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Tras casi un mes sin respuesta, el Ayuntamiento de Lepe desaloja a los temporeros que perdieron sus chabolas

Los migrantes que sobrevivieron al incendio de sus chabolas pasarán la noche al raso. Se espera que dentro de dos meses se pueda poner en marcha el primer albergue para temporeros sin hogar, construido por una ONG.

Uno de los temporeros acampado frenteal Ayuntamiento de Lep, un día antes del desalojo. ASNUCI
Uno de los temporeros acampado frenteal Ayuntamiento de Lep, un día antes del desalojo. ASNUCI

Son las 7 de mañana y comienza a amanecer, que no es poco, en Lepe (Huelva). La brisa veraniega de por la mañana temprano y el silencio se rompe cuando agentes de la Policía Local y de la Guardia Civil comienzan a desalojar la plaza de España del municipio, donde desde hace 28 días duermen cerca de 30 personas que han perdido sus chabolas como hogar en los incendios del 17 de julio.

Lamine Diakite se acababa de despertar y había ido a lavarse las manos para rezar, al volver y encontrar a sus compañeros en pie rodeados por los agentes, pensaba que podía ser una pesadilla. "No me lo creía. Me había ido un momento y al volver ya estaban limpiando la plaza y había entre 20 y 25 agentes. Nos han echado de la plaza, sin aviso ni nada, aprovechando que es la hora del rezo", explica el temporero.

Así, "sin previo aviso, de forma forzada y sin consenso", describe la Asociación Nuevos Ciudadanos por la Interculturalidad (Asnuci) el desalojo por parte del Ayuntamiento a las personas que "libremente habían decidido acampar" delante del consistorio como forma de protesta. "Nos hemos asustado al ver tanta policía. Ni siquiera nos hemos resistido. No podíamos hacer nada, contra eso no se puede hacer nada", reitera Lamine.

Ante la falta de entendimiento y acuerdos entre el Ayuntamiento de Lepe, la Subdelegación del Gobierno de Huelva, la Diputación de Huelva y la Junta de Andalucía, los temporeros que sobrevivieron al incendio de las chabolas volverán a pasar una noche más a raso, esta vez sin mantas, ni colchones y ni siquiera una olla donde calentar algo de comida, ya que la limpieza ordenada a los Servicios Generales de Mantenimiento y Limpieza Viaria se lo ha llevado todo.

Una solución que no llega

El Ayuntamiento de Lepe ya cortó el agua de la única fuente de la plaza la semana pasada tras la manifestación de los temporeros para exigir una solución habitacional tras los incendios. Para muchos, "el desalojo llega en forma de castigo" sin más aviso que un papel que nadie de los implicados sabe leer al estar en español y con la única oferta de 10 noches de hotel para los afectados.

Vehículos de la Policía Local frente al Ayuntamiento de Lepe, tras el desalojo de los temporeros allí acampados en las últimas semanas. ASNUCI
Vehículos de la Policía Local frente al Ayuntamiento de Lepe, tras el desalojo de los temporeros allí acampados en las últimas semanas. ASNUCI

"¿Y qué hacemos después de los 10 días? ¿es esta la solución? Necesitamos una solución real para que esto no vuelva a ocurrir. Nosotros no queremos una casa gratis. Queremos pagar nuestra casa, pero el alcalde y el ayuntamiento aquí no nos escuchan", cuenta Bamba (nombre ficticio por miedo a represalias).

Para Bamba todo esto empieza a ser una situación muy dolorosa, porque es como el cuento de nunca acabar. Su chabola arde, lo pierde todo, rehace su casa, se vuelve a quemar. Los últimos años han sido duros, difíciles. Esta noche no tiene un lugar donde dormir. Algunos de sus compañeros tendrán más suerte y serán acogidos en las chabolas de otros temporeros. "Esta no es forma de vida", se lamenta. A esto se suma una situación de pandemia por covid-19, donde las instituciones recomiendan unas distancias sociales que la por la falta de soluciones propias no se pueden permitir.

La paciencia tiene un límite y son muchas las personas que ya no aguantan más. "Nos están echando del pueblo. Estamos igual o peor que antes, porque el tiempo pasa y no llega una solución", repite Lamine. De esta forma, es mucha la gente que ha decidido irse, emprender un nuevo camino como en el caso de Doula, uno de los temporeros que duerme en la puerta del Ayuntamiento al arder su chabola en los asentamientos de Lepe esa noche de julio. Lo perdió todo: dinero, documentación y hasta su propio cuerpo fue atravesado por las llamas. "El fuego acabó con todo", recuerda.

Un albergue para temporeros

Esta semana, Asnuci ha iniciado en Lepe las obras del primer albergue para temporeros sin hogar. Tendrá una capacidad de 40 plazas y será el primero construido en Huelva como iniciativa privada, ya que el Ayuntamiento no ha tomado esta iniciativa a pesar de los beneficios que cada año estos temporeros aportan a la economía local.

Lamine Diakite muestra las quemaduras en sus brazos por el incendio de su chabola, en Lepe. ASNUCI
Lamine Diakite muestra las quemaduras en sus brazos por el incendio de su chabola, en Lepe. ASNUCI

Se espera que para dentro de dos meses se pueda poner en marcha y ofrecer una respuesta a estos temporeros migrantes que se han quedado en la calle tras haberlo perdido todo en el incendio. De esta forma, el colectivo ya ha reunido a través de aportaciones solidarias cerca de 60.000 euros de los 96.000 que cuesta esta obra.

Hasta ahora, el Ayuntamiento de Lepe tan solo se ha limitado a anunciar que "seguirá trabajando en la búsqueda de soluciones para la erradicación del chabolismo en la localidad", pero en ningún momento ha puesto sobre la mesa la necesidad de procurar una vivienda digna y unas buenas condiciones de trabajo como derecho fundamental como solución a los campamentos improvisados ante la falta de la precariedad y alternativa habitacional.

Temporero y africano, Lamine Diakite vive en sus carnes las consecuencias directas de la discriminación racial. "Esta no es la forma de tratar a un ser humano. Tenemos que ser solidarios entre todas las personas. La historia da vueltas. Hoy somos los africanos los que venimos a España, pero antes eran los españoles los que iban a Alemania. La inmigración no ha empezado hoy, ni aquí. La inmigración ha existido siempre" concluye bajo una mínima esperanza.

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