madrid
Elsa vive en Arroyo de San Serván, un pueblo de Badajoz de unos 4.000 habitantes. Allí, con la ayuda de la Fundación Triángulo Extremadura, esta niña trans de ocho años ha conseguido lo que más ha perseguido siempre: ser feliz. "En los cuatro últimos años he recorrido un camino muy importante", confesó Elsa no hace mucho en el IV Pleno Escolar contra el Bullying por Lgbtifobia.
Ana, la madre de Elsa, cuenta por teléfono la historia de su hija: "Todo el mundo quiere la parejita [tienen otra hija mayor que Elsa]. Yo estaba muy contenta con lo que tenía en mi casa, solo que en realidad no lo tenía. Elsa no se quería vestir, no quería salir; si íbamos al parque no se bajaba de mi falda, no quería jugar con otros niños, en cuanto supo hablar se definió como niña, tenía hasta que darle cachetes en el culo para que se vistiera de chico y se llevaba ropa de niña en la mochila allá donde fuera. Me estaba volviendo loca".
Para Andrés, el padre de Elsa y marido de Ana, fue todavía más difícil. Elsa no quería ver a su padre hasta que éste la aceptó como quién es en realidad. "Se escondía debajo de la mesa cuando escuchaba la llave en la puerta y sabía que su padre estaba a punto de entrar. Le odiaba porque era el referente masculino que había en casa. Andrés lo pasó muy mal; al principio no lo aceptaba. "Es que es mi niño", decía. "Tenía que aceptar que iba a perder a su hijo o que, en realidad, no lo tenía", relata Ana, que estuvo en medio y se vio obligada a esconder a su hija de su padre durante algún tiempo.
Entonces apareció la Fundación Triángulo Extremadura y cambió todo. Esta fundación tiene tiene una línea pionera de atención telefónica a transexuales y a sus familias y atiende a más de 200 personas. Padres y madres que no saben qué hacer y que se hacen muchas preguntas: ¿Cuánto hay que querer a tu hij@ pequeñ@ para aceptarl@ como sea? ¿Cuán adulto hay que ser para respetar hasta ese punto a un niño?, ¿Cuán maduro hay que ser para tenerlo claro con 4 años?
Los transexuales no están contabilizados en España y hay mucho desconocimiento sobre su realidad, especialmente en el caso de los menores. Afortunadamente, por cada Elsa que aparece, salen de los armarios muchas más. "Sus historias y su visibilidad ayudan a otros; el 80% de los casos de transexualidad a los que estamos ayudando son menores", explica Silvia Tostado, presidenta de la Fundación Triángulo en Extremadura.
Elsa, niña trans de ocho años: "Por encima de todo, las personas transexuales tenemos el derecho a ser quienes somos"
"En la Fundación Triángulo nos explicaron qué es la transexualidad. No teníamos ni idea. Nos presentaron a otras familias con menores que también lo son y nos dimos cuenta de que no somos los únicos, ni raros, ni locos, ni nada", recuerda Ana. Cuando les recomendaron ver la película La chica danesa, Andrés salió del cine transformado. "Perdóname, ahora sé que realmente nunca tuve un hijo", le dijo a su mujer.
Y, a partir de ahí, el cambio fluyó. Andrés aceptó a Elsa, la niña empezó a sonreír y a abrazar a su padre; "Te quiero, papá, gracias", le dice cada poco. Entonces, Andrés permitió que Elsa fuera disfrazada de Elsa a una fiesta de carnaval del colegio. Allí no todas las miradas fueron comprensivas. A la vuelta a casa, Elsa, con cuatro años, le pidió a su madre una bolsa grande y empezó a meter en ella toda su ropa de niño. "No soy un chico, se acabó", dijo y la decisión quedó tomada.
Andrés no puede hablar con los medios porque "no puede abrir el corazón como hago yo, sin ponerse a llorar", dice Ana. "Pero nos reunimos con otras familias y les ayudamos, como otros hicieron antes con nosotros", cuenta orgullosa.
La Fundación Triángulo ayudó a los padres de Elsa a dar el paso definitivo: la familia quería contarle al pueblo lo que les había pasado. Organizaron un acto en el salón de plenos del ayuntamiento porque al alcalde del PSOE, Eugenio Moreno Izaguírrez, le dio miedo hacerlo en otro sitio con aforo más amplio, por si no se llenaba y se encontraban poco arropados.
Sin embargo, sus previsiones fallaron. "Se quedó gente en los pasillos, en la plaza del pueblo, no cabían todos", relata con satisfacción Silvia Tostado Calvo, actual presidenta de la Fundación Triángulo en Extremadura. "El pueblo se volcó con Elsa, aunque también hay gente, claro, a la que no le gusta", añade.
En este sentido, Silvia Tostado rompe una lanza a favor de cómo los entornos rurales aceptan mejor la homosexualidad y la diversidad sexual. Como lesbiana, sabe muy bien de lo que habla: "A mí no me agredieron nunca en mi pueblo y sí que me ocurrió en Chueca". En los pueblos nadie es solo él; es el hijo de tal, el nieto de cual, el primo, el compañero del colegio; todos nos conocemos y eso nos hace dar muchas más explicaciones pero también nos protege", añade. "Claro que hay historias feas en los pueblos pero la mayoría no lo son", recalca.
Elsa se despidió en el Parlamento extremeño con estas palabras: "Señoras y señores que se dedican a la política, sigan pese a las amenazas haciendo leyes que reconozcan que las personas somos diversas. Por encima de todo, las personas transexuales tenemos el derecho a ser quienes somos. No permitan que nadie nos arrebate la felicidad".
"Los derechos del niño deberían estar por delante de tener o no una familia muy conservadora"
Y ahora que vienen los Reyes Magos, su petición parece haber sido escuchada. Pedro Sánchez, en su discurso de investidura, ha prometido una nueva ley Trans. Sin embargo, Ana, la madre de Elsa, no termina de creérselo: "Sinceramente, hasta que no esté en marcha, no me lo creo”, afirma con incredulidad. "Con la ley de 2017 la pediatra no tendría que haber mandado a mi hija al psiquiatra y lo hizo; en su DNI tendrían que cambiarle el sexo y todavía, con tanto papeleo, no lo he conseguido; si a una chica trans la para la policía, con estos DNI, las cachea un hombre", denuncia.
Silvia Tostado, la presidenta de la Fundación Triángulo en Extremadura, lleva la petición aún más lejos: "Los derechos del niño deberían estar por delante de tener o no una familia muy conservadora; con la ley del menor, el derecho de los niños a ser quiénes son tiene que estar por encima de la pretensión de sus familias de obligarles a dejar de serlo", afirma, crítica con los adoctrinamientos contra la homosexualidad y la transexualidad que fomentan determinadas instituciones religiosas y políticas.
Sobre adoctrinar, Ana es tajante: "Mi hija va a sufrir transfobia, de hecho ya la sufre. La van a insultar, despreciar, no sé cuánto le costará encontrar pareja. Va a ser muy difícil. ¿Tú crees que yo querría esto para mi hija? Tenemos que entender que hay chicas con pene y esto es una lucha muy complicada. Hay sitios donde no le dejan entrar porque tiene pito. En unos años no sé, pero a día de hoy es una vida muy cuesta arriba".
Hoy Elsa espera que los Reyes le traigan algo más: ha pedido un telescopio para ver las estrellas y los planetas. "Pero no de juguete, mami; uno de verdad", pide cerrando así la metáfora.
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