenemos que pensar en 2007, cuando miles de personas tomaron las calles bajo el lema No tendrás casa en tu puta vida. Esto sucedió antes de que estallase la burbuja inmobiliaria. Los manifestantes denunciaban la subida de los precios y la sensación de que era imposible, ya entonces, acceder a una vivienda digna y construir un proyecto de vida. Las reivindicaciones del 15M y los problemas de fondo no han desaparecido, pero las protestas actuales casi que recuerdan más a las de 2007", expone el activista. 

Las acampadas que arrancaron en València este fin de semana buscan "darle continuidad" a las manifestaciones de los últimos meses y "reconducir la energía" que se generó en las calles de todo el país. "El tejido asociativo es cada vez más fuerte en la ciudad y los espacios de militancia política están creciendo; había mucha gente huérfana de un espacio político. La gran diferencia con el 15M es que nosotras no partimos de cero", reconocen desde el colectivo Entre Barris, que forma parte del movimiento en la capital valenciana. Los activistas calculan que medio centenar de personas llevan dos noches durmiendo en la plaza del Ayuntamiento. 

"La prensa y algunos partidos empezaron a plantear la posibilidad de un nuevo 15M tras las manifestaciones del 13-O en Madrid. Nuestra generación tiene claro el potencial que tuvo el movimiento, pero sobre todo nuestra generación —y todas las que viven la situación actual y han vivido el ciclo político anterior— sabe cómo ha terminado todo. El contexto actual es similar al de hace 13 años en lo que se refiere a la desconfianza hacia los políticos, pero no nos puede volver a pasar lo mismo –viendo como fracasó la estrategia de Podemos y posteriormente, Sumar–", denuncian desde el Sindicat d'Habitatge Socialista de Catalunya. Los sindicatos de inquilinas han convocado una "gran movilización" en Barcelona el próximo 23 de noviembre.

Las fuentes consultadas por este diario no ven a corto plazo "el germen de una revolución como la del 15M", que genere la aparición de nuevos partidos, y ponen el foco en la "capacidad de organización" de los colectivos sociales. Desde Entre Barris recuerdan que València fue, precisamente, una de las cunas del 15M y se comprometen a trabajar para "seguir adelante" con las protestas. "Esta campaña es resultado de un largo proceso de asociación y militancia política, no como en 2011. El sentir general no se va a quedar aquí y seguiremos luchando, ya sea en la acampada o con alguna otra estructura", sentencian. 

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